KARLA

 

La industria cinematográfica agoniza en su tendencia al suicidio.


Autor: Juan Martín Perkins   



Dos cosas me impresionaron en la semana, ambas tienen un denominador común y me sirven para no hablar de la inundación en Pehuajó.


Da mucha pena el deterioro del cine como expresión artística, fundamentalmente porque muere a manos del wokismo descuartizado por su propia idiotez.


La industria cinematográfica agoniza en su tendencia al suicidio demostrando que lo que menos le importa es el arte, al punto de hacer de los premios Oscar una tragedia aburrida.


Hollywood está al servicio de lo políticamente correcto para la perversa agenda woke.


Hace unos 3 meses me llamó la atención la película “Emilia Pérez” que sumaba premios en los festivales de Europa mientras se decía de ella que era un bodrio.


Hollywood le otorgó 13 nominaciones para el Oscar. 


Una más que las 12 de “Gladiador” de Ridley Scott, debe ser muy buena, pensé.


Leyendo la letra chica descubrí que entre las nominaciones, la candidata a mejor actriz era un travesti. Ahí estaba el secreto. No podía perder en el Hollywood actual.


Pensé que Karla Sofía Gascón ganaría el Oscar y todas las mujeres presentes aplaudirían durante 48 horas que un hombre se llevara su premio.


Finalmente no ocurrió porque la periodista canadiense Sarah Hagi investigó las redes sociales de Karla y denunció ante el comité que su archivo no pasaba la VTV woke hollywoodense.


Según la hipocresía del comité, Karla Sofía Gascon no dejó “colectivo” sin ofender.


Se ocupó de desmentir a la “leyenda negra” con la que el relato anglosajón demoniza la presencia y el trabajo evangélico hispano en América.


Atendió a los sanitaristas que psicopatearon al mundo con las restricciones en pandemia, dijo que Maradona fue en eximio futbolista pero que no puede ser puesto como ejemplo de nada para nadie, alertó que el Islam se está convirtiendo en un foco de infección para Europa y que “debe curarse urgentemente”, se animó a decir que George Floyd era un drogata estafador y que Hitler no fue peor que Stalin…


Pero lo que más le molestó a la Academia fue su opinión sobre la cuota de diversidad... cuando dijo que quería ganar el premio por su actuación, no por transexual.


Rápidamente demonizaron su candidatura, desaparecieron su foto de los afiches, cesaron las entrevistas violentamente hasta que la cancelación fue total. La academia es feroz.


Karla desapareció como actriz protagónica a la vez que Zoe Saldaña se hacía del Oscar a mejor actriz de reparto.


La película “Emilia Perez” pasó sin pena ni gloria la noche de los premios porque lo que importa a la Academia no es el arte sino el contenido del mensaje acorde a la agenda.


Karla Gascón cerró sus cuentas en redes sociales y prometió cerrar también la boca entendiendo que para triunfar en la industria del cine, más que actuar con talento hay que meterse las opiniones propias por donde no da el sol y ser funcional al poder woke.


El otro evento que me impresionó fue la reunión bilateral entre Donald Trump, J.V. Vance y Volodimir Zelensky en el salón oval de la Casa Blanca.


Me impresionó la domada que le pegaron al presidente ucraniano luego de darle las armas necesarias y la asistencia financiera durante tres años para hacer la guerra.


Como a Karla Gascón, le hicieron saber que no hay travesti que valga, que Ucrania perdió y que el presidente Trump tiene una agenda de PAZ para el mundo.


En buena hora para todos porque ya tenemos experiencia en el mundo de que las guerras en Europa se sabe cuando comienzan, pero nunca donde y cuando terminan… y Rusia y Ucrania ya tienen 2 millones de muertos que parecen no importarle a nadie.


La guerra atómica deberá esperar, gracias a Dios… y también a Trump.



Juan Martín Perkins.


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