ORILLEROS


Autora: Hyspasia


Una pequeña reseña sobre el asesinato de Sheila, de diez años, en un barrio narco controlado por paraguayos, en manos de su propia familia, acá, en San Miguel, Provincia de Buenos Aires, República Argentina.



El orillero, el descastado, el lumpen, forma parte inescindible de la literatura argentina. Claro que no se los llamaba lúmpenes en esa época.

El orillero es el que vive en la orilla. En la orilla de la ciudad o en la orilla de la civilización. Que no vive afuera (en las tolderías, por ejemplo), pero tampoco adentro, no es un miembro pleno de la sociedad. Está ahí, en el borde. En la orilla.

Tomemos los cuentos y poemas de Jorge Luis Borges, llenos de cuchilleros, de gauchos perseguidos por la partida, de indios y de cautivas. Las novelas por entregas de Eduardo Gutiérrez o Hilario Ascasubi (Santos Vega, Juan Moreira). 


Juan Moreira, dibujos de José Massaroli.
La curiosidad por los orilleros, los malentretenidos, los “otros” nace con la novelesca gauchesca, parte de ella de autor anónimo o de estancieros escondidos tras pseudónimos. 
Trata, por lo general, de un gaucho que despena a alguien en algún entrevero de cuchillos, a veces al propio comisario que se favorecía a su china. Tras el asesinato huía de la partida policial. En ese momento iniciaba algún tipo de road story: Irse con los indios o lejos o a otra provincia o a la Banda Oriental o a donde fuera.
Domingo Faustino Sarmiento elogió el género, el primero genuinamente americano. El Martín Fierro es el último exponente, si bien artificioso. 
El Martín Fierro cumple todos los requisitos: el que da el mal paso, o el que es perseguido por la autoridad, el desposeído, el que se va de la civilización. En su caso, a tierra de indios.


"Fabián Leyes", por Enrique Rapela, publicado en La Prensa.
El género gauchesco es el padre, no sólo de la literatura americana en habla hispana, sino de los grandes escritores argentinos de la primera mitad del SXX, en particular Borges y Bioy Casares.

Borges tiene varias historias distintas sobre marginales. Los orilleros de la ciudad. Los malvivientes sin moral ni reglas, donde la vida no vale. Pero también tiene otras historias, de gauchos e indios, historias de fronteras.

En otro artículo cité a Adolfo Bioy Casares (aquí), en una novela con linyeras, botelleros, donde ninguno de los personajes tiene trabajo honesto.

Hay un escritor que pasó de moda: Dalmiro Sáenz. En sus novelas siempre algún personaje se entrevera con los indios. Y todo el tiempo trata de gente que va y viene de la civilización a la barbarie.
Porque los indios, en esa frontera porosa como fue la nuestra con los tehuelches y posteriormente con los ranqueles y más tarde con los araucanos (los “chilenos”, como consta en la correspondencia de caciques y funcionarios de la Provincia de Buenos Aires), eran receptores de los que huían de la civilización.
Cabo Savino.
En resumen: la literatura argentina es prolífica en historias de descastados varios.
Por eso no es de extrañar que los productores de cine y televisión insistan en mostrar cárceles y malvivientes ("El marginal", "Tumberos", etc.). Son continuadores, talentosos o no, de una tradición que traspasó el SXIX y el SXX y puso a la literatura argentina en el mundo.

No sólo los argentinos nos dedicamos a escribir y leer sobre quienes viven en los márgenes, en la orilla.
Existe abundante literatura inglesa y francesa de nenes bien que “bajan”  a los barrios pobres para buscar pasiones en su contacto con tahúres y prostitutas. Depravación. Debauchery. Es un género en sí mismo, como bien resalta Adriano Erriguel (aquí).

Toulouse Lautrec, hijo de una familia burguesa terrateniente,
dibuja el bajo fondo de Montmartre.

Nuestros orilleros, nuestros marginales, son nuestra barbarie.

La semana pasada se supo por televisión que: a) había un barrio cerrado de paraguayos en el Municipio de San Miguel, b) que todos ellos se dedican al narcotráfico y a vivir de subsidios del gobierno, c) que hacen riñas de niñas de 10 años, por apuestas, divertimento mientras beben y se drogan, d) que pasados de droga mataron a una niña.
No son historias aisladas. Hace menos de un mes un dominicano violó a una niña en un conventillo de Flores, capital federal.
Hace tres años en Francia metieron presos a todos los habitantes de un inquilinato, todos viviendo de la seguridad social, porque le daban dinero a niños de 6, 7 u 8 años a cambio de fellatios.
Doy estos datos para que tengamos una dimensión del espacio-tiempo.


Barrio cerrado de paraguayos en San Miguel.
Si bien los antiperonistas le quieren endilgar la invención de las villas miserias a Perón, es un fenómeno pre-existente (y post-existente); aquí
Existen decenas de tangos escritos en la Belle Époque que hablan de cuchilleros y gente de mala vida en general.
Los ‘30 se caracterizaron, con Barceló, por la trata de blancas (importar polaquitas de 14 y 15 años y reducirlas en prostíbulos), juego y riñas de gallos.


Jacinto Chiclana, de Jorge Luis Borges, por Alfredo Casero.

La orilla fascinó al argentino. No sólo a los escritores, sino a los lectores. Ascasubi, Gutiérrez, Hernández, fueron éxitos de ventas en un país cada vez más alfabetizado. Todos ellos en el SXIX.
En el SXX, como ya dije, Borges y Bioy Casares, dan muestras de su fascinación por la gente de malvivir en una Argentina post Pax Rocae (1906).

Toda esta literatura florece en medio de un arrasador proceso de aburguesamiento de la sociedad argentina. La población argentina deja la pobreza y la marginalidad a zancadas y siente fascinación por lo que está afuera de ese lugar hacia donde va.

El otro lado de la moneda es la civilización
La primera gesta civilizadora fue la española, durante la Colonia. La plaza central, alrededor el edificio de gobierno, la iglesia, la escuela, el hospital, de ahí las calles en damero. 
Siguió con fuerza luego de declarar la Independencia. Se fundaron miles de pueblos, algunos luego devenidos en ciudades. En Provincia de Buenos Aires (el 75% de su territorio se ocupó luego de 1810). Dolores, Azul, Henderson, Coronel Suárez, Chivilcoy, infinidad de localidades. La Pampa (primero territorio federal), el sur de San Luis, el sur de Mendoza, toda la Patagonia con excepción de Carmen de Patagones, el Chaco, Formosa, se ocuparon en el SXIX y SXX. Todo eso era tierra de indios.

Los huincas llevamos la civilización primero con el ejército. La línea de fortines. Mezcla de destino de castigo y de civilización, tratando de ganar terreno al desierto, al viento y al indio. Luego en tiempos de malones con lapsos de paz, la fundación de los pueblos.
Y la fórmula fue la misma: plaza principal, escuela, iglesia, comisaría, municipalidad. Y más adelante, ya a partir de fines del SXIX, sucursal del Banco Provincia y del Banco Nación. Y finalmente...el ferrocarril, sinónimo de civilización para la República Argentina. En la Patagonia y en el Norte, a partir de Mosconi, se incorpora YPF como rol civilizador.




El ejército fue el gran civilizador argentino luego de las guerras de independencia. Substituyó a la Iglesia. El mismo rol cumplió la Armada en la Patagonia.
El estado ocupó territorio e instaló las instituciones de contacto entre población y estado (escuela, comisaría, regimiento, municipalidad, faros) y socializó a toda la población.
Donde nadie estaba, donde nadie está aún hoy, está el Ejército o la Gendarmería o la Armada. Hoy. SXXI.

Sarmiento entendió, con claridad, que la llave era la educación, y que todos, sin excepción debían caer en esa red civilizadora y normativa. Por eso la rigidez de los planes de estudio y de la formación de maestros. Yo la llamo “la máquina de picar carne”. No importaba si por una punta entraba un nene de familia ucraniana, o toba o polaca o tehuelche o chileno o italiano, por la otra punta, luego de siete años, salía un argentino que sabía leer y escribir, hacer cuentas y  quién era San Martín. La educación “Normal” fue clave para absorber e integrar la inmigración. 
Por eso en Francia falla, porque no “normalizaron” la inmigración. Al contrario, tienen una posición “mantengamos su diversidad”. Si acá hubiéramos hecho eso seríamos un rejuntado de guettos y no una nación integrada.
Educación Pública, Lobos, Provincia de Buenos Aires.

Desde Caseros hasta 1983 la Argentina se aburguesó. En 1904 se legisla el servicio militar obligatorio, El que no había caído en la red de la educación pública (muy poca gente) entraba por el servicio militar. Muchos conocían qué era bañarse con agua caliente por primera vez en la colimba. Quien no sabía leer, era educado. Muchos aprendían oficios. Algunos se quedaban como suboficiales.

Y ese plan siguió sin pausa con todos los otros presidentes, con especial preeminencia de Roca, que duplicó la superficie del país.
Hubo una línea conductora: Todos argentinos, todos con los mismos derechos (con las violaciones del caso) y con la posibilidad de aburguesarse. Escuela, comisaría, ferrocarril, servicio militar.
Esa incorporación a los ideales burgueses fue a paso redoblado y sin pausa desde Urquiza hasta Perón. Porque a no equivocarse: Perón fue el último conservador. Incorporó millones de personas, pero los incorporó a una normatización burguesa: vacaciones pagas, comprarse la casita, ir al cine, comprar la heladera y tener la cocina a gas que recomendaba Doña Petrona C. de Gandulfo. Más de un siglo tratando incorporar gente desde el afuera (el indio) y desde la orilla a un ideal burgués.

Y mal que mal esa impronta sigue hasta 1983, con sus defectos.
Siempre recuerdo lo que dice Occam (@corraldelobos): la guerrilla fue traída a la Argentina en su momento de mayor prosperidad. Nunca antes había tanta gente incorporada a la clase media, nunca tanta gente “adentro”. Rompieron algo único. Algo único en el mundo.
Y fue parte por injerencia externa (Rusia/Cuba) pero también porque nenes que comían todos los días, dormían en su cama (hijos de profesionales o de obreros especializados) fueron a la universidad y decidieron que debían rebelarse al orden burgués, como los finulis del Mayo Francés.

Desde 1983 tenemos un gobierno de intervención. Cuanta receta se inventa afuera, se ensaya acá. El Banco Mundial decide que la Argentina no tiene que tener ferrocarriles, cierran los FFCC. El BM decide que hay que cambiar la educación, acá hacen el Congreso Federal de Educación. El BID y el BM deciden que hay que traer millones de nuestroamericanos, implementamos políticas de subsidio a la inmigración. Ojo, no lo hacen sólo con nosotros. Europa también rompió su educación y subsidia la inmigración. Todavía conservan los FFCC.


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Hay un episodio de Peaky Blinders donde un jefe de policía dice prostituyen a niñas de 10 años.
Hay un capítulo de The Blacklist donde un personaje era forzado a pelear por dinero a los 10 años y su pimp era su propio padre.
Las historias de Sheila que vimos por televisión la semana pasada no es ni privativo del SXXI, ni privativo de la Argentina.
La única diferencia es que la barbarie (en el sentido sarmientino), no está más en las tolderías fuera del mundo huinca, está acá, adentro. En la villa 1-11-14 o en un barrio de paraguayos en San Miguel.


Villa 1-11-14
Hice todo este largo racconto para que no nos hagamos los distraídos. Los orilleros siempre estuvieron cerca.
La diferencia de esta Argentina del SXXI, sujeta a una casta corrupta y cipaya del orden internacional, es que la orilla crece, como una gangrena, en lugar de achicarse, como sucedió desde Caseros hasta hoy (me animaría a decir, desde Hernandarias hasta hoy).
Mientras el país se civilizaba, crecían las historias de orilleros.

Pero hay algo que creo debemos pensar.
Tal vez la forma natural de vivir sea la de los paraguayos narcos que hacen pelear a las nenas de 10 años por apuestas mientras beben cerveza. Y que la civilización requiere disciplina, tesón, e invertir mucho tiempo y dinero para substraerse a ese vortex que todo lo succiona.
Y por eso la escuela de Sarmiento/Avellaneda/Fresco: llevar los niños desde un hogar caótico a un orden normado. Horarios, uniforme (guardapolvo), metas, ejercicios, deberes, premios y castigos, ser abanderado, enseñar música y deportes. Abrir a los niños un mundo que desde se casa jamás podrán mostrarle ni darles. Darles la llave para abrir la puerta de la Civilización.




Por eso rechazo profundamente las políticas de naturalización. Como el Cuervo Larroque con el "orgullo villero" o Larreta llamando "barrio" a la villa 31. Porque pelearle a la orilla es difícil. Pero lo primero que hay que hacer es tener la zanahoria de que de ahí hay que irse. Que es posible una vida mejor y distinta. Lo primero que hay que hacer es pensar y decir que eso no está bien. Todas las políticas socialdemócratas que hemos importado, lejos de querer sacar a la gente de ahí (como antes con las escuelas de oficios y la UTN) los cristaliza en esos lugares, donde los burócratas van, se sacan una foto, y luego vuelven a su piso en Av. del Libertador.

La barbarie es como los piojos, hay que combatirlos siempre.



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