INTEGRACIÓN Y DESINTEGRACIÓN - PARTE III
Integración y desintegración en un contexto de reconfiguración mundial
Autor: Marcelo Javier de los Reyes*
Nota original: https://saeeg.org/index.php/2021/11/13/__trashed/#_edn1
Continuación de PARTE II
Ventajas y desventajas de
los bloques regionales
Anteriormente fueron
esbozadas algunas de las ventajas que proporcionan a los países pertenecer a un
bloque regional, como por ejemplo, un mayor poder de negociación ante terceros
países, a través de una negociación conjunta; acceder a un mayor mercado para
ofrecer sus productos; incentivar el desarrollo de una economía de escala; la
división de trabajo intrabloque que le permitiría a los países miembros la
producción de bienes que de forma aislada no podrían fabricar —se puede
mencionar como ejemplo el caso de Airbus en la Unión Europea—; aplicar políticas arancelarias y
comerciales beneficiosas para los Estado parte, permitiendo el libre tránsito de mercaderías entre sus
fronteras y, por lo tanto, impulsando el consumo; la defensa recíproca en asuntos no rigurosamente
económicos; la firma de acuerdos en otras cuestiones de interés mutuo como la
seguridad, la justicia, la defensa común, etc.
Con respecto a las desventajas cabe
mencionar la obligación
de suscribir decisiones
económicas, políticas y jurídicas del bloque que podrían ser consideradas en
contra de los propios intereses, es decir, resignar parte de su soberanía en
beneficio de los mercados; limitaciones
para gestionar sus propias políticas comerciales; desigualdades entre los
miembros del bloque, tanto por su poder económico como político; pérdida de autonomía que afecta la toma
de decisiones en función de sus intereses; la visión dispar de la agenda que
debería seguirse; la protección de los productos de un Estado miembro que
perjudica la producción o los intercambios de otro u otros miembros, etc.
Es por estas razones que hoy estamos
asistiendo a fuerzas que podríamos considerar de desintegración o de
desarticulación y reacomodamiento. Por ejemplo, la posición de Polonia en la
Unión Europa al considerar que su justicia está por encima de justicia
comunitaria, es decir que no acepta las medidas supranacionales en materia de
justicia.
En buena medida esto se debe a la
emergencia de otro fenómeno que es el retorno del “nacionalismo”, la emergencia
de partidos nacionalistas en muchos países. Aquí deseo hacer una salvedad,
porque existe una diferencia entre patriotismo y nacionalismo pero a los
efectos prácticos prefiero que sean considerados como sinónimos.
En esta misma línea se encuentra la
Hungría de Viktor Orban, que comparte la misma posición que Polonia.
Por otro lado están las potencias de
primer orden o potencias globales que definen la integración o la
desintegración a su gusto, las mismas que crearon y luego destruyeron Estados
como Yugoslavia, Irak, Libia, Siria, por mencionar algunos. Me refiero más
concretamente a los Estados Unidos, el Reino Unido y Francia.
El accionar de las potencias globales
No cabe duda que las grandes potencias
marcan el paso que deben seguir el resto de los países de la comunidad
internacional y que, llegado el momento, harán un viraje según sus intereses.
La reconfiguración del NAFTA durante la
administración Trump es un ejemplo de ello y la salida del Reino Unido de la
Unión Europea es otra. En un artículo publicado en noviembre de 2020 aludo a
que durante décadas el Reino Unido y los Estados Unidos le pusieron un corsé a
Europa que limitó sus movimientos y que sigue limitándolos [1] [2].
A principios del siglo XX los Estados Unidos se consolidaron como potencia extra europea tras desarticular al Imperio español en la guerra que le impuso en 1898. Su ingreso en 1917 del lado de los países de la Triple Entente en la Primera Guerra Mundial definió el curso de la guerra. Por motivos diferentes, los entonces enemigos, el Imperio alemán y los Estados Unidos, contribuyeron a la Revolución Bolchevique en el Imperio ruso. Los alemanes enviando a Lenin (Vladímir Ilich Uliánov, 1870-1924) en el denominado “tren blindado” o “tren sellado” para que hiciera la revolución y excluyera de la guerra al Imperio ruso.
Por su parte, en los Estados Unidos Lev
Davídovich Bronstein (1879-1940), más conocido como Trotsky, procedió a la
propaganda a través de periódicos publicados en inglés, yiddish, ruso y alemán,
lo que le permitió reunir fondos de la comunidad judía estadounidense y de
emigrados de Europa Oriental. Trotsky
fue el recaudador del oro capitalista para la creación del Ejército Rojo que
enfrentaría y derrotaría a los restos de las fuerzas zaristas que aún se
mantenían resistiendo. A finales de marzo de 1917 partió rumbo a Rusia vía
Halifax. Fue otro engranaje la revolución.
Del mismo modo, el Imperio ruso siempre
fue un motivo de preocupación para la corona británica que, a pesar de estar
emparentada con los Romanov, no cejó en su empeño por frenar la expansión rusa.
Basta recordar el “Gran Juego” en Afganistán, la Guerra de Crimea, el Congreso
de Berlín (1878) para revisar el tratado de San Stefano que había resultado de
la guerra ruso-turca de 1877–1878 —de modo tal de recortarle al Imperio ruso
los beneficios obtenidos—, el temor a que Rusia se acercara a la India y su
colaboración en la construcción del ferrocarril chino (1890) que fue sentido
como una amenaza al Lejano Oriente ruso por San Petersburgo, debido a que
llegaba a la frontera del imperio. De ahí la construcción del ferrocarril
transiberiano (1891-1904).
En este contexto también se daba la
puja por el control de los pozos petroleros en Persia, Cáucaso y Medio Oriente,
más aún cuando el almirantazgo británico reemplazó el carbón por el petróleo
para impulsar sus naves. En este punto encontramos otro argumento para el
ingreso del Reino Unido en la Primera Guerra Mundial: el proyecto del
ferrocarril Berlín – Bagdad —evitando el Mediterráneo y el canal de Suez,
ambos bajo control británico—, lo que significa la expansión germana hacia el este,
hacia los pozos petroleros.
En el Reino Unido también tuvo lugar el
desarrollo de las ideas de Karl Marx, las que prendieron en los revolucionarios
rusos.
De este modo, al fin de la Primera
Guerra Mundial, las potencias centrales y Europa en general quedaron
geopolíticamente encerradas por la Rusia bolchevique y las potencias
atlantistas ocasionando la radicalización ideológica en amplios sectores de
Alemania e Italia que también encontraron eco en otros países europeos, como en
Bélgica con (Léon Degrelle 1994) y en el Reino Unido con Oswald Mosley (1896-1980).
En la Segunda Guerra Mundial se dio lo
que denomino “de salvar a Polonia a entregar a Polonia”, es decir, los
británicos y franceses —luego de la política “de apaciguamiento”— se
involucraron en la guerra tras la invasión de Alemania a Polonia. Sin embargo,
al fin de la guerra, Polonia fue entregada en bandeja a la Unión Soviética, que
había llegado con su Ejército Rojo hasta Berlín.
Entonces
después de la Segunda Guerra la geografía de la Europa democrática era aún más
pequeña que la de la de la primera postguerra.
Luego
vino la Guerra Fría y un mundo partido en dos, la creación de la OTAN en 1949
y, de ahí en más, una asfixia a la geopolítica
de los países europeos y luego de la Unión Europea. Europa quedó condenada al
“atlantismo” y de ahí en más a actuar de comparsa de las políticas y aventuras
que se pergeñaban en Londres y Washington, como las aventuras de Afganistán,
Irak, Libia y Siria, entre otros escenarios.
1949. Firma del Tratado que dio inicio a la OTAN. |
En los últimos años la dirigencia europea está percibiendo las limitaciones que ello le ha ocasionado y ha tomado conciencia que, de continuar por ese camino, sus decisiones permanecerán bajo la subordinación de los Estados Unidos, o en el futuro de Rusia o de China. Angela Merkel y Emmanuel Macron procuran torcer ese destino y nuevamente se ha considerado la creación de una fuerza de defensa exclusivamente europea. Queda por verse si el sucesor de Merkel continuará con esa política.
Con la
estrepitosa y repentina salida de Afganistán por parte de Estados Unidos, esta
idea de una fuerza propia europea e incluso de una inteligencia propia recobró
fuerzas, lo que no significa que sea viable.
Con
anterioridad, el Brexit —debe recordarse que de cara al referéndum se
llevó a
cabo una campaña de manipulación a través de la inteligencia artificial operada
por la compañía Cambridge Analytica— puso en riesgo la solidez de la
Unión Europea.
El presidente francés Charles De Gaulle
tenía en claro lo que significaba el ingreso del Reino Unido a la Comunidad
Económica Europea (CEE). En noviembre de 1962, en oportunidad de recibir al
primer ministro británico, Harold Macmillan —con la intención de obtener la
aprobación de De Gaulle para que su país pudiera ingresar a la CEE—, durante su
retiro de verano en el castillo de Rambouillet, a las afueras de París, De
Gaulle le expresó que si quería unirse a Europa debía abandonar su “relación
especial” con los Estados Unidos. En 1963, el general francés declaró “que
Francia abriga dudas sobre la voluntad política del Reino Unido de ingresar en
la Comunidad”, con lo cual se suspendieron las negociaciones de adhesión de
todos los países candidatos[3] . De Gaulle se manifestó en
contra del ingreso británico en una conferencia de prensa celebrada el 14 de
enero de 1963. El 27 de noviembre de 1967 volvió a negarse en otra conferencia
de prensa.
El
general De Gaulle lo había previsto sagazmente: el Reino Unido jugaría para sí
y para los Estados Unidos. Tras lograr ingresar a la CEE y continuar
dentro de su sucesora, la Unión Europea, gozó de beneficios especiales,
como no adherir al Tratado de Schengen (1985) ni adoptar el euro, cuya entrada
en vigor fue en 2002. Asimismo se encargó de boicotear algunas iniciativas de
la Unión Europea.
Los
pasos a seguir luego del Brexit también eran previsibles. El gobierno de
Londres consideró que ya no tenía sentido continuar con la farsa de pertenecer
a la Unión Europea y ha afianzado su compromiso con los Estados Unidos y la
“comunidad anglo”.
Imagen de Pete Linforth en Pixabay. |
El
15 de septiembre de 2021 Estados Unidos, Reino Unido y Australia anunciaron
públicamente la conformación de la AUKUS, una alianza estratégica militar para
la región del Indo-Pacífico que trae a la memoria los tratados militares
organizados por Estados Unidos durante la Guerra Fría para cercar a la Unión
Soviética.
La
AUKUS es una actualización de la ANZUS, de la que —quizás casualmente— se
cumplieron 70 años de su creación pocos días antes del anuncio de esta nueva
alianza. El Tratado de Seguridad ANZUS (Australia, Nueva Zelanda, Estados
Unidos) fue creado el 31 de agosto de 1951 y fue recordado por el secretario de
Estado Anthony J. Blinken a través de un comunicado de prensa en el que, entre
otras cosas, recuerda que fue invocado únicamente el 11 de septiembre de 2001 y
el trabajo “codo con codo” de Australia y de Estados Unidos en Afganistán durante
veinte años como parte de misiones multinacionales dirigidas por la OTAN[4].
Esta nueva alianza ha incorporado al Reino Unido pero ha dejado de lado a Nueva
Zelanda, país que no siempre ha integrado sumisamente este tipo de alianzas.
Otras
alianzas fueron la SEATO (Organización del Tratado del Sudeste Asiático),
creada en 1954 y vigente hasta 1977 —integrada por Australia, Francia, Nueva
Zelanda, Pakistán, Filipinas, Tailandia, Reino Unido y los Estados Unidos, de
la que se fueron retirando sus miembros a partir de la década de 1970, Pakistán
(1973) y Francia suspendería su participación— y la CENTO (Organización del
Tratado Central), tratado también denominado “Pacto de Bagdad”, firmado el 24
de febrero de 1955 por Irán, Iraq, Pakistán, Turquía y Reino Unido y que se
disolvió en 1979. El gobierno de Estados Unidos tomó la decisión de no integrar
CENTO para evitar una confrontación con los países árabes, uniéndose recién en
1958 al comité militar de la organización.
Entre
estos tratados cabe mencionar el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca
(TIAR), también llamado Tratado de Río, por haber sido firmado en Río de
Janeiro el 2 de septiembre de 1947. Es un “pacto de defensa mutua
interamericano” en el que, de hecho, los Estados Unidos no cumplieron con sus
obligaciones cuando Argentina intentó activarlo ante la guerra del Reino Unido
contra Argentina por la soberanía de las islas Malvinas en 1982. Cabe recordar
que cuando el canciller argentino Nicolás Costa Méndez lo invocó, Chile,
Colombia, y Trinidad y Tobago también se abstuvieron, acompañando la postura
del gobierno de Washington. Otros 17 Estados americanos acompañaron la postura
de Argentina. En 1982 el Tratado de Río fue herido de muerte por la propia
actitud de Washington pero puso en evidencia que los acuerdos entre los países
anglófonos tienen preeminencia por sobre otro o, mejor dicho, ningún acuerdo es
válido si su invocación lleva a un enfrentamiento entre Estados Unidos y el
Reino Unido, o algún otro de los Estados de la “comunidad anglo”, Australia,
Canadá y Nueva Zelanda.
La
creación de la AUKUS es un claro ejemplo de cómo las potencias globales pueden
generar o desestimar los acuerdos conforme a sus intereses. El anuncio público
ocasionó no solo molestias en China —contra la que se dirigiría esta alianza
aunque no la mencionara— sino en Francia, que retiró inmediatamente a sus
embajadores en Australia y Estados Unidos. El nuevo pacto militar significó la
cancelación de una multimillonaria compra de submarinos convencionales a
Francia por parte de Australia y el anuncio de una compra de submarinos
nucleares a Estados Unidos.
El momento en que los líderes de Estados Unidos, Reino Unido y Australia anunciaron la creación de la AUKUS, una alianza de defensa en los océanos Índico y Pacífico. |
La nueva alianza y la actitud cerrada del Reino Unido y de los Estados Unidos tiene lógica teniendo en cuenta el acuerdo secreto de inteligencia que firmaron en 1946 y al que luego se sumaron Australia, Canadá y Nueva Zelanda, el cual tuvo su origen durante la Segunda Guerra Mundial en ocasión de iniciar la colaboración en materia de descifrado de los códigos alemanes, en particular el código Enigma, tarea en la que se encontraba trabajando el científico británico Alan Turing, quien viajó a Estados Unidos en 1942 dando inicio a esa estrecha colaboración que ha derivado en una red de espionaje masivo a escala mundial integrado por esos países y que incluye el uso de satélites espías y bases terrestres que recopilan la información.
[Continuará].
* * *
* Licenciado en Historia (UBA). Doctor en Relaciones Internacionales (AIU, Estados Unidos). Director de la Sociedad Argentina de Estudios Estratégicos y Globales (SAEEG). Autor del libro “Inteligencia y Relaciones Internacionales. Un vínculo antiguo y su revalorización actual para la toma de decisiones”, Buenos Aires: Editorial Almaluz, 2019.
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©2021-saeeg®
[1] Marcelo Javier de los
Reyes. “Visiones geopolíticas contrapuestas. Un siglo de pérdida de iniciativa
europea” (Primera parte). Sociedad Argentina de Estudios Estratégicos y
Globales (SAEEG), 18/11/2020, https://saeeg.org/index.php/2020/11/18/visiones-geopoliticas-contrapuestas-un-siglo-de-perdida-de-iniciativa-europea-primera-parte/
[2] Marcelo Javier de los Reyes.
“Visiones geopolíticas contrapuestas. Un siglo de pérdida de iniciativa
europea” (Segunda parte). Sociedad Argentina de Estudios Estratégicos y
Globales (SAEEG), 19/11/2020, https://saeeg.org/index.php/2020/11/19/visiones-geopoliticas-contrapuestas-un-siglo-de-perdida-de-iniciativa-europea-segunda-parte/
[3] “La Historia de la Unión
Europea - 1963”. Sitio web de la Unión Europea,
<https://europa.eu/european-union/about-eu/history/1960-1969/1963_es>.
[4] “Celebrating
70 Years of the ANZUS Treaty” (Press Statement), Antony J. Blinken, Secretary
Of State. U.S. Department of State, August 31, 2021, https://www.state.gov/celebrating-70-years-of-the-anzus-treaty/.