DIRIGENCIA VAPORESIANA



¿Dónde queda el “Viva la libertad carajo”?


 Autor: Juan Martín Perkins  


Mucha gente despotrica contra lo que llama “monopolios”, pero simultáneamente le tiene fobia a la competencia. 


Una contradicción muy nuestra es pedir libre mercado y después pedir que aprieten a los agentes por los aumentos de precios “desmedidos”.


Así de confusa es nuestra noción liberal, lo cual es de gran ayuda para las huestes vaporesianas.


¿Somos o no somos? ¿Dónde queda el “Viva la libertad carajo”?


El durazno puede gustarnos a todos, pero no es para cualquiera bancarse la pelusa.


No uso metáforas gastadas para no llamar a las cosas por su nombre, descuento que todos sabemos de qué estamos hablando, especialmente los políticos, los dirigentes sindicales y empresariales. 


Todos ellos saben que ésta es la última bala para cambiar. 


Si obligan a abortar el cambio, todo el esfuerzo habrá sido en vano y volveremos al pasado.


No debe, pero puede pasar.


No dejemos que suceda. De nosotros depende, está claro.


Cuando yo era chico, mi madre me decía que tenía un coeficiente intelectual alto y que debía esforzarme más para aprovechar mi potencial. ¡Metáfora de la Argentina!


Somos la confirmación del pronóstico de mi madre. 


La “pereza intelectual” no nos permite apreciar cómo es que la manga de vaporesianos forajidos de siempre nos aborte el proceso de cambio.


Digo vaporesianos, por usar un término del genial Alfredo Casero, sin ánimo de ofender a nadie, pero harto de la hipocresía y demagogia con la que intentan seguir engañándonos.


En estos días, los vaporescianos del senado tienen la palabra.


Ellos saben que tienen el poder y los votos para mandar el país al pasado decadente. Veremos que dicen y que votan, con el recuerdo vivo de su mega aumento exponencial de dietas.


Saben que dividir es reinar, lo saben y lo hacen con nosotros.


Usemos todo nuestro coeficiente intelectual para reconocer lo que se está haciendo…  y que el síndrome de abstinencia a la falopa no nos haga pedir flan llorando a los gritos.





Juan Martín Perkins.


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Agradecemos la difusión del presente artículo:  


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