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LOS ESBIRROS DE LA CLASE DOMINANTE ESTÁN HACIENDO CONTROL DE DAÑOS CON LA FARSA DEL COVID


Por: Stella Morabito

Nota original: https://thefederalist.com/2022/01/18/why-ruling-class-minions-are-so-suddenly-doing-damage-control-on-covid/

Original en inglés al pie de página.

Traducción @Hyspasia

@stella_morabito


Cuando ve que la verdad escapa de los labios del mentiroso como un vapor de una olla a presión, usted debe asumir que algo más grande se cocina a escondidas.

Los medios masivos de comunicación y sus aliados gubernamentales parecen estar haciendo las paces con la realidad al reconocer los daños causados por las insanas políticas de cuarentena contra el COVID. Nada más alejado de la verdad.

Sí, recientemente un grupo de lumbreras, catedráticos, políticos y "expertos" reconocen algunos hechos; finalmente reconocen lo que la mayoría de los norteamericanos ya sabían en los últimos dos años: que las cuarentenas interminales y las restricciones ha producido un daño colosal a la sociedad, a nuestra economía y - lo más trágico - a nuestros niños.

Pero esos autodesignados señores supremos están, simplemente, dedicados a una operación de control de daños, un "limitado ganar tiempo". Cuando ya no pueden esconder más sus mentiras, reconocen lo obvio con el objeto de mantener las mentiras mayores con respirador artificial. Es un ejercicio de cambio de prioridades destinado a preservar una agenda más grande para consolidar el poder.

Un excelente catálogo de la última ola de "ganar tiempo aunque sea un poco", vean el ensayor en Federalist de Joy Pullmann, que muestra cómo los "expertos" que ahora admiten los hechos todavía están dedicados a la lucha por el poder. Un ejemplo es la directora del Center for Desease Control [Centro de Control de Enfermedades], Rochelle Walensky, quien públicamente reconoció que el número de muertos debidos al virus Wuhan fue enormemente inflado.

Otro viene del New York Times de mano de David Leonhardt, quien publicó un dossier con 20 meses de retraso donde expone el daño emocional, social y académico que se le provocó a los niños por la cuarentena ordenada por el gobierno, en particular el cierre de escuelas. De igual forma, Brian Stelter, en CNN, cual panqueque en el aire, critica el daño que provocó la cuarentena luego de denigrar por dos años a quienes expresaron sus preocupaciones sobre el tema.

Me gustaría concordar con quienes creen que hemos llegado a un punto de inflexión y que hay luz al final del túnel que significa la pesadilla del virus Wuhan. Es más, creo que necesitamos prepararnos para una pelea mayor. Los propagandistas no tienen intención de decirnos toda la verdad. Jamás.


Un poco de historia del término "ganar tiempo limitadamente"

De acuerdo a Víctor Marchetti, un alto oficial de la CIA que se fue de la organización en los '70s, "ganar tiempo limitadamente" es jerga de espionaje que denomina la estrategia de reconocer hechos cuando la historia de cobertura vuela por los aires, se efectúa para preservar la operación total. Al hacerlo se le brinda a la audiencia la ilusión de que se sinceraron, y se compra tiempo para ajustar la estrategia.  Es una estrategia de "cubrirse el culo" standard, que además, permite culpar a otros por los daños ocasionados.

Los '70s nos dieron un ejemplo con las transcripción de Watergate, en el cual se puede encontrar una referencia al término. La Casa Blanca bajo Nixon no pudo evitar que se supiera que hubo un robo en el edificio que alojaba al Comité del Partido Demócrata en el Hotel Watergate. Por lo tanto el plan era reconocer que hubo una violación de morada mientras se filtraba un informe "oficial" que mostraba que la Casa Blanca no tenía injerencia en el tema.

El presidente Nixon preguntó a sus asesores: "¿Ustedes creen que queremos tomar este camino ahora? ¿Y ganar tiempo, aunque sea un poco?". Bob Haldeman y John dean le aseguraron que era "ganar tiempo en forma limitada". John Ehrlichman agregó "una modificada forma limitada de ganar tiempo".

De acuerdo a USA Today, la ex Secretaria de Estado Hillary Clinton usó esa misma estrategia cuando confesó que usó un servidor de mails privados en lugar del servidor del Departamento de Estado (oficial), cuando, en realidad, estaba obligada por ley a usarlo para asuntos oficiales. Desde el momento que no podía negarlo, hizo un pedido-de-disculpas-sin-dar-disculpas donde explica que lo hizo solamente porque era más conveniente. Insistió que el servidor era privado, y se liberó de los cargos con ayuda de amigos en los lugares indicados.

Por lo tanto, toda vez que vea la verdad escapar de los labios de los mentirosos como el vapor sale de una olla a presión, usted debe asumir que algo más pesado se está cocinando  a escondidas (posiblemente explosivo). ¿Pero qué hay detrás de esta campaña de infundir temor a la población?


La Relación de la Verdad y la Propaganda

El libro más informativo que leí sobre propaganda es el de Jacques Ellul, escrito en 1965, "Propaganda: The Formation of Men’s Attitudes".  En él, describe la necesidad de los propagandistas de usar hechos como cobertura para sus encubiertas intenciones. "La verdad que da resultados positivos es la que se encuentra en el reino de los hechos. Las falsedades necesarias, que también dan resultados positivos, están en el reino de las intenciones y las interpretaciones". Las intenciones, de todos modos, siempre están en el "reino de la mentira" y son difíciles de detectar.

Ellul ofrece algo grande para que lo tengamos en mente cuando estamos tratando de escudriñar las intenciones oscuras escondidas tras una estrategia de "ganar tiempo limitadamente": la proyección psicológica.

"El propagandista no acusa al enemigo de cualquier crimen: lo acusa de aquello que el acusador tiene él mismo la intención de cometer y que está a punto de cometer. Aquél que quiere provocar la guerra no sólo proclama sus intenciones pacíficas sino también acusa a la otra parte de provocación... la acusación apuntada a la intención de la otra parte claramente revela la intención del acusador. Pero el público no puede verlo porque la revelación está entretejida con hechos".

Nuestros propagandistas a servicios de la clase gobernante han tenido que dar un paso atrás, desde el momento que gran parte de la narrativa COVID colapsó. Pero estén preparados para que ellos promuevan un nuevo y más grande juego de asignación de culpas contra los villanos escogidos, incluyendo republicanos, no vacunados y así.

Probablemente sea por esto que estamos viendo un esfuerzo coordinado de ganar tiempo. Implica a todos las herramientas habituales de los medios de izquierda. Involucra a la directora del Centro para Control de Enfermedades y otros establecimientos médicos; incluye a la lengua viperina de Anthony Fauci. Involucra a los líderes del Partido Demócrata, como la intendenta de Chicago, Lori Lightfoot, quien, en una panquequeada fenomenal, ahora insiste en que hay que abrir las escuelas.

Debemos ver todo intento futuro de infundir temor y reforzar el aislamiento con ojos muy agudos. Los eventos se mueven con rapidez, y las estrategias de "ganar tiempo limitadamente" se multiplican. No hay forma de saber a dónde va a ir a parar.


El objetivo obvio es la Ingeniería Social

Claramente la clase gobernante necesita intentar re-establecer su propia credibilidad y la confianza que ha perdido de las ahora inquietas masas. También necesita preparar el terreno para endosarle la culpa de los desastres que promueven. Mientras tanto, son víctimas de su adicción al poder.

Adivino que muchos que están hoy en el gobierno y en los medios de comunicación se sienten más cerca que nunca a su objetivo de consolidar el poder. Y están dispuestos a lograrlo a cualquier costo y por cualquier medio.

Consideremos el libro del fundador del Foro Económico Mundial, Klaus Schwab, "The Great Reset". De acuerdo a él, el covid-19 es un traje a medida para imponer un estado centralizado globalista en el cual él y sus cumpas billonarios controlan todos los medios de producción, la distribución de todos los bienes, todos los servicios y toda la información, y nos aseguran a nosotros que seremos muy felices al no tener un sólo objeto de nuestra propiedad. Schwab incluso dijo que para el tiempo en que lo logre, incluso cambiará "qué significa ser un ser humano".

Por lo tanto si el virus Wuhan resultó el pretexto para la ingeniería social en el nombre de la seguridad pública, ¿realmente usted cree que abandonarán la idea y se irán tranquilos a sus casas y olvidar todo sólo porque los hechos no están del lado de ellos? Su agenda es el sueño (que ya lleva 100 años) de la Escuela de Frankfurt, la razón por la cual destruyeron el canon de Occidente en nuestras universidades para reemplazarlo por la cultura marxista.

Probablemente crean que están en el umbral del control globalista, su caldero con oro al final de su proverbial arcoiris. Los aliados como Ángela Davis, Bill Ayers, John Kerry y George Soros han estado trabajando con estos objetivos en mente por décadas. Y como siempre, se cuelgan de sus sueños de poder centralizado con su fanatismo supernatural, aún cuando la ruta del virus Wuhan no resultó como esperaban.


Entonces, ¿cuál es la próxima movida?

¿Tenemos alguna idea de cuál puede ser su plan B? Si creciente número de personas se resiste a los mandatos vacunatorios y a las cuarentenas, cierres y aislamientos, ¿cómo pueden ser "persuadidos" de cumplir? ¿Soltarán un patógeno más virulento? ¿Completarán la ruptura del tejido social mediante una ola de criminalidad con la concomitante destrucción de la policía? ¿O inventarán una amenaza nuclear de Irán o China? No sabemos.

Peroo si este virus ha sido soltado deliberadamente, accidentalmente o naturalmente, algún futuro desastre - ya sea provocado, accidental o natural - es una certeza.

Dada la tenacidad de la clase globalista para salirse con la suya no importa el costo en dinero o en vidas humanas,  los "expertos", "filantropistas" y los mezquinos burócratas estarán ahí para aceptar el desafío. Han probado una y otra vez que están más que dispuestos a destruir nuestras vidas, aislarnos, y hacernos pelear unos contra otros como forma de construir un sistema de créditos sociales que les dará a ellos el poder total.

Esto no es teoría, "conspiración" o algo parecido. Es simplemente la visión discutida abiertamente, el consenso de la oligarquía globalista. Hay sido muy francos en dar a conocer su deseo de destruir la cultura occidental y la libertad en todas nuestras instituciones. Constantemente hablan los unos a los otros y coordinan con los silos de los gobiernos, las Big Tech, los medios de comunicación y la academia.

Lo que más debería aterrorizarnos es que todo esto es el marco mental y cultural de la élite que conforma la clase gobernante. Ellos realmente creen que ellos saben mejor que nosotros y que ellos nos deben decir a nosotros qué debemos hacer, creen que somos demasiados estúpidos para entender su gloriosa visión de futuro. Con la ayuda de las Big Tech, no son tímidos a la hora de amenazarnos con cancelarnos y aplastarnos si los desafiamos.

Al final, toman ventaja de toda oportunidad provista por cualquier crisis para ejercer su poder. Esto es el núcleo detrás de este repentino reconocimiento de los hechos "ganar tiempo, aunque sea en forma limitada".

Si tenemos esperanzas de mantener nuestra libertad, debemos estar preparados para ejercer una resistencia asimétrica. Al menos, debemos aprender a nunca consentir este castigo cruel e inusual.

Tal vez el tiempo no esté maduro para usar el virus Wuhan para aplastar nuestra libertad. Pero la próxima crisis está a la vuelta de la esquina, y las élites gobernantes no tienen intención de "desperdiciarla".

 * * *

Stella Morabito es colaboradora de The Federalist. Sus ensayos fueron también publicados en el Washington Examiner, en el American Thinker, Public Discourse, Human Life Review, New Oxford Review. En sus trabajos previos como analista de temas de inteligencia, se focalizó en varios aspectos de la política rusa y soviética, que incluye los medios comunistas y la propaganda.  También ha criado tres hijos, ha sido maestra suplente y educó a niños en casa por varios años [homeschooling]. Tiene estudios de grado en periodismo y relaciones internacionales de la University of Southern California y una Maestría en Historia Rusa y Soviética, también de USC.


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Agradecemos la difusión del presente artículo:   

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Why Ruling Class Minions Are So Suddenly Doing Damage Control On Covid

Whenever you see truth escaping from the lips of liars like steam from a pressure cooker, you should assume something bigger is cooking under cover.

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Corporate media and its government allies seem to be making peace with reality by fessing up to the damages caused by insane policies on Covid. Nothing could be further from the truth.

Yes, recently a host of pundits, politicos, and “experts” seem to be coming clean about facts on the ground, finally acknowledging what most Americans have known for nearly two years: that the never-ending lockdowns and mandates have done colossal damage to our society, to our economy, and most tragically to our children.

But these self-appointed overlords are simply engaged in a form of damage control, a “limited hangout.” When they can no longer hide their lies, they acknowledge the obvious in order to keep their biggest lies on life support. It’s a reframing exercise meant to preserve the wider agenda of consolidating power.

For an excellent catalog of the recent wave of limited hangouts, see Joy Pullmann’s Federalist essays on how the “experts” who now admit the facts are still engaged in power grabs. One example is Centers for Disease Control Director Rochelle Walensky’s public acknowledgment that the numbers of deaths due to the Wuhan virus are hugely inflated.

Another comes from New York Times reporter David Leonhardt, who published a 20-month-delayed expose on the vast social, emotional, and academic damage done to children by government-enforced isolation, particularly school closures. Likewise, CNN’s Brian Stelter disingenuously spoke against the damage done by the lockdowns after two years of smearing those who expressed such concerns.

I wish I could agree with those who feel this means we’ve reached a turning point, a light at the end of the tunnel of our Wuhan virus nightmare. Rather, I think we need to gird our loins for a bigger fight. Propagandists have no intention of telling us the whole truth. Ever.

A Little History of the Term ‘Limited Hangout’

According to Victor Marchetti, a high-level CIA official gone rogue in the 1970s, “limited hangout” is espionage jargon for a strategy of acknowledging facts when a cover story is blown in order to preserve the bigger operation. Doing so can intrigue the listener with the illusion of coming clean, and buy time to adjust the strategy. It amounts to a standard cover-your-rear approach that can also lay the groundwork for blaming others for the damages.

The 1970s gave us the example of the Watergate transcripts, in which you’ll find a reference to the term. The Nixon White House couldn’t avoid the fact that a burglary happened at Democratic National Committee headquarters at the Watergate Hotel. So the plan was to acknowledge a burglary while leaking an “official” report showing there was no White House involvement.

President Nixon asked his advisors: “You think we want to go this route now? And the – let it hang out, so to speak?” Bob Haldeman and John Dean assured him it was a “limited hang out.” John Ehrlichman then chimed in, “a “modified limited hang out.”

According to USA Today, former Secretary of State Hillary Clinton applied a limited hangout when she confessed to using a private email server instead of the State Department server she was legally required to use for official business. Since she couldn’t deny it, she gave a non-apology apology explaining it was simply for the sake of convenience. She insisted the server would remain private, and then got by with help from well-placed friends.

So whenever you see truth escaping from the lips of liars like steam from a pressure cooker, you should assume something bigger is cooking (possibly explosive) under cover. But what’s behind the fearmongering?

The Relationship of Truth to Propaganda

The most informative book I’ve seen on propaganda remains Jacques Ellul’s 1965 classic, “Propaganda: The Formation of Men’s Attitudes.” In it, he describes the need for propagandists to use facts as cover for their hidden intentions. “The truth that pays off is in the realm of facts. The necessary falsehoods, which also pay off, are in the realm of intentions and interpretations.” Intentions, however, are always the “real realm of the lie,” and are difficult to detect.

Ellul offers something big for us to keep in mind when we are trying to figure out intentions hidden by a limited hangout: psychological projection.

“The propagandist will not accuse the enemy of just any misdeed; he will accuse him of the very intention that he himself has and of trying to commit the very crime that he himself is about to commit. He who wants to provoke a war not only proclaims his own peaceful intentions but also accuses the other party of provocation. . . . the accusation aimed at the other’s intention clearly reveals the intention of the accuser. But the public cannot see this because the revelation is interwoven with facts.”

Our ruling propagandists have to backtrack, since so much of their Covid narrative has collapsed. But be prepared for them to promote a new and improved blame game against their chosen villains, including Republicans, the unvaccinated, and so on.

That’s likely why we’re seeing a coordinated modified limited hangout. It involves all the usual left-wing media outlets. It involves the director of the Centers for Disease Control and others leading the medical establishment, including Anthony Fauci’s double-sided mouth. It involves Democrat leaders, like Chicago Mayor Lori Lightfoot, who in an about-face is now insisting that schools open.

We should view any future attempt to revive the fearmongering and enforced isolation with a very watchful eye. Events are moving along rapidly, and limited hangouts seem to be multiplying. There’s no telling where they may lead.

Social Engineering Is the Obvious Intent

Clearly, the ruling class needs to try to re-establish its own credibility and its lost trust with the now restive masses. They also need to lay the groundwork to shift the blame for the disasters they promoted. All the while, they’re subject to the constant pull of their addiction to power.

My guess is that many in government and the media feel closer than ever to their goal of consolidating power. And they are willing to achieve it at any cost and by any means.

Consider World Economic Forum founder Klaus Schwab’s book “The Great Reset.” According to him, Covid-19 is tailor-made to usher in a centralized globalist state in which he and his billionaire buddies control the means of production—distributing all goods, all services, and all information, assuring us that we’ll be very happy not owning a single thing. Schwab has even stated that by the time they get through with us, they will have even changed “what it means to be human.”

So if the Wuhan virus was to be the pretext for social engineering in the name of public safety, do you really think they’re going to go home and forget about it just because we can see the facts aren’t on their side? Their agenda is the 100-year-old dream of the Frankfurt School, the whole reason they destroyed the Western canon in our universities to replace it with cultural Marxism.

They likely feel they’re on the threshold of globalist control, their pot of gold at the end of their proverbial rainbow. Allies like Angela Davis, Bill Ayers, John Kerry, and George Soros have been lining the whole thing up for decades on end. As always, they’ll cling to their dreams of centralized power with superhuman fanaticism, even if the Wuhan virus road to victory doesn’t pan out as hoped.

So, What’s the Next Play?

Do we have any idea of what Plan B might be? If populations increasingly refuse to go along with the vaccine mandates and shutdowns, how might they be “persuaded” to comply? Would a much more virulent pathogen do it? Complete social breakdown through runaway violent crime with no real law enforcement? Or maybe an ominous threat from a nuclear-empowered Iran or China? We don’t know.

But whether this virus was released deliberately, accidentally, or even naturally, some future disaster—whether manufactured, accidental, or natural—is a certainty.

Given the tenacity of the globalist class to get their way no matter the cost in treasure and human life, the “experts,” “philanthropists,” and great and petty bureaucrats will be there to take up the challenge. They’ve proven time and again that they’re more than willing to wreck our lives, to isolate us, and to turn us against one another as a means of achieving the social credit system that will empower them completely.

This is no theory, “conspiracy” or otherwise. It’s simply the openly discussed vision, the consensus, of a globalist oligarchy. They’ve been outspoken about wanting to destroy Western culture and freedoms in all of our institutions. They constantly talk to one another and coordinate across silos of government, Big Tech, media, and academia.

What should terrify us most in all of this is the utterly cultish mindset in the ruling class of elites. They really believe they know best and must tell us what to do, that we’re too stupid to understand their glorious vision of the future. With the aid of Big Tech, they aren’t shy about threatening to cancel and crush us if we defy them.

In the end, they’ll take advantage of any opportunities provided by any crisis to exercise their power. This is the kernel of what is limited—hidden—in their sudden hangout of facts.

If we hope to hang on to freedom, we should be prepared to exercise some serious asymmetric resistance. At the very least, we should have learned never to comply with such cruel and unusual punishment.

Perhaps the time was not quite ripe for using the Wuhan virus to squash freedom. But the next crisis is right around the corner, and ruling elites have no intention of letting it “go to waste.”


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