EL CASCABEL DEL GATO



Invierten donde hay cotos de caza asegurados por la casta política

Autora: Iris Speroni


Hace ocho años que el país no crece. De éstos, en los últimos cuatro el país decreció.

La falta de crecimiento es la consecuencia de la ausencia de inversión.

El decrecimiento es la consecuencia de la destrucción de capital o desinversión.

La inversión puede ser en activos materiales (una locomotora, un camión, una máquina) o intangibles. Estudios, por ejemplo. Sin embargo la formación de un ingeniero electrónico o en petróleo es una inversión productiva. La formación de un licenciado en ciencias políticas es un despilfarro, una pérdida de inversiones, una destrucción de capital.

Un ingeniero que no encuentra trabajo en el país y emigra, también es destrucción de capital, en este caso intangible. Un odontólogo que se mata en un accidente de auto en la Ruta Nacional 34, también es destrucción de capital intangible consolidado. Esto lo aclaro para ir definiendo términos técnicos. La formación de la totalidad de los odontólogos de la Argentina, además de ser capital para cada uno de ellos, es capital colectivo de todos nosotros.


Inversiones Mágicas

El Presidente Kirchner anunció en su momento miles de millones de dólares en inversiones chinas, que nunca llegaron. O sí.

El Presidente Macri, a poco de asumir, habló de lluvia de inversiones, aunque dejó en la imprecisión el origen de las mismas. Por las dudas.

Un tema técnico que me gustaría aclarar, para despejar dudas. Si viene una empresa y compra otra ya existente, para el país eso no es una inversión. Es sólo la transferencia de propiedad de un bien. A un país lo que le importa es la suma total de todas las inversiones (en la jerga: consolidado). 

Cuando con el gobierno de Menem empresas extranjeras compraron empresas de alimentación (Terrabusi, Bagley), fue una inversión para cada una de ellas, pero para el país sólo significó un cambio de manos.

El año último John Deere compró Plá. Fue una inversión para JD, en tanto que cambia la alocación de sus activos. Pero fue una desinversión de igual valor para los propietarios de Plá. Para la República Argentina la operación es neutra. No hay inversiones.

Si después de la operación de compra-venta, el comprador trae nueva maquinaria, o renueva la flota de camiones, sí existe una inversión y solamente por lo nuevo.

Por el contrario, si el comprador desactiva sucursales o líneas de montaje, o cadenas de distribución (porque las absorbe con las existentes), provoca una desinversión neta.

Por lo que recomiendo que sean extremadamente cautelosos cada vez que algún político habla de “inversiones extranjeras”.


Las actuales inversiones extranjeras

Actualmente, excepto algunos casos (alimentación, proveedores del agro como JD, las semilleras o de agroquímicos), las inversiones extranjeras se limitan a actividades económicas reguladas.

Invierten donde hay cotos de caza asegurados por la casta política. Un caso arquetípico es la minería aurífera, en la cual los gobernantes les aseguraron 30 años de exención impositiva, privilegio que nosotros no tenemos. A cambio, las mineras se llevan todo el oro (ni siquiera nos dejan en especie el porcentaje estipulado en la ley ad-hoc), nos contaminan, y compran todos los insumos, maquinaria y químicos, en el exterior.

Como dato aparte, tienen la suerte de comprar todos sus insumos a dólar oficial. Es decir que toda la sociedad les subsidia sus costos. Liquidan sus impuestos a valor dólar oficial (ya que no pagan en especie) y se quedan con el resultado total de las exportaciones. Maravilloso.

Es posible porque la casta política es socia minoritaria de todas las empresas auríferas. En su mayoría son británicas, a través de máscaras del Commonwealth, excepto una mínima participación norteamericana y un par de explotaciones que le dieron a rusos y chinos.

Es un esquema de práctica económica de enclave.

El mismo principio se aplica al petróleo. Las provincias licitan áreas. Con el gobierno de Cristina Fernández las ganaban Cristóbal López o Lázaro Báez. A los días las subconcesionaban a empresas internacionales: Total, BP, Shell, etc. La diferencia de precio entre la concesión y la subconcesión es la parte para los políticos.

En otros casos los políticos son proveedores de las empresas. En el caso de Vaca Muerta, adicionalmente, inventan agrupaciones pseudoindígenas que cobran servidumbre o tienen contratos de provisión de bienes o servicios; en realidad son testaferros de políticos locales.

Si las petroleras no cumplen con esos pasos, no consiguen las áreas. Es una actividad curtida. Si pudieron trabajar en Libia con Khadafy o en Iraq con y sin Houssein, no los va a intimidar un político chubutense.

¿Recuerdan el discurso público de Cristina Fernández cuando les dijo a las petroleras que no importaran arena y que había en el país?

Los enclaves, con regulaciones propias, ajenas a los vaivenes del país, es donde los extranjeros se animan a invertir. Así obtienen una plataforma legal y fáctica que los aísla de lo que nosotros debemos vivir; de lo que un mayorista de guardapolvos de Villa Tesei debe sufrir.

El mismo esquema de enclave se aplica a la pesca o al litio.

Nada de eso hará crecer al país


Las verdaderas inversiones

La inversión duradera y sólida es la que proviene de la reinversión de ganancias. Cuanto más atomizada, mejor. De los miles de ciudadanos que ponen un local, de las fábricas de todo tipo por todo el país, de los transportistas que tienen uno o dos camiones, de los productores agropecuarios, de la cooperativa de mermelada de frutillas de Entre Ríos, del señor que decide hacer riego en el Valle Medio del Río Negro para sembrar alfalfa sobre tierras vírgenes.

La sumatoria de todas esas inversiones hace que el capital de un país aumente. El efecto en cadena es: mayor empleo, prosperidad. La Constitución lo define como “bienestar general”.

¿Por qué hoy no se invierte? 

Primero porque ninguna actividad lícita da ganancia.

Para poder reinvertir ganancias, primero, hay que tenerlas.

La voracidad fiscal de la casta política es tal, que, hace imposible ganar. El estado exige primero la rentabilidad y luego el patrimonio de la persona o la empresa. Es un proceso iterativo hasta que la persona cierra, quiebra o se exilia.

Segundo, debe existir un marco legal igual para todos y estable. Cualquiera, pero estable. Eso hoy sólo sucede  para los amigos del poder. El resto estamos a la intemperie.

Tercero, debe existir administración de justicia, otro mandato constitucional incumplido. Sin eso, no hay país posible.

Medidas para que el país crezca:

- Bajar impuestos a la mitad, en particular los que afectan a los sectores menos favorecidos como jubilados, asalariados y monotributistas; eliminar IVA e IIBB y tasas municipales sobre combustibles, alimentos y servicios públicos.

- Eliminar toda forma de adelanto impositivo, percepción, retención y cualquier otra forma. Pagar luego de que el hecho imponible se haya cobrado. Eso favorecerá a comercios y PyMes.

- Eliminar todo impuesto al trabajo. Esto deberá duplicar el poder adquisitivo de los trabajadores.

- Tener un solo tipo de cambio. Esto implica que quienes compran dólares (las petroleras y mineras para su maquinaria, las automotrices para sus ensambladoras locales, las empresas que giran dividendos, los bancos que convierten en dólares los intereses pagados por el estado y los políticos que giran sus tesoros al exterior) lo hagan al precio al cual los exportadores les deseen vender. Intervenir en el mercado de cambio es desfavorecer a los exportadores (productores rurales, acerías, Aluar, Cicaré, Anadón, bodegas, aceiteras, fabricantes de extracto de cítricos, turismo nacional para extranjeros) a favor de los importadores y políticos corruptos.

Todo esto hará que rápidamente la demanda agregada (demanda doméstica + inversiones + exportaciones) aumente, para bien de muchos y mal de unos pocos.

Veremos quién le pone el cascabel al gato.


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