¿QUÉ LE DIJO VIRGINIA A BIDEN?

 

Demócrata McAuliffe: 'los padres no deberían decirle a las escuelas lo que deben enseñar' .



Autor: Pat Buchanan

Nota original: https://gauchomalo.com.ar/que-le-dijo-virginia-a-biden/

Traducción Santiago González @gauchomalo140


“No creo que los padres deban decirle a las escuelas lo que tienen que enseñar”. Con esta frase -arrogante, despectiva, irrespetuosa- pronunciada durante el debate con Glenn Youngkin, Terry McAuliffe cometió una gaffe histórica. A partir de ese momento, su posición en las encuestas comenzó a descender sin pausa hasta que perdió la delantera, y con ella la elección. Y en su caída, McAuliffe arrastró consigo a los candidatos demócratas a la vicegobernación y a la procuración general, y vio cómo la Cámara de Delegados de Virginia volvía a quedar en manos de los republicanos.

¿Qué quiso decir McAuliffe con esa frase, y qué entendieron los virginianos? Lo que McAuliffe dijo fue que, respecto de lo que se enseña en sus escuelas públicas, los padres de Virginia simplemente tienen que sentarse y callarse la boca.

Traducción de los tuits al pie [1].

Y así fue cómo un año después de que Joe Biden ganara Virginia por 10 puntos, McAuliffe perdió el estado por tres, un vuelco de 13 puntos. En Nueva Jersey, que Biden había ganado por 16 puntos, el popular gobernador demócrata sobrevivió por un pelo. Estos cambios impresionantes en el comportamiento de los votantes indican un serio error de lectura por parte de los demócratas respecto del resultado de las presidenciales del 2020.

Los 81 millones de votos obtenidos entonces por Biden, con un margen de siete millones de votos por sobre el ex presidente Donald Trump, fueron entendidos como una señal de que había llegado su hora y que el pueblo norteamericano al mismo tiempo había rechazado el trumpismo y abrazado las ideas y las políticas izquierdistas del bueno del tío Joe.

Pero la elección del 2020 fue en realidad un referendo sobre una cuestión muy simple: ¿Quiere usted otros cuatro años de Trump, sí o no? Unos 74 millones de personas votaron por mantener a Trump en la Casa Blanca, el número más grande de sufragios conseguido jamás por presidente alguno. Sin embargo, un número todavía mayor de votantes dijo: “¡Basta!” Así como los demócratas moderados, desesperados por cortar la carrera del senador Bernie Sanders en las primarias, votaron por Biden para impedir que un socialista se alzara con la nominación, los votantes que querían poner fin a la era de Trump votaron por su contrincante, que también resultó ser Biden.

En 2020, Biden no despertó mayor entusiasmo en las primarias y pasó la mayor parte de la campaña refugiado en el sótano de su casa en Wilmington, Delaware. Un voto por Biden representaba un mandato para reemplazar a Trump, no para volver atrás con las políticas características de Trump: no más guerras, asegurar las fronteras, rebajar los impuestos, reconstruir la base manufacturera, reducir el déficit comercial, desregular la economía y liberar la potencia del sistema norteamericano de mercado libre. La victoria de Biden fue un rechazo contra Trump, no un mandato en favor de la agenda del partido de Biden que, dominado por la izquierda, quedó fuera del espectro dominante en la cultura política norteamericana.

Cuando los norteamericanos votaron por Biden lo hicieron en demanda de competencia administrativa y contra el conflicto y el caos cotidiano, no en respaldo de una segunda edición de la Gran Sociedad. 1 No votaron por los trillones y trillones de dólares destinados a asegurar el socialismo desde la cuna hasta la sepultura. No votaron por “Desfinanciar a la policía” ni por derribar las estatuas de Cristóbal Colón y de los soldados de la Confederación, ni por rebautizar las escuelas que llevan los nombres de George Washington, Woodrow Wilson, Thomas Jefferson, Andrew Jackson y Robert E. Lee.

Por cierto, tampoco votaron por abandonar el muro de Trump y abrir las fronteras de par en par para cualquiera que logre llegar hasta el río Grande a través de México, ni para conceder 450.000 dólares como reparación para las familias migrantes que se vieron separadas de sus hijos después de violar nuestras fronteras. Y mucho menos votaron que a sus hijos se les enseñe en las escuelas públicas que el país que aman está atravesado por un “racismo sistémico”, y que la mayoría de los niños estadounidenses nacen con “privilegios de blancos” y pertenecen a una clase opresora cuyas víctimas son los niños de color.

El mensaje que Virginia le envió al Partido Demócrata fue el siguiente. “Ustedes pueden ser tolerantes con los chiflados de su partido, pero si el pueblo norteamericano llega a la conclusión de que ustedes comparten sus ideas y tienen la intención de llevarlas a la práctica, en 2022 les vamos a quitar el control del Congreso y en 2024 el de la Casa Blanca. Ténganlo por seguro.”

Biden, que hoy se encuentra 10 puntos por debajo del nivel con que inició su presidencia, enfrenta algunos problemas aparentemente insuperables. Más de un millón de personas cruzaron ilegalmente nuestra frontera desde que asumió su cargo. La debacle de los primeros días de nuestra retirada de Afganistán está indeleblemente grabada en la mente del público, que la identifica con su persona. Los precios de los alimentos, los combustibles y otras necesidades aumentaron más que la inflación del 4/5%, que no da señales de ceder. Las cadenas de abastecimiento de bienes desde el exterior, desde autos hasta enseres domésticos, se encuentran atascadas, y los barcos de contenedores se acumulan en los puertos de Los Ángeles y Long Beach.

Y el propio Biden es la imagen misma de la confusión y la contradicción. Todos los días pierde el hilo de su pensamiento en las exposiciones públicas, y se olvida de nombres y de lugares. Al mismo tiempo que cierra los ductos que vienen desde Canadá a nuestro país para salvar al planeta del azote de los combustibles fósiles, Biden le pide a los saudíes que bombeen más petróleo para bajar el precio de la nafta en los surtidores estadounidenses.

Después de haber perdido Virginia, Biden y su partido parecen hoy encaminarse a perder todos los Estados Unidos.

* * *

* Ex asesor de los presidentes Richard Nixon, Gerald Ford y Ronald Reagan, aspirante a la presidencia de los Estados Unidos en 1992 y 1996. Su último libro es Nixon’s White House wars: The battles that made and broke a president and divided America forever.

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Notas
La elección de las ilustraciones es decisión de Restaurar y no del autor.
La traducción de los tuits pertenece a Restaurar.
[1]
"Asegúrese de que todo padre escuche esto antes de votar".
"¿Usted es un padre que quiere opinar sobre la educación de sus hijos? ¡Qué mal! Terry McAuliffe dice que usted debe sentarse y callarse la boca".
"Terry McAuliffe debería conocer la ley de Virginia #VAgov 1-240.1. Derechos de los padres. El padre tiene el derecho fundamental de hacer las decisiones que conciernen a la crianza, educación y cuidado de sus hijos".
"Terry McAuliff es pro-choice (derecho a elegir) a menos que la decisión sea sobre los niños en edad escolar".

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