MANDIOCA


Autor: Marcelo Posada (@mgposada)

Hasta no hace más de 15 años, la mandioca (Manihot esculenta) sólo se veía en algunas comercios de venta de frutas y verduras del Conurbano bonaerense, y desde entonces, de a poco, fue llegando a las verdulerías de la Ciudad de Buenos Aires y su cordón circundante. Está ahí, en general aflorando de una bolsa blanca, cerca de donde están las papas y las batatas, pero su consumo es muy acotado y puntual. Y sin embargo, pese a haberla incorporado al paisaje visual de los comercios de verduras y frutas, es un producto en buena medida desconocido por el público de Buenos Aires y alrededores.

No obstante esa introducción (tímida aún) en los locales capitalinos, se trata de un producto del que se desconoce casi todo, del que no se tiene registro como actividad productiva. Pero pese a esto, es uno de los cultivos claves del Noreste del país, y en particular, de la Provincia de Misiones.

Argentina posee registradas alrededor de 19.000 ha. cultivadas con mandioca, de las cuales casi la mitad están en territorio de Misiones y el resto se reparte entre Corrientes, Chaco y Formosa, totalizando una producción anual que hoy está cerca de las 192.000 tn. Para dimensionar estas cifras, téngase en cuenta que la producción mundial cubre 23,5 millones de hectáreas y asciende a las 277 millones de toneladas, ocupando Argentina, respectivamente, los puestos 49 y 45 en el ranking mundial, representando el 0,08% de la superficie y el 0,06% de la producción mundial.

Siendo absolutamente marginal a nivel global, la producción mandioquera tiene importancia hacia el interior de la Argentina, y en particular, en el ámbito regional del Noreste. El 50% de la producción registrada se destina a autoconsumo, tanto humano como para animales de la unidad productiva (unas 96.000 tn), al tiempo que la otra mitad se distribuye en partes iguales para la venta en fresco y para el procesamiento industrial.

La producción mundial de mandioca arroja un consumo aparente a nivel global de 37 kg/hab/año, pero con diferencias sustanciales entre países, destacándose, por ejemplo, los del continente africano que consumen alrededor de 115 kg/hab/año, o los del sudeste asiático que llegan a los 70 kg/hab/año. En contrapartida, el consumo aparente global en Argentina es de 4 kg/hab/año, si bien concentrado en el Noreste, alcanzando en Misiones los 30 kg/hab/año.

De esos guarismos puede inferirse la importancia que tiene el cultivo de mandioca para la economía de Misiones, en particular. A nivel del país es una producción claramente marginal desde el punto de vista de la superficie destinada a dicho cultivo, desde la perspectiva del volumen producido y de su incidencia en la dieta de los consumidores, pero en el contexto del entramado productivo del noreste, constituye una actividad relevante. Esta relevancia regional tiene, sin embargo, una proyección nacional porque la mandioca es el cuarto origen en importancia de la materia prima para la obtención de almidón (luego del maíz, el trigo y la papa).

El almidón de mandioca tiene aplicaciones industriales en el sector alimenticio (harinas, heladería, espesantes, cervecería, chacinados, etc.), en la industria farmacéutica (excipientes, tabletas, componentes específicos, etc.), en la industria papelera (papeles especiales, cartulinas, etc.), en el sector de los adhesivos (cartón corrugado, papeles encapados, bolsas de papel, adhesivos escolares, adhesivos industriales, aprestos de uso familiar, etc.), en el sector químico (compuestos para curtiembres, dextrosa líquida y deshidratada, dextrinas, etc.), y en la industria textil (encolados, aprestos de uso industrial, fijadores de tinturas, etc.).

Si bien Argentina produce almidones, hay que importar para cubrir la demanda interna y ahí se destaca la importación de almidón de mandioca. En 2017, el país importó alrededor de 33.000 tn de almidones, de los cuales un tercio fueron de mandioca, representando casi el 50% del valor total de las importaciones de almidones.

El 100% de la producción industrial de almidón de mandioca se concentra en la provincia de Misiones, procesándose en once firmas, cuatro de ellas cooperativas. La capacidad de procesamiento instalada es de algo menos de 300.000 tn, pero anualmente se procesa alrededor de 60.000 tn., lo expone que hay una elevada capacidad industrial ociosa.

La explicación a esta situación varía según la posición del agente en la cadena: para la industria, se debe a que no hay oferta suficiente y regular a lo largo del año de raíces de mandioca para procesar; y para el sector productor primario, no hay oferta porque la demanda paga muy poco esas raíces, por lo que no es negocio cultivarlas con orientación al mercado, sino que es conveniente dedicar menos tierra a ese producto y lo obtenido destinarlo a autoconsumo familiar y/o para alimentación de los animales de cría.

El cultivo de mandioca para autoconsumo al interior de la unidad productiva es una práctica vigente desde los orígenes de la colonización de las tierras misioneras y de las restantes provincias donde se contabiliza este cultivo. Al contrario, el asentamiento de industrias de procesamiento de la raíz tiene una historia mucho más reciente, alrededor de medio siglo. Por ende, es natural que sea la industria la que deba generar los incentivos adecuados para que el productor primario modifique su planteamiento productivo y oriente hacia el mercado la mandioca cultivada.

Misiones cuenta con alrededor de 3.200 productores de mandioca (700 de ellos asociados a alguna cooperativa) y, como ya se señaló, consumen internamente la mitad de lo que producen, volcando al mercado la otra mitad, sea para comercial en fresco, sea para procesamiento industrial. Como también se mencionó, el consumo nacional de mandioca es muy bajo, por lo cual, una vez satisfecha la demanda local regional, todo el incremento productivo que puedan lograr los agricultores misioneros se destinaría exclusivamente al procesamiento industrial. 

El rinde promedio por unidad de superficie en Misiones es algo casi un 20% menor al promedio mundial, si bien con fuertes variaciones internas, presentándose explotaciones que llegan a obtener 30 tn/ha, más que duplicando la media mundial. Por lo tanto el horizonte de intensificación por productividad es elevado, a la par que también lo es si se considera un incremento productivo por mayor cantidad de tierras destinada a este cultivo. La combinación de esta potencialidad agroproductiva con la actual capacidad industrial instalada ociosa, delinea un panorama en el cual la expansión y afianzamiento de la cadena productiva podría producirse sin mayores dificultades.

Sin embargo, los ciclos de sobreproducción de raíces y de falta de materia prima para la industria se van alternando, obligando en ocasiones (como en 2015), a importar grandes volúmenes de raíces para el procesamiento industrial, mayormente desde Paraguay.

El encadenamiento productivo de la mandioca, conformado básicamente por productores primarios, intermediarios (“bolseros”), cooperativas e industrias transformadoras no ha logrado vertebrarse, impidiéndole así un afianzamiento y crecimiento como complejo productivo. A tal fin, desde 2013 el gobierno provincial y el nacional vienen invirtiendo recursos financieros, materiales y humanos para dotar a ese encadenamiento de una institucionalidad básica, bajo la forma del llamado “Cluster de la mandioca”, con jurisdicción sobre el territorio de Misiones [1],  en el cual participan el ministerio provincial del sector, el Ministerio de Agroindustria de la Nación, el INTA, el INTI y distintas cooperativas y empresas relacionadas con el cultivo y procesamiento de la mandioca.

Sobre el diagnóstico sectorial y los objetivos que se ha dado esa organización pivotea la política mandioquera nacional, partiendo de una premisa, expresamente consignada en el Plan de Mejora Competitiva correspondiente: “El sector productor de almidón de mandioca no es competitivo” [2]. 

La mencionada falta de competitividad sectorial se debería, según dicho Plan, a un conjunto de causas:
Las variedades de mandioca más difundidas no son las que mejor capacidad de procesamiento industrial tienen.
Falta de tecnificación de la producción primaria de mandioca.
La estructura industrial presenta ineficiencias tecnológicas y de escala operativa.
Reducido aprovechamiento integral de la mandioca, centrado en el almidón (fécula), sin aprovechar los llamados almidones modificados, que son los de mayor valor en el mercado.
Reducida disponibilidad de laboratorios de análisis de materia prima y productos finales.
Escaso acceso al crédito.
Reducida oferta de servicios de asistencia técnica a las distintas fases del circuito productivo.

Desde la perspectiva de análisis del Cluster mencionado, entonces, el encadenamiento mandioquero carece de condiciones de competitividad, todas originadas netamente a interior del mismo. Así, se plantean acciones para difundir la tecnificación de la producción primaria, para alcanzar mejores niveles productivos en dicha producción, en apuntalar la instalación de laboratorios de referencia para el sector y en fortalecer la institucionalidad del encadenamiento.

La idea que prima en las instancias gubernamentales que se ocupan de este encadenamiento es que si mejora la producción primaria, habrá más materia prima para la industria, y así ésta podrá abastecer al mercado interno, sustituyendo importaciones de almidón. Trabajar a partir de esta premisa sin contextualizar a la producción de mandioca y sus productos en el entramado de costos y regulaciones vigentes en la Argentina no parece ser el camino más fructífero para el desarrollo sectorial.

Los costos de producción internos en los países asiáticos (Tailandia y Taiwan, básicamente) y en los vecinos regionales (Paraguay y Brasil), les permiten ofrecer en el mercado argentino almidones de buena calidad y precio más bajo que el que produce en Misiones. Y si en la actualidad el almidón misionero (si lo hubiera en cantidad y calidad) puede competir con el importado, se debe al tipo de cambio imperante en la Argentina, no a una ganancia de competitividad genuina.

La industria almidonera en base a mandioca de Misiones tiene un “nivel casi artesanal”, según describe la Cámara del sector [3].  Si bien algunas sí presentan una moderna dotación tecnológica, el grueso de las fábricas de almidón desarrollan procesos apelando a maquinarias y prácticas poco eficientes, a la par que operan un reducido número de días al año, debido a la escasez de materia prima ya mencionada. En tanto esto, su producto final tiene un precio elevado frente al almidón importado, a la par que no produce almidones modificados (que requeriría mayor inversión en tecnología).

La industria procesadora, para poder competir (aún en inferioridad de condiciones) con el producto importado, busca reducir sus costos a través de pagar lo mínimo posible la materia prima, salvo en los períodos de mínima oferta de raíces en el mercado (como en 2015), cuando elevan al máximo los precios para poder captar materia prima y procesar. Los precios históricamente bajos que se pagan por tonelada de raíz desestimulan al productor primario para incrementar la superficie y/o para mejorar los niveles de productividad que alcanza. Y de este modo, se retroalimenta un círculo vicioso que no permite el crecimiento sectorial.

El “mejoramiento competitivo” que se fomenta desde el Estado a través de financiar las acciones del Cluster ya mencionado, no hacen eje lleno en la fase industrial ni contemplan el contexto en que se desenvuelven esas industrias, cristalizándose así un esquema de pequeñas fábricas, con un promedio de dotación tecnológica atrasada y de escasas posibilidades de expansión en su escala operativa.

Paraguay, que hoy es el tercer país exportador de almidón de mandioca del mundo, comenzó su industrialización tres décadas después que la Argentina y se basó en un modelo industrial de mayor escala y tecnología de punta. Empresas como CODIPSA o FEPASA, por ejemplo, invierten en tecnología de última generación para la elaboración de almidones de elevada calidad, trabajando mancomunadamente con el sector primario para estandarizar las variedades a cultivar y regularizar el aprovisionamiento a la industria [4]. 



Del mismo modo, el modelo brasileño de industrialización de la mandioca pasa por fomentar el desarrollo de una estructura empresaria de mayor escala, alta tecnificación, elevada vertebración con el sector productor primario, y en particular, más diversificación en la producción final, generando no solo almidones, sino también biopolímeros y bioetanol [5]. 

El futuro de la producción mandioquera argentina, misionera en particular, depende de cómo se estructure el sector industrial: si continúa con un entramado de pequeñas industrias, escasamente tecnificadas y que procesan un reducido abanico de productos, la matriz productiva no variará sustancialmente, y continuará prevaleciendo un cultivo orientado al autoconsumo. Si, en cambio, se generan las condiciones para que el capital privado invierta en tecnología moderna, en conformar unidades de mayor escala de operación, y para que la producción se desenvuelva en un contexto económico e institucional competitivo y previsible, entonces el sector podría llegar a captar parte de los beneficios que se deriven de un escenario internacional promisorio para este cultivo, tal como lo prevé la FAO [6]. 

Hasta el momento, la acción del Estado (canalizada a través de Agroindustria, el INTA y el INTI) por intermedio del Cluster sectorial se orienta a mantenerse dentro del primer escenario descrito.

Será, lamentablemente, otra oportunidad perdida.

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