17 DE AGOSTO, PASO A LA INMORTALIDAD DEL LIBERTADOR JOSÉ DE SAN MARTÍN.



Por Fernando Andrada, Secretario de Asuntos Históricos, CAUSA Argentina.

Nota original: https://www.facebook.com/627205597421297/posts/2198467120295129/


Ante un nuevo aniversario del paso a la inmortalidad de quien fuera el libertador de varias naciones, el General José de San Martín, repasar su gesta heroica no sólo es un acto de memoria, sino que también sus acciones y convicciones pueden y deben ser de utilidad en un contexto donde nos enfrentamos a nuevas formas de dominación.

Breves datos biográficos 

El General San Martín nació un 25 de febrero de 1778 en Yapeyú, actual provincia de Corrientes.

A los 8 años emigró con su familia a España, ya que su padre estaba a cargo de un regimiento en Málaga. 

El joven San Martín recibió en España una educación en distintas disciplinas que va desde idiomas y artes, hasta ciencias. 

No obstante, lo más destacable del joven San Martín en tierras españolas fue su heroica participación en la guerra de liberación de España contra la Francia de Napoleón. A tal punto, que en 1808 fue condecorado por su actuación en la batalla de Bailen.

Regreso a Buenos Aires y la campaña libertadora 

San Martín una vez enterado sobre los sucesos de mayo en 1810, pidió el retiro del ejército español, y regresó para ponerse al servicio de la revolución americana.

Tras su llegada a Buenos Aires, se le encomendó la creación de un regimiento ya que las tropas españolas hostigaban las costas del río Paraná -fue en este momento cuando nació el regimiento de granaderos a caballo-.

La política centralista de Buenos Aires, que estaba gobernada por Bernardino Rivadavia, era totalmente perjudicial para el interior del Virreinato, ya que desde Buenos Aires se controlaba la aduana y los puertos. A esto se le sumó la política de libre comercio, que complicaba más aun la economía local. 

Posteriormente, San Martín se puso en contacto con Bernardo de Monteagudo, con el que finalmente logró presionar para poner fin al primer triunvirato en 1812. Es menester recordar que con Monteagudo fundaron la logia Lautaro.

Más tarde, en 1813, tuvo como suceso el bautismo de fuego de los granaderos, cuando en San Lorenzo las tropas del General San Martín vencen de manera categórica a las huestes de Fernando VII.

El General logró un gran reconocimiento, lo que permitió que se le asigne como máxima autoridad militar del ejército del norte en 1814, año en el cual también fue nombrado como intendente de Cuyo, actual provincia de Mendoza.

Fue allí donde comenzó a armar lo que fue el Ejercito de los Andes, siendo efectivo en 1815, y por otro lado, diseñó la estrategia para la definitiva independencia, la cual fue la toma de Lima, bastión de los realistas.  

En 1817, luego de la gran gesta de cruzar la cordillera de los Andes, inició la campaña en Chile. Pese al revés inicial sufrido en Cancha Rayada el 5 de abril de 1818, se venció definitivamente a los realistas en la batalla de Maipú. 

Luego de dos años de estadía en Chile preparando el asalto final en Lima, el Ejército de los Andes comenzó la campaña (la cual duró un año). La excelente estrategia del General San Martín de bloquear por vía terrestre y marítima logró la rendición de las tropas realistas que comandaba el Virrey De La Serna en 1821.

Tras la victoria y la entrada en Lima, San Martín es nombrado como protector del Perú, poniendo fin a la esclavitud promulgando la libertad de prensa y culto.

Retiro

Su retiro tuvo lugar en 1823. Seis años después, intentó regresar a Buenos Aires pero Bernardino Rivadavia se lo impidió, alegando que no iba a ser bienvenido por negarse a reprimir a los federales del interior. Además, fue acusado de conspirador contra el gobierno, ya que no quería intervenir en la guerra civil que desangraría a nuestro país por varias décadas.

El General San Martin se fue al exilio, pero nunca olvidó sus deberes patriotas, ya que se ofreció para luchar en la guerra contra Brasil y en la Vuelta de Obligado.   

Fue y sigue siendo un ejemplo de lealtad y patriotismo. Dejó todo por la liberación de la patria, a la vez que nunca quiso participar de guerras entre hermanos. 

Que su ejemplo nos guíe para poder luchar por nuestra libertad contra este Nuevo Orden Mundial y sus sirvientes locales. Recordar esta frase del libertador: “Compañeros, juremos no dejar las armas de la mano hasta ver el país enteramente libre, o morir con ellas como hombres de coraje”. Que así sea.


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