CRIMEN Y CASTIGO
Nunca pude pasar de los primeros capítulos de “Crimen y Castigo”. Me estruja el estómago.
Una de las historias secundarias trata sobre un matrimonio con niños pequeños más la hija jovencita de la mujer. El hombre pierde el trabajo y prostituyen a la joven para mantener a la familia. La madre la extorsiona emocionalmente aduciendo que necesita ese dinero para alimentar a los pequeños hermanitos, amados por la muchacha. Al mismo tiempo al matrimonio le repugna la actividad indigna de la joven, por lo que la sacan de la casa familiar y la ponen en una pensión inmunda “para que no sea una mala influencia para los hermanos”.
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El campo argentino nos mantiene a todos. De ahí sale el dinero para las universidades, la administración del estado, educación, salud, televisión pública, el Consejo de la Mujer, las sombrillas de Mar del Plata, etc.
Sin embargo, el campo no tiene voz. No tiene voto. Ni una palabra elogiosa por su esfuerzo, sólo recriminaciones.
El campo argentino tiene una excesiva presión impositiva. En inglés: overtaxed. Le quita la rentabilidad, impide reinvertir. Por ello disminuye el valor patrimonial de la tierra o instalaciones. Al bajar la renta por los impuestos, cae su valor.
A cambio de la presión impositiva, tenemos una baja inversión pública al servicio del sector.
El campo, con sus trabajadores y productores, se complementa con una gran red de proveedores: semillas, agroquímicos, vacunas, provisión de instalaciones (alambre, molinos, silobolsas, parideras), servicios veterinarios, acopiadores. Millones de personas involucradas.
Sin embargo ninguna de estas personas está representada en la vida política argentina. Nuestro sistema es representativo. Artículo 1 de nuestra Constitución Nacional.
Quien no tenga voz y voto en los ámbitos colegiados, no existe. Es Garabombo el Invisible. No está representado el productor de Brangus de Corrientes, ni el concesionario de pick-ups de Tapalqué, los veterinarios de General Pico, los exportadores de caballos de carrera, los paperos del sur de la provincia de Buenos Aires, o los acopiadores de lana de Chubut. Ninguno está representado. Ni en el Congreso. Ni en las Legislaturas Provinciales. Ni en los consejos deliberantes. Mientras su voz no sea oída en el ámbito donde debe serlo, no existen. Son invisibles.
No son los únicos invisibles. Los acompañan los jubilados, los humildes, los miembros de las fuerzas armadas, los pescadores, las víctimas del delito y tantos otros. Eso es obvio.
Quienes gobiernan defienden otros intereses. En primer lugar, los propios. La casta política sólo se preocupa de incrementar su patrimonio personal y de perpetuarse en su puesto; y marginalmente en defender los intereses de quienes colaboraron en su carrera al poder. En palabras de Santiago González “...la destrucción de los partidos tradicionales condujo al surgimiento de una casta parasitaria que periódicamente simula recambios para asegurar su permanencia y que usa el poder coercitivo del Estado en su beneficio o en el de sus allegados”.
No hay un proyecto de nación que implique un fortalecimiento de quién nos da de comer: el campo. Vemos en televisión a políticos, a asesores de políticos, a pretendientes de políticos decir “el modelo agroexportador”. Igual que el padrastro proxeneta de Dostoievsky insultando a su hijastra que lo mantiene. ¿Es el “modelo agroexportador” el mejor? No sabemos. Sí sabemos que les encanta vivir de él y apoderarse de sus dólares para comprar propiedades en Miami y mandar a sus hijos a pasear por París. Creo que Argentina no tiene un modelo agroexportador. No hay modelo exportador alguno, agro o no, toda vez que se exporta apenas el 20% del producto. Sería el famoso proyecto exportador sin exportación. Magia. Pero si lo fuera, no es quienes viven de él quienes pueden sostener que eso es un insulto.
Durante el SXXI el mundo requirió soja para combustible (el desperdicio se les da a los cerdos). Tanto Lula como los Kirchner aceptaron el lugar en el mundo que nos dieron.
Mientras exteriorizaban una posición adversa al orden mundial coordinaron las políticas necesarias para satisfacer a sus mandantes. Lula permitió el desmonte del Amazonas, asesinato de Chico Mendes incluido. Los Kirchner colocaron barreras para forzar a los productores al cultivo único.
El dinero de los impuestos proveniente del agro podría haber sido reinvertido en el sector. Esto hubiera permitido: aumentar la producción, mejorar su eficiencia (que cueste menos producirla), industrializarla o modificarla, de tal forma de vender productos de mayor valor por tonelada, e ir comprando la cadena: proveedores y fletes. Lo que hizo China al comprar Nidera. Eso generaría una rueda de riqueza que incorporaría más personas y mejor pagas.
Proyecto Estratégico
Hace falta un proyecto integral del agro, que sea conveniente a todos sus actores: los trabajadores, relegados en ingresos o expulsados de los campos, los productores, más todos los satélites (proveedores, profesionales, transportistas, intermediarios, acopiadores). Que implique tomar las riendas del propio destino: poseer patentes, medios de transporte, de acopio, puertos, ampliar la frontera, diversificar las producciones y ganar mercados. China, que no es un país agropecuario, sí tiene un proyecto de sector. Nosotros no.
Actualmente existe una gran amenaza: la propaganda contra la carne roja. Creo que hay intereses detrás, como la carne artificial en manos de laboratorios, y que la superficie arable se destine a cultivos que sirvan como biocombustibles. Esa política europea - que tiene a Naciones Unidas como vocera - es complementaria con obtener proteína animal gratis de nuestro Mar Argentino. Con una mano dinamitan nuestra crianza de ganado, con la otra nos roban los peces. Por lo tanto todo plan estratégico agropecuario argentino debe contemplar el rol de la pesca en nuestro mar.
Actualmente existe una gran amenaza: la propaganda contra la carne roja. Creo que hay intereses detrás, como la carne artificial en manos de laboratorios, y que la superficie arable se destine a cultivos que sirvan como biocombustibles. Esa política europea - que tiene a Naciones Unidas como vocera - es complementaria con obtener proteína animal gratis de nuestro Mar Argentino. Con una mano dinamitan nuestra crianza de ganado, con la otra nos roban los peces. Por lo tanto todo plan estratégico agropecuario argentino debe contemplar el rol de la pesca en nuestro mar.
La Lucha es Cultural
Esta es, tal vez, la parte más delicada. Primero aceptar que existe un discurso que con premeditación y alevosía ataca al agro. Es llevado adelante por toda la casta política, el periodismo, el mundo académico y parte de los sectores industriales, que buscan ese botín para financiar sus actividades.
Con ese discurso en mente se han cambiado los manuales escolares, al punto que la gran mayoría de la población, actualmente, ignora qué actividades se realizan en el campo, cuán difíciles son. Se repiten prejuicios y slogans, sin que exista un contradiscurso de respuesta. Esta lucha es impiadosa. Nos sacarán las jineteadas, poder ir a las procesiones religiosas a caballo y los concursos de belleza. Adiós a la Reina de la Vendimia o la Reina del Trigo. Si no nos despertamos, nos sacarán todo. El dinero ya lo sacan.
Propuestas
1. Ocupar lugares en los órganos colegiados a niveles municipales, provinciales y nacional.
2. Armar un discurso para pelear con el oficial que es anti-agro.
3. Responder con inteligencia a los ataques de Naciones Unidas, Europa y los partidos verdes.
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