2023


Autora: Iris Speroni

Las elecciones de este año son penosas, como muy bien lo explica Santiago González (@gauchomalo140) aquí.


La Argentina hace ocho años que no crece. De éstos, los últimos cuatro decrecimos. Hay que agregar que tenemos la mayor deuda de nuestra historia.


Esto luego del mayor veranito que nos dio el contexto internacional en los últimos 60 años, desde que la Unión Europea (en ese entonces Comunidad Económica Europea) decidió como política general del bloque no importar alimentos y exportar a precios subsidiados sus excedentes agrícolas.


La clase política despilfarró y/o se apropió de la mayor generación de riqueza que tuvimos en 60 años. No es algo que podamos ni debamos perdonar ligeramente.


Estos últimos cuatro años fueron una destrucción metódica del sector industrial y del comercio minorista tradicional. La Argentina no aumentó su rol exportador (seguimos con un mercado interno que se lleva el 78% de la producción) y además nos colocaron el yugo de la deuda. 


Un sector que creció por las propias - el informático - fue castigado con aranceles de exportación del 10%. Un 10% es, a veces, mucho más que el margen de la actividad. Es demencial lo que la clase  política hace con nosotros.


Sería un buen momento para que nos volvamos reaccionarios. Reaccionarios en el sentido de reaccionar contra los abusos a las personas de a pie. Un grupo de personas - políticos y proveedores del estado - se apropian de nuestro esfuerzo. Ni siquiera tienen la decencia de invertir el dinero robado en el país y así generar trabajo. Esto corre tanto para la casta política como para los miembros del Club de la Obra Pública. 




La Argentina tiene un proyecto nacional. Implica ocupar territorio, ocupar el Mar Argentino, tener una industria completa (de base y de terminación - pesada y liviana), un agro que genere riqueza (“Cultivar el Suelo es Servir a la Patria”), estar listos para la Defensa, ser una Nación orgullosa dentro del concierto mundial.


Este proyecto más o menos caminó entre la Guerra del Paraguay, finalizada en 1870, y la Guerra de Malvinas. 112 años de un proyecto que con marchas y contramarchas atravesó gobiernos conservadores, radicales, peronistas y golpes militares.


Implicó ocupar el territorio, expulsar al indio y al chileno, extender la superficie domesticada, hacer ferrocarriles, puertos. Ya entrados en el SXX, explotar petróleo y carbón; tener nuestra propia flota, primero militar, luego mercante; más tarde tener nuestros propios astilleros; ocupar la Antártida; desarrollar nuestra industria de base, tanto por Fabricaciones Militares como por industriales privados, para garantizar los insumos a nuestra propia industria de bienes intermedios y terminados; hacer represas para generar energía hidroeléctrica y Atucha para energía nuclear. Desarrollar el sistema vial. Educación elemental, secundaria, de oficios, industrial, artística, universitaria.


Pasamos de un país endeudado, consecuencia del costo de la Guerra del Paraguay, a deber U$S 7.000 millones en 1975, cien años después, durante el gobierno de Martínez.


¿Por qué fueron posibles estos 112 años de prosperidad creciente que se extendió a millones de personas? 


Algunos dicen que la razón fue que durante la primera mitad del SXX (1900-1950) los precios de nuestros bienes exportables fueron altos. Que Europa pagaba caros el trigo y la carne. 


Esa puede ser condición necesaria pero no suficiente. 


La misma situación, vender cara su producción, la vivió toda Sudamérica. Bolivia con el estaño, Chile con el cobre, Brasil con el caucho, etc. Sin embargo el único país que reinvirtió en un proyecto nacional, en particular en la educación de la totalidad del pueblo, fuimos nosotros. 


Se debió a que había un proyecto, preexistente, y una clase dirigente que lo llevó a la práctica. 


El proyecto nacional fue tan potente que sobrevivió los cambios de régimen: Radicalismo 1916-1930, gobierno de facto de 1930-1946, y el gobierno electo de 1946. En el caso de Perón, no tiene nada de sorprendente, toda vez que él fue educado en el Colegio Militar bajo las pautas de la clase dirigente que condujo el proyecto nacional a partir del 1870.


El proyecto pudo seguir luego del golpe de 1955, si bien con algunas bajas. Se desafectó el proyecto del avión a reacción (Pulqui I y II), pero continuó el proyecto nuclear hasta hoy (INVAP, CNEA), y el de cohetería, terminado por Alfonsín. 


Hay continuidad: FFCC de Avellaneda, Antártida y Marina de Guerra de Roca, YPF de Mosconi, FFMM de Savio, SOMISA y ALUAR de décadas después.


Todo eso se debilitó con el golpe de 1976 (no todo, los militares defendieron CNEA y FFMM), pero el área financiera endeudó el país, levantó ramales ferroviarios, comenzó el abandono de la flota mercante. 


Ciertamente la destrucción de la industria argentina arrancó con Alfonsín: Mercosur, cierre de FFMM, FFCC y Astilleros y venta de YPF con Menem, más la continuidad de todos los gobernantes del SXXI. 


Hoy flotas extranjeras depredan el Mar Argentino, tenemos una base militar extranjera en nuestro territorio. Ante la impasividad de nuestros gobernantes.


Para el 2023 hay que armar una fuerza que retome, con los aggiornamientos del caso, este proyecto que duró 112 años, desarmado por la socialdemocracia. 


Antes de la Guerra del Paraguay


Me quiero detener en los años previos a 1870. El plan de un proyecto nacional estaba embrionario desde la Declaración de la Independencia. Está expuesto en detalle en “Plan económico y rentístico para la Confederación Argentina”, de Juan Bautista Alberdi.


Si el plan estaba ¿por qué no se pudo ejecutar antes? 


Tras la independencia el noroeste pierde su mercado del Alto Perú, sin embargo, tanto el Litoral como Buenos Aires comienzan a progresar con la venta de cueros primero y carne después a Brasil y Europa. 


Sin embargo el país no prospera. ¿Por qué?


Porque toda la riqueza que produce el negocio del ganado no puede ser reinvertido. El proyecto estaba, no estaban las condiciones.


La causa son las guerras. La de la Independencia, luego las civiles. Implicaban distraer hombres que podrían estar trabajando y pérdidas de ganado bovino y equino, más el costo de armas y municiones. Todo excedente se destinó a ese fin, dejando en la pobreza a todo el país.


Debemos sumar interminables guerras externas: Brasil (Portugal), los bloqueos británicos y franceses al Río de la Plata.


Y el problema del indio. Gente que se internaba en la campaña para criar su hacienda, veía, en un instante, que desaparecía todo su trabajo de uno o dos años tras el malón. Con enormes daños económicos y afectivos, toda vez que secuestraban mujeres y niños y asesinaban varones adultos. Las historias que constan en actas de jueces de paz o del ejército de la campaña hielan la sangre. Verdaderas historias de terror.



Los malones no perjudicaron sólo a la provincia de Buenos Aires, que en ese entonces era una franja de 200 km desde la costa del Paraná y el Río de la Plata hacia el oeste sino también el sur de Mendoza, San Luis, Córdoba.


Los ataques sobre poblaciones civiles estaban fogoneados por Chile. La alta aristocracia chilena compraba el ganado (que en parte revendía a California) a cambio de dinero y armas. Formaba parte de la estrategia de desgaste chilena contra nosotros.


Los 112 años de paz permitieron frenar esas exacciones. 


Tras la paz:
1. Los particulares invirtieron sus ganancias.
2. El estado invirtió en bienes públicos, en particular en educación.


El costo del estado fue estable, entre 20% y 25% del PBI. Hubo paz. Hubo un plan.



A Futuro



Ahora nuestros malones son la casta política.

No nos malonean una vez por año sino todos los meses en el recibo del sueldo, donde constan todos los descuentos que se lleva el estado, más todo lo que paga el empleador por el “derecho” a contratarnos.

Nos malonean cada día cuando vamos al almacén, donde $ 500 son para el almacenero y $ 500 para el estado.

Nos malonean cada vez que cargamos combustible, cuando de $ 1000 que pagamos a la estación de servicio, $ 550 son para el estado y $ 450 para toda la cadena: extracción, destilación, transporte, comercialización.

Cuando una PyMe paga $ 90.000 de luz: $ 45.000 son para la distribuidora y $ 45.000 se los malonea la casta política.


Al final - exceptuando las muertes y los secuestros - nos salían más baratos los malones. 


Es imprescindible que nos quitemos de encima estos parásitos socialdemócratas y volvamos a la senda del Proyecto Nacional. Tener nuestra industria, pesada y liviana, ser una potencia agropecuaria, recuperar el control del Mar Argentino. Volver a contar con FFAA. Reabrir FFMM. Tener un estado que cueste el 25% del PBI nacional. Repagar la deuda externa y comprometernos a que nunca más nadie nos endeude bajo excusa alguna.


Todas las propuestas con chances de este año responden al proyecto de desindustrialización, desarme, deseducación, despoblamiento de nuestra nación.


Es hora de empezar a organizar el 2021 para poner representantes del Proyecto Nacional en concejos deliberantes, legislaturas y el Congreso. Aunar todas las voluntades, olvidar todos los pasados de cada uno con el objeto de, paso a paso, organizar el 2023.


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Agradecemos la difusión del presente artículo:    

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