EL ROMPECABEZAS DE LA VICTORIA DE MILEI

Este personaje aportó una colérica consigna contra una dirigencia política a la que le calzó demasiado bien el rótulo de “casta”, de parásitos privilegiados
 


Autor: Prof. Lic. Pablo Bello (@mategourmet)

Nota original: https://zorrosyleones.wordpress.com/2023/11/30/el-rompecabeza-de-la-victoria-de-milei/


Aporto en estas líneas una explicación y consideraciones sobre el resultado electoral que consagró la presidencia de Javier Milei y Victoria Villarruel, del partido La Libertad Avanza.


Para esta explicación me valdré de algunas notas previas de mi autoría y  análisis de profesionales de diversos medios y orientaciones políticas.

Para empezar quiero señalar que ya me había ocupado del fenómeno Milei en un artículo de este blog, donde analizaba la aparición de dos candidatos con el perfil de outsiders, me refería a Facundo Manes y a Javier Milei, a los dos los consideraba con posibilidades de llegar a un ballotage, pero finalmente el primero desistió, o lo hicieron desistir, de su candidatura presidencial. En aquel artículo catalogaba a ambos pre candidatos como “outsiders sistémicos” (ver artículo), es decir, como personalidades que se montaban en la persistente crisis de representatividad de nuestra democracia cuarentona, pero que no venían a patear realmente el tablero sino a ser funcionales al juego establecido y a los poderes hegemónicos, como si fuesen una “válvula de escape” que el mismo sistema necesitaba para sostenerse y no estallar por el aire.

Pero el “fenómeno Milei” superó mis expectativas en cuanto a su convocatoria electoral. Sus rupturas (por ejemplo la disolución de su alianza con el espacio de Espert en Provincia de Buenos Aires) y el insignificante protagonismo de sus candidatos en las elecciones provinciales previas a las PASO de agosto 2023, parecían augurar una performance por debajo del 20 % de votos positivos en la elección presidencial, número porcentual de votos que yo marcaba como límite para activar su posibilidad de llegar a segunda vuelta. Sin embargo, varias cosas se iban tejiendo más allá del alcance de los analistas y encuestadores más preparados. Se dio un juego oculto a varias bandas de parte de protagonistas de esta disputa, por un lado, el oficialismo parece haber jugado ciertas fichas a la posibilidad de que Milei creciera y le sacara votos a la coalición de Juntos, una coalición con mayor densidad política que el novel partido de los libertarios mileístas, por densidad política me refiero a inserción territorial, sectorial e institucional. Según muchos testimonios el mismo oficialismo, algunas figuras muy cercanas incluso a Massa, estuvieron financiando, apañando y armando logística y candidaturas del partido de Milei en el preludio de las PASO. Por otro lado, el poder de difusión de ciertas redes sociales y espacios de jóvenes adherentes a Milei no fue ponderado adecuadamente en los análisis previos. No se tomó dimensión de los apoyos a Milei que provenían del exterior, de especialistas en comunicación política en redes como Steve Bannon, que ya habían obtenido sorprendentes resultados con la llegada de Bolsonaro al gobierno de Brasil.

Así, llegado el momento de las primarias abiertas, terminó resultando que un economista de una ideología poco arraigada, con propuestas que ya habían fracasado en Argentina, con una idea estrafalaria de dolarización, con una fuerza política muy virginal y débil, que se presentaba por primera vez a una elección presidencial, obtuviera un resultado que superó todos los cálculos previos. No solo quedó garantizada su participación en una eventual segunda vuelta, sino que también se empezaba a especular con que pudiera ganar en primera vuelta más allá de la fragmentación política del electorado y el alto nivel de ausentismo y voto en blanco de esa primera contienda de las PASO (donde entre ausentismo, y voto en blanco y nulo se superó el 25 % del padrón).

¿Qué aportó la candidatura de Milei que generó tal sacudida?

Este personaje aportó mucho más que un discurso económico polémico y cuestionable, aportó una colérica consigna contra una dirigencia política a la que le calzó demasiado bien el rótulo de “casta”, de parásitos privilegiados. En su entramado propositivo mezcló algunos elementos de liberalismo anti-estatal, con neoliberalismo vernáculo, con consignas de un pensamiento conservador popular (anti ideología de género LGBTQ+, oposición a la ley de aborto libre, anti garantismo en cuestiones de seguridad, anti globalismo, cuestionamiento a las nociones de cambio climáticocuestionamiento a organismos de DDHH), y todo sazonado por cierto condimento místico mesiánico («Las fuerzas del cielo«) que recordaba un poco a la campaña de Menem en 1989. Con esa combinación, y frente a un candidato oficialista encargado de una conducción económica que generaba más de un 140 % de inflación anual, y de unos candidatos de la coalición opositora (Bullrich y Larreta) que no se destacaban por su gestión y se esmerilaron entre ellos, el “outsider sistémico” cosechó unos 7 millones de votos en las PASO, rozando como candidato más votado el 20 % del padrón total de argentinos habilitados para elegir presidente, los cuales se constituyen como su núcleo duro de adherentes. Luego de aquel resultado todos los cañones le empezaron a apuntar a él y a su fuerza, hasta los medios que lo habían catapultado (como el grupo América) se sumaron a una campaña de desprestigio sobre su figura y sus condiciones, solo algunos espacios periodísticos puntuales le dieron abrigo y promoción. A pesar de esto, y de una no muy lucida campaña luego de las primarias, en las elecciones generales logró ser la segunda fórmula más votada y entrar en un ballotage contra el oficialismo y el candidato ultraprofesional Sergio Massa.


Hay que mencionar a una figura que talla tras las sombras y aparentemente es quien aporta el carácter pragmático a esta fuerza libertaria, se trata de Karina Milei, la hermana de Javier Milei, rotulada por este como “La Jefa”, ni más ni menos,  de la que se conoce muy poco en cuanto a su pensamiento político o económico, y que también adolece de una larga carrera en las fangosas arenas de la lucha político-partidaria, pero a pesar de todo viene dando muestras de ser una gran ejecutora para sostener y proyectar el partido.

 A partir de la definición de los contendientes del Ballotage la alianza en ciernes entre los libertarios y el macrismo se acelera vertiginosamente, de esa forma una fuerza política que tuvo certeras vinculaciones con el massismo durante el contexto de las primarias abiertas, pasaba en el momento de la última instancia de definición a una alianza manifiesta con el otro sector político-partidario que disputaba el poder de controlar el Estado.

¿Qué se jugó en este contrapunto de la Segunda Vuelta ?

Por un lado, y de acuerdo a cómo se venía precipitando la campaña en las semanas previas al comicio definitorio, parecía una pelea entre un político sólido, representado por Massa, enfocado y avezado en el manejo de la cosa pública, postulándose como el garante de la gobernabilidad y ciertas «conquistas», frente a un candidato emocionalmente inestable, con incoherencias en sus propuestas y política de alianzas, porque todo su discurso anti-casta parecía diluirse a la hora de la alianza explícita con el macrismo.

Por otro lado, y en sentido contrario, en el imaginario de mucha gente se proyectaba otra disputa. La disputa entre un modelo de administración de la cosa pública viciado de ineficiencia y corrupción, que venía dejando desamparado y devaluado al ciudadano-contribuyente-trabajador argentino, frente a una fuerza nueva con una agenda propositiva que prometía estabilidad monetaria, recorte fiscal, menor presión impositiva, seguridad, y que fundamentalmente podía ser el vehículo para escupirle el asado al oficialismo. Dentro del mundo del trabajador informal que no se vio favorecido por las políticas oficiales la campaña del miedo impulsada por el equipo de Massa no impactó demasiado, tampoco resultó efectiva en el mundo del profesional independiente, empresario pyme o del pequeño comerciante, mientras que el trabajador asalariado de la economía privada y los jubilados se vieron más afectados por la pérdida de su poder adquisitivo que por la amenaza de fascismo y ajuste que representaban en Milei sus adversarios. Muchísimo porcentaje de jóvenes criados en el vértigo, superficialidad y microclimas de las redes sociales (Milenials), sin demasiada conciencia histórico-política, también se volcaron a castigar al gobierno mediante la opción Milei.


El enfrentamiento entre estas dimensiones de percepción que se habían constituido sirvió para generar una fuerte polarización que llevó más gente de la esperada a participar del ballotage, en efecto, una de las posibilidades que algunos analistas contemplábamos era la de una segunda vuelta con muy poca participación y un gran nivel de voto en blanco, lo que podía repercutir en un escenario de ilegitimidad del nuevo presidente y un inminente vacío de poder con gran cuestionamiento al sistema en general. Pero esto no sucedió tan así, la dinámica de polarización entre los dos candidatos llevó mucha gente a las urnas y a participar efectuando una especie de “voto veto”, o de “voto defensivo”, primando como en anteriores casos la estrategia especulativa de “votar al que se percibe como menos dañino”, y en este sentido muchas personas votaron a Massa aunque su situación económica distara de verse beneficiada por la conducción económica de ese ministro, pero muchos  más electores emitieron un voto positivo por Milei. Aun así, entre ausentismo y voto nulo o en blanco hubo un 25 % del padrón que no optó por ningún candidato, también hay que mencionar que la gran cantidad de población extranjera que habita el país no está habilitada para sufragar en la categoría presidencial, por lo cual otro porcentaje de la población no participó de este ballotage.

¿Qué fue lo que catalizó el voto a Milei?

El candidato opositor cosechó más de 14 millones de votos, aunque como señaláramos antes, de allí solo la mitad son votos duros y reales a Milei, los otros fueron principalmente votos anti continuidad. En el voto a Milei se mezclaron las esperanzas en algunas de sus propuestas y el hartazgo y bronca con lo establecido, especialmente con la gerencia política del Kirchnerismo y sus aliados. Ahora recurro a párrafos de otros análisis que estuve leyendo y me parecieron bien atinados para explicar este rompecabezas del voto a un personaje inédito y casi bizarro de la política nacional.

Desde una mirada cercana al oficialismo gobernante y en tono de autocrítica el sociólogo Aritz Recalde explicaba, en un artículo del portal Agencia Paco Urondo , que los argentinos habían pateado el tablero de lo políticamente correcto (por lo menos lo que se entendía por políticamente correcto hasta ahora), y dice textualmente. “…hicimos campaña defendiendo el Estado cuando lo gestionamos mal. La gente le cobró al oficialismo los problemas de la educación, de la salud y de la seguridad pública que arrastran décadas”. Así, algunas voces del mismo entramado oficialista reconocen que el modelo del “Estado presente” que tanto se enarbolaba no era tan real.

Por otro lado la economista Iris Speroni, especializada en temas agropecuarios, aporta algunas vetas de análisis sobre el contundente voto a Milei en el interior del país, en un artículo de su blog Restaurar habla de una rebelión de los votantes de las provincias contra el “expolio” de un modelo centralista conducido principalmente por altos funcionarios de los poderes públicos nacionales y pseudoempresarios influyentes, entre los cuales se conforman verdaderas asociaciones ilícitas para perjuicio de una prosperidad general y expandida. Algo que también hizo notar en los debates previos a la elección general el candidato Schiaretti, quien enunció esa indignación de la población de las provincias frente a muchos subsidios que reciben los habitantes del Área Metropolitana de Buenos Aires, los más cercanos a los centros territoriales y simbólicos de poder.

A su vez la columnista y licenciada en Historia Claudia Peiró, en una nota de Infobae, hace un correcto señalamiento sopesando la apuesta que el oficialismo realizó durante todo su mandato por la agenda feminista y LGBTQ+, y que electoralmente no le rindió grandes frutos. La indignación de muchos varones heterosexuales  por el empecinamiento del gobierno de sostener relatos falaces y privilegios de ciertas minorías intensas decantaron en un voto castigo, a lo que se sumó también el fastidio de mujeres que no se sienten representadas por esas figuras, consignas y procederes del “feminismo hegemónico contemporáneo”.

Estas son mis líneas de análisis del fenómeno Milei, un análisis en el que habría que incluir también una comparación con otras experiencias a nivel sudamericano y mundial, pero que por ahora exceden las pretensiones de este ensayo.

Lo que sigue en la dinámica política es ir develando los interrogantes que se abren de esta experiencia inédita donde una fuerza partidaria sin densidad política llega en su primera elección ejecutiva a la presidencia de un país complejo, difícil y enorme como Argentina, y lo hace con el vaticinio manifiesto de un fuerte ajuste.


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