LAS MANOS DEL PRÓJIMO


Los políticos se llenan la boca haciendo demagogia con la educación y el sistema de salud pública, pero ellos y sus familias van a colegios y universidades privadas y se internan en el Otamendi.

Autor: Juan Martín Perkins  


Hace 2 semanas, hice referencia sobre “Pili”, una niña muy chiquita de mi pueblo que necesita un tratamiento médico por problemas de salud y “el sistema” no la ayuda.

Darle visibilidad al estado de indefensión que tenemos los argentinos ante “el sistema” es tomado como una especulación política.

Nada más alejado de mi intención. Me importan un cuerno la demagogia y los políticos.

Lo que me importa mucho es mi país y me duele como lo han destrozado. 

Escuchando sobre Pili en la radio, me fui al pasado y me ví en el consultorio de la Dra Cristina Cook. Era otro país, otro mundo.

Allí nos enteramos ante el ecógrafo, que nuestra hija venía con una cardiopatía severa.

Faltaba un mes para que naciera y el mundo se detenía. De tocar el cielo con las manos pasamos a la noche cerrada, la incertidumbre total. Había que operar al nacer, no había opción. No era viable, se moría. 

Los médicos nos explicaron que teníamos una posibilidad y que se podía intentar. 

No había experiencia porque apenas había algunos pocos casos anteriores, pero nos alentaron y nos dieron esperanza sobre la vida con un corazón univentricular.

¿Y qué hacemos? Éramos recién casados, teníamos otra hija muy chiquita que también nos necesitaba y no disponíamos de medios económicos como para viajar a un país más desarrollado y con más tecnología.

Tuvimos fe.

Tuvimos fe en Dios, apretamos los dientes, rezamos mucho y salimos adelante.

Argentina respondió, la obra social respondió y el Instituto cardiovascular del Hospital Español operó a nuestra bebita tres veces.

Al mes de vida, al año y a los 3 años le entregué a mi bebita en los brazos al Dr Noyek, en la puerta del quirófano… y nos quedamos rezando por las manos que abrieron su pecho y manipularon su diminuto corazón para que pudiera tener una vida entre nosotros.

Tres largas operaciones y convalecencias, montañas de medicamentos, avances, retrocesos, lucha, perseverancia y fe. Mucha fe…

Mi padre me dijo una vez: “¿dónde vas a estar mejor que acá? en tu país, en tu casa, con tus amigos y tu familia. ¿Dónde te van a contener mejor que en la Argentina?

Mi hija tiene hoy 25 años gracias a Dios, al Dr Iturralde, a la Dra Cook, al cirujano Noyek, a los terapistas del Hospital Español, a la Dra Adriana Funes que nos recibió amorosamente en Pehuajó, gracias a todos ella pudo subir la sierra de la Ventana con Adrian Crespo.

Argentina respondió. El sistema funcionó.

No adhiero a la teoría de “todo tiempo pasado fue mejor” pero hoy, el Español y su instituto cardiovascular cerraron y son un nido de ratas. Los políticos se llenan la boca haciendo demagogia con la educación y el sistema de salud pública, pero ellos y sus familias van a colegios y universidades privadas y se internan en el Otamendi. ¡Hipócritas!

Han hecho un país para ellos y dejaron en ruinas al nuestro. Así, Pili no tiene tratamiento.

¿Quién me puede negar el derecho de levantar la voz y denunciar? Si es verdad lo que digo. Todo es estatal, todo manejado por demagogos chorros que hablan y hablan de los pobres, pero los dejan tirados.

Cuando tienes una dificultad grave entre tus seres queridos, la vida te enseña rápido que estamos muy de paso, que es muy linda, frágil y corta… y hay que vivir minuto a minuto, porque uno no sabe que va a pasar en el próximo instante.

Escuchar en la radio a la mamá de Pili me llevó al consultorio de la Dra Cook y a pensar que somos la generación que permitió que esta banda de delincuentes rompiera el precioso país que tenemos.


Ahora tendremos que hacer justicia y arreglarlo.


Juan Martín Perkins

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Agradecemos la difusión del presente artículo:  

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