LA NUEVA YALTA
En la Nueva Yalta, los «líderes» europeos condenan a Europa a la irrelevancia
Nota: https://elmanifiesto.com/en-la-nueva-yalta-los-lideres-europeos-condenan-a-europa-a-la-irrelevancia/
En el acercamiento entre Trump y Putin para lograr acuerdos de paz, la gran marginada es Europa, y con razón. En la conferencia de paz de Munich, J. D. Vance pronunció un encendido discurso en el que, literalmente, abofeteó a las cancillerías europeas por su nulidad. Pocos días antes de las elecciones alemanas, acorraló a la UE, acusándola de traicionar sus valores fundamentales, como el respeto de los principios democráticos y la defensa de la libertad de opinión. Fustigó a los políticos europeos, especialmente al excanciller Sholtz, por querer excluir a la Afd de la confrontación democrática, y denunció el golpe de Estado contra el candidato presidencial rumano Georgescu. Recordó a la UE que se había rendido ante la invasión migratoria, abriendo las puertas a la Gran Sustitución de poblaciones. Los acusó de haber detenido a individuos sólo porque en un tuit defendía a la familia formada por hombre y mujer, o de haber encarcelado a quien rezaba frente a una clínica para oponerse a las prácticas abortistas.
Una clase política europea humillada en el discurso del Vicepresidente de EE. UU., que puso de manifiesto su mediocridad, y que está siendo ninguneada y marginada en las negociaciones de paz en Ucrania. En cambio, se le pide que pague derechos, además de los que se inflige tontamente a sí misma, y que han destruido su tejido industrial y económico, participando en un suicidio asistido por Estados Unidos. Misión cumplida por parte de los estadounidenses, que además de haber logrado su pretendido objetivo de separar a Rusia y Europa, van ahora camino de repartirse las cenizas de Ucrania, tierras raras incluidas. Excluyen a la UE de las conversaciones de paz para un conflicto desastroso que podría y debería haberse evitado, si hubiéramos estado dirigidos por líderes políticos dignos de ese nombre. En lugar de ello, el verdadero perdedor es Ucrania, una nación mutilada y devastada, dirigida por un conejillo de indias cocainómano, el cual recibe ahora el tratamiento que Estados Unidos da a sus asnos cuando ya no son útiles para su causa.
Parafraseando a Metternich, la UE es una expresión geográfica, un protectorado estrellado, enclenque y sin un verdadero proyecto de unidad, que por segunda vez después de la de 1999 en Serbia, ha dejado que los americanos inicien un conflicto en su territorio.
¿Qué ha obtenido a cambio? Ha sido desindustrializada, marginada, reducida económica y estratégicamente. El corte energético con Rusia ha favorecido a los estadounidenses, que, con demócratas y republicanos, siempre han jugado al poli bueno y al poli malo: los primeros siembran guerras y caos por todo el planeta, los segundos intervienen para remediar los desastres de los primeros. Ambos difieren en el método y la estrategia, no en el propósito.
Europa está ausente en este juego, es un mero extra, no se le pregunta y es la causa última de su propia irrelevancia geopolítica. Asiste a un final de partida que ya está escrito, convencida de que puede derrotar a Rusia mediante sanciones que, en cambio, han terminado por hundirla, al tiempo que, desde el principio, renuncia a intervenir como polo autónomo y mediador. El resultado es una Ucrania mutilada, mantenida en pie gracias a la financiación occidental, o mejor dicho, a partir de ahora sólo europea, que cargará además con los alucinantes costes de la reconstrucción, por un importe aproximado de 3 billones de euros.
En las conversaciones de paz, el Secretario de Defensa estadounidense, Pete Heghset, declaró que la entrada de Ucrania en la OTAN era una opción inviable, mientras que las cuatro provincias de Kerson, Zaporijže, Donetsk y Lugansk estaban definitivamente perdidas para los de Zelenski. Un país con la población reducida a la mitad y el escaso tejido económico arrasado.
Ahora a la UE le toca asistir al reparto del pastel, el Yalta II, que no fue la premisa de la guerra en Ucrania, como algunos salones de la derecha radical venían alardeando desde el principio, sino el resultado de querer plegarse a los designios estratégicos estadounidenses, renunciando a un papel geopolítico autónomo. La nueva administración italiana decide también reservarnos la burla de un aumento del gasto militar, que se elevará al 5% para reabastecer también el sector industrial militar estadounidense. Mientras se habla de una crisis de la OTAN y de una posible retirada estadounidense, el aumento del presupuesto servirá a los intereses geoestratégicos estadounidenses. Alemania, la ahora antigua locomotora de Europa, se encuentra en una fase de debilidad crónica, sacudida por la crisis industrial y energética, a la que se añaden los problemas de integración y sustitución étnica, con atentados islámicos diarios, que dejan víctimas inocentes en las aceras. Estados Unidos externaliza entonces nuestra defensa y nos deja con la grana de Ucrania, con los Von der Leyen y los no-líderes europeos aterrorizados de quedarse solos frente a Putin, que amenaza con llegar hasta Odessa.