EL ÚLTIMO EMBATE DEL PROGRESISMO GLOBALISTA: LA MIGRACIÓN MASIVA


Autor: Marco Tulio @misterciceron
#NoAlPactoMigratorioONU  

Después de meses de haber batallado contra la introducción de agendas exógenas en nuestro debate público como el aborto y la ideología de género, parece que el año no podía cerrarse sin la última arremetida del globalismo contra la integridad de las naciones. Una arremetida que por estos pagos fue sospechosamente silenciosa. El fenómeno de los flujos migratorios masivos que se hizo tangible en el Viejo Continente, sirvió de pretexto para las mentes que comandan la ingeniería social a gran escala, quienes diseñaron un nuevo instrumento legal internacional con el cual disponer a libre arbitrio sobre las políticas migratorias de los países. Es quizás, el sueño realizado de la Open Society de George Soros. Este instrumento recibe el nombre de Pacto Mundial sobre la Migración Segura, Ordenada y Regular. 

Según lo que informa el portal web de nuestra propia cancillería, Argentina se encamina a firmar y ratificar dicho pacto este 11 de diciembre en Marrakech, Marruecos. Lo que debiera haber sido un debate público sobre temática tan importante para la política migratoria de nuestro país, se mantuvo oculto y en silencio, solo dado a conocer en herméticos encuentros informativos citados por el Observatorio de Derechos Humanos y de Relaciones Internacionales del Senado.  

Ahora bien, ¿en qué consiste el Pacto? Bajo el auspicio de Naciones Unidas y según las propias palabras de quienes dieron forma al articulado se trata del "primer intento para gestionar los flujos migratorios de forma integral y a escala internacional". Como siempre, el doble lenguaje onusiano esconde bajo palabras armoniosas las oscuras intenciones y las negativas consecuencias que todo este delirio puede acarrear. Entre los compromisos que menciona el mismo pacto se encuentran las medidas contra la trata y el tráfico de personas, evitar la separación de familias y la detención de migrantes, reconocer el derecho de los migrantes irregulares a recibir salud y educación en los países receptores. Aclaración: nótese que en todo momento estamos hablando de migrantes y no de refugiados, sobre quienes actualmente recae un estatus jurídico distinto, lo cual hace dudar seriamente de las intenciones del pacto. Es, quizás, la parte más oscura del articulado puesto que el estatus de migrante se equipara al de refugiado, de modo que muy probablemente en el futuro próximo no hablemos más de refugiados sino solo de migrantes. 

En ninguno de los objetivos del Pacto se menciona a los migrantes ilegales, solo se hace una breve mención a la irregularidad, puesto que después de todo cada país determina quién es ilegal y quién no. Pero esto sin dudas es la mayor trampa, porque además de igualar la figura del migrante económico a la del refugiado en una suerte de victimización, viabiliza la regularización de la migración ilegal que, a fin de cuentas, son todos los individuos pasibles de derecho sobre los que recae este pacto. De manera que, si usted firma este pacto, usted se obliga a respetar los derechos de acceso a la salud y a la educación, aún así usted los considere ilegales. ¿Se entiende?

Saliendo del doble lenguaje onusiano, vamos a un ejemplo sencillo para entender el delirio que supone la efectiva aplicación del pacto para los países firmantes. Bajo la normativa de este instrumento internacional, todos los individuos que componen la Caravana de Migrantes que hoy amenaza la frontera estadounidense son sujetos activos de derechos, y el país firmante, si en este caso fuera Estados Unidos, estaría obligado a darles la bienvenida, otorgarles acceso al sistema de salud estadounidense, acceso a la educación y soluciones efectivas para el acceso a viviendas. Basta tan solo poca imaginación para dimensionar el futuro alcance y las oscuras consecuencias de lo que esto puede generar, puesto que lejos de desalentar las migraciones masivas las incrementaría exponencialmente. 
Pero por supuesto que previendo semejante calamidad, Estados Unidos fue uno de los primeros países en abandonar las rondas de negociación del pacto. 

En palabras del ex Secretario de Estado Rex Tillerson, el pacto “socava el derecho soberano de los Estados Unidos de hacer cumplir nuestras leyes de inmigración y asegurar nuestras fronteras”. Con el correr de los meses y al igual que los norteamericanos, otros tantos países también fueron abandonando las negociaciones del pacto, entre ellos, Australia, Austria, Bulgaria, China, Croacia, Dinamarca, Italia, Japón, Dominicana, Hungría, Eslovenia, Estonia, Suiza, República Checa, Polonia, Israel, y hace unas horas Lituania comunicó que tampoco firmaría el pacto. Es probable que en los próximos días más países se nieguen a firmar el instrumento. 

Entre los defensores del Pacto se encuentran aquellos que sostienen que el instrumento no es vinculante para los países firmantes, de modo que no sería una afrenta a la soberanía de las naciones. Sí, es cierto que no es vinculante. Pero tampoco son vinculantes los pronunciamientos de la Corte Interamericana de Derechos Humanos de la OEA, o las observaciones del Comité de Derechos Humanos de Naciones Unidas. Y, sin embargo, los argentinos hemos vivenciado como en los últimos años misiones de ambos organismos han intervenido insolentemente en asuntos escandalosos como el caso Maldonado y Milagro Sala. Intervenciones con una clarísima parcialidad ideológica y en connivencia con ONG’s locales que lucran con la provechosa industria de los Derechos Humanos. Vemos entonces cómo sin ser vinculantes, vulneraron nuestra soberanía jurídica y denigraron la imagen del país ante la caviarada internacional de la "izquierda champagne"

En resumen, por más que no sea vinculante, los efectos nocivos y la cadena de consecuencias que puede disparar semejante delirio wilsoniano son incontables. Sumamos dos recientes críticas más: el candidato chileno, José Antonio Kast, sostuvo que “si bien se afirma el carácter de no vinculante, ello no ocurre en la práctica, por cuanto las organizaciones sin fines de lucro (Fundaciones, ONG’s, etc) y grupos sociales utilizarán este pacto como medio de presión hacia el Gobierno, las instituciones y la Justicia por considerarlo una obligación internacional en favor de los Derechos Humanos”. En la misma línea, la oposición finlandesa considera que el Pacto no diferencia entre inmigrantes legales de ilegales, no permite la detención de quienes son ilegales y peor aún, es la piedra angular para sentar en el derecho internacional consuetudinario a la migración como uno más de los tantos Derechos Humanos. 


Y por supuesto que, como en todo negocio, no podía faltar el empresario local de los Derechos Humanos, Horacio Verbitsky, director del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), quien formó parte de esas mesas de reuniones auspiciadas por Naciones Unidas haciendo sus recomendaciones para el articulado del Pacto. 

Recordemos que el CELS fue quien redactó nuestra actual ley de migraciones 25.871, sancionada en 2003, normativa que dio forma a toda la política migratoria de la década ganada con sus consecuentes problemas que supimos importar de la Patria Grande. 


Gracias a tan brillante ley fue que nos convertimos en el depósito de pobres de Sudamérica. 

Gracias a tan brillante normativa es que todavía existen problemas e impedimentos para deportar a inmigrantes que delinquen en nuestro suelo. 

Gracias a tan brillante articulado es que reventamos de narcotráfico a una sociedad que se jactaba de no tener los índices de criminalidad de México, Colombia o Brasil. 

El CELS y Horacio Verbitsky, con su ley migratoria de 2003, son acreedores de estos grandes éxitos. ¿Estamos seguros de firmar un Pacto Internacional donde metió la mano este oscuro personaje?  

Firmar este pacto significa importar problemas a futuro, en un país donde no hace falta decir que los problemas sobran. 

Todos sabemos que Argentina constituye un país históricamente solidario, ha recibido de brazos abiertos a las diversas corrientes inmigratorias que poblaron y enriquecieron esta tierra. Pero esto fue así porque existió una generación de líderes estadistas que pensaron, articularon y pusieron en ejecución una política migratoria, NUESTRA política migratoria

Firmar ese Pacto significa entregar nuestro control de las fronteras y nuestra soberanía nacional al arbitrio de un puñado de burócratas globalistas. No seamos víctimas de la última estocada de ese progresismo que, gracias a Dios, está muriendo lentamente en cada rincón del mundo. Seamos inteligentes. Exijamos que Argentina se sume a ese club de países notables que hacen respetar sus fronteras, su soberanía y, por sobre todo, a su pueblo. Todavía estamos a tiempo de decir como nación soberana #NoAlPactoMigratorioONU.  


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Agradecemos la difusión del presente artículo: 

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