VOLVERÁN LAS PALOMAS
Autor: Juan Martín Perkins
Cuando la hermana Guadalupe visitó Pehuajó fui a escuchar la charla que dio en el salón parroquial.
Fue muy conmovedor.
Habló sobre sus tiempos de misión en Egipto, para adentrarse luego en la guerra de Siria y los más de 2.000 años de persecución a los cristianos.
Sus relatos sobre la vida en Alepo bajo las balas, fueron impresionantes y conmovedores, sobre todo su visión sobre el globalismo y las razones de la mal llamada “inmigración” y por qué nadie, ni el Papa, para las guerras que se podrían evitar.
Al final, cerró con el canto a la Santísima Virgen en árabe…
“Éste es tu momento, corona la obra en ellos” dijo la hermana… y el tono de su voz fue tan amoroso que me hizo lagrimear de emoción.
Salí de ahí conmovido y hecho todo un nazareno dispuesto a dar testimonio.
La hermana nos convocó a radicalizar nuestra fe tomando el ejemplo de los mártires que morían en Alepo con la esperanza de la vida eterna.
Salvando las distancias, nosotros no estamos en guerra, pero las causas de la “subrepticia” persecución, son las mismas y son agotadoras y milenarias como las balas y los misiles de Alepo.
Todos los que somos acallados y discriminados debemos asumirnos como nazarenos y dar testimonio. Nadie nos lo puede impedir.
Nelson Castro y Amelia Troisi en Radio Rivadavia son una muestra. Se asumen católicos practicantes, pero conversan al aire diciendo que les molesta la exhibición del Crucifijo en los edificios públicos y que se jure por los Santos Evangelios.
Amelia también dice, muy suelta de cuerpo, que no se deberían usar medallas, cruces y aros con la Cruz para no ofender o incomodar a otros credos. Ni hablar de los tatuajes, acota Nelson en tono de horror.
Pareciera que la media luna y la estrella de David no molestan tanto y la pacha mama y otros paganismos marxistas se pueden mostrar con orgullo.
¿Será porque son parte de la agenda global como el orgullo gay o la cara del Che?
Solo la Cruz les resulta ofensiva.
¿Por qué será que se puede nombrar a cualquier otro Dios y profeta pero no a Jesucristo?
La respuesta es obvia, porque Jesús de Nazareth es el verdadero.
Más allá de la fe de cada uno, Jesús es un ideal.
Es un ideal de incorruptibilidad, de verdad, de justicia y de amor que nos hace entender que ni la tortura seguida de muerte, ni las balas y misiles de los rebeldes sirios de Alepo, ni las quemas de Catedrales, ni las blasfemias progres de las olimpíadas, ni los circos romanos donde éramos la carne de los leones, ni las comadrejas Nelson y Amelia deben intimidar a quienes defiendan estos valores…
Porque ni la muerte puede derrotarnos cuando la causa es justa, superior a nosotros y a cualquier cosa mundana.
Leer a la hermana Guadalupe en “Volverán las palomas” hace que la gracia de los mártires nos invite a convertirnos en Nazarenos.
Juan Martín Perkins
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