CABALLO EXHAUSTO
La carga impositiva en la Argentina
Autora: Hyspasia (@Hyspasia)
Adolfo Bioy Casares es uno de mis escritores favoritos. Ahora nadie le hace mucho caso porque ni empleó los últimos veinte años de su carrera en promocionar su obra, como Borges, ni coqueteó con el comunismo, como Cortázar. Ese coqueteo es una fórmula infalible para obtener propaganda gratis. Hacerse el filo comunista garantiza notas en las secciones de “cultura” de los diarios, entrevistas, retrospectivas, llevar cuentos al film, etc.
La “intelligentzia”, como bien la describió Jauretche, obran en jauría, a pack of hounds. Ponen de moda lo que sea que esté en su agenda, castigan brutalmente y sin piedad a quien sea una voz disonante. Tienen un olfato envidiable para distinguir de dónde viene la guita. Saben dónde están los sueldos, los premios literarios, los “subsidios” para filmar, los viajes gratis a París y a Barcelona y al festival de cine de San Sebastián. Nadie, ni la gente de la bolsa porteña, tiene el olfato de estos tipos.
Con los pingüinos y los amarillos hemos visto innumerables casos de cómo actúan. Muy lábiles a las modas ajenas (europeas y neoyorkinas) y siempre, siempre, al servicio de los intereses de quien les ponga la plata: sea De Vido (Mercedes Morán) o PP (larga lista, empezando por la esposa de Lousteau). Y tiran bajo las vías del tren a quien ose no tocar su música.
A Bioy lo quiero por varias razones: porque escribe bien, porque se atreve a las novelas, las cuales requieren una disciplina de largo aliento, es como ser corredor de fondo. No son 100 metros y terminó, hay que seguir. Tanto el que escribe como el que lee.
Era un hombre cultísimo y en sus palabras, exquisito. Pero básicamente, lo quiero por la mirada que tiene sobre sus personajes. Bioy quiere a la gente.
Escribe sobre la gente de pueblo, de su pueblo, con empatía, consideración y, por qué no, cariño. Nació en una familia patricia pero es difícil encontrar otro escritor argentino que sea más piadososo con sus compatriotas de a pie. No piadoso de superioridad moral, sino comprensivo de las debilidades y limitaciones que los humanos tenemos y con la mirada en la cuota de amor y de buena madera de la que somos capaces.
Bioy, en todo su cosmopolitismo, es intrínsecamente argentino.
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En su novela “El sueño de los héroes” presenta un caballo que tira de un carro.
Ese caballo de croto, viejo y mal comido, está cansado.
En algún momento un tipo lo roba, sube a varios al carro y exige al caballo, para que los traslade a todos a un punto. El que maneja las riendas quiere, desea llegar, y por eso azuza y llena de latigazos al caballo. La pobre bestia le importa cero.
El resto, léanlo.
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El gobierno, mediante la AFIP, ARBA y otras gestapos menores va a exigir a los carniceros (“el eslabón minorista de la cadena” según las autoridades) a que llenen planillas, se inscriban y hagan no sé cuántas cosas más para que paguen impuestos.
Hoy los escuché en loop en Bichos de Campo y en Canal Rural. Había un tal Lacroze que tenía un montón de ideas, pero básicamente, los carniceros debían pagar.
Si uno escuchaba a todos estos burócratas, varios de ellos con apellido de calle, que ninguno gana menos de $ 100.000 (más algún viático que sise por ahí), parecería que los carniceros eran la encarnación (pun intended) de todos los males argentinos, en particular, que los políticos no tuvieran las arcas tan llenas como ellos desearían.
¡Cómo si no fueran un barril sin fondo!
Lo cierto es que quien paga todos los impuestos en Argentina, se funde.
Porque no hay manera que las cuentas den. Más si es un minorista que no puede manipular los precios. Compra, ahí paga retenciones y percepciones de todo tipo, paga ABL, paga luz con su enorme carga impositiva de no menos del 40%, si tiene un ayudante, cargas sociales, cada tanto los asaltan, como al carnicero de Zárate, y ahí sí aparece la ley con todo su peso, peso que no cargó contra el chorro que casi le mata a la cuñada.
Si un comerciante minorista cobra y vende todo en blanco, no hay forma que no quiebre, porque debe más que duplicar los precios para bancar no sólo toda la carga impositiva sino pagar a un contador para que llene todos los formularios y DDJJ a lo que lo obligan.
Y no paga impuestos sólo cuando paga impuestos. Cuando compra la media res, paga los impuestos del tipo que le da la media res y paga el transporte. Cuando paga el transporte paga el gasoil y el sueldo del fletero, pero también paga los peajes (el curro de la Cámara Argentina de la Construcción), paga el impuesto sobre el combustible (el 50% del total) y paga las cargas sociales del sueldo del fletero. Y paga la patente, el VTV y el etc. del fletero.
A eso el estado quiere que le agregue más impuestos aún (IVA e IIBB e impuesto al cheque). Lo cual redunda en un mayor precio del producto final.
El precio actual tiene un acuerdo tácito: la evasión se reparte parcialmente entre el carnicero y el cliente, lo que le permite al comerciante ser competitivo.
Aunque venda 100% en negro, el carnicero está pagando todos los impuestos del mayorista/matarife y del transportista (tanto el del campo al frigorífico como del distribuidor). Está pagando todos los impuestos de la cadena para atrás. También paga ABL y paga impuestos sobre la luz. O sea, si vende 100% en negro, sólo sortea una parte ínfima de su carga impositiva.
Pero no, los insaciables de los políticos argentinos no quieren ni que eso se les escape.
Saben que condenan a miles de familias (la familia del carnicero minorista) a la quiebra y por lo tanto al hambre. Ya lo intentaron con la obligatoriedad del postnet y las tarjetas de débito, parece que no está funcionando. Pero no les importa. ¡Quieren recaudar más! Aunque el caballo exhausto que somos los contribuyentes argentinos quebremos todos y dejemos de tributar para siempre. Por extinción.
¡Qué canallas son estos tipos!
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Hay otra opción, más macabra aún. Si obligan a quebrar a los carniceros, sólo quedarán en pie las grandes cadenas. Las que si evaden impuestos, con unos pesos arreglan al tipo de la AFIP o de última al juez (conocemos infinidad de casos, como Mauricio Macri o Cristóbal López o los dueños de Jumbo que fueron sobreseídos del delito de contrabando). Si obligan a la legalidad en las carnicerías, mucha no sobrevivirán por una simple razón: nadie en Argentina puede sobrevivir la carga impositiva actual a menos que pueda manipular el precio de venta. Y no es el caso de los carniceros. Por eso prosperan únicamente las actividades que puedan tener algo en negro. El negro les permite vivir o al menos sobrevivir.Ahora bien, al saber todo esto ¿por qué insisten? ¿por qué lo quieren vender en la tele como algo fantástico?
Tal vez porque únicamente les interesa que queden en pie Carrefour, Jumbo-Disco, Coto y la firma del tío de Peña.
Tal vez. No sé.
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Propuestas:
Eliminar IVA sobre forrajes y alimentos de todo tipo.
Eliminar impuestos a los ingresos brutos y sellos a forrajes y alimentos.
Eliminar impuesto al cheque.
Eliminar toda percepción y retención impositiva.
Eliminar todo impuesto sobre las tarifas de servicios públicos.
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Impuestos ¿para qué?Peor aún es cuando uno sabe que la voracidad fiscal es para dilapidarla en Lapegüe, en el hijo, esposa, otro hijo, sobrina y esposo de sobrina de Amadeo, en la decena de familiares de Peña colgados del presupuesto nacional, la hermana de Stanley ¡experta en arte!, para que la turca Awada se patine $ 220.000.000 en redecorar la Casa Rosada o en el festival carioca de Avelluto.
https://twitter.com/Hyspasia/status/992046682824167424 |
En el primer año gastaron más en subsidios al petróleo - entiéndase bien, a las petroleras, no a las tarifas domiciliarias: dinero que le dieron a Shell, a Bulgheroni (empresa china), a Chevron y a todas las empresas de Cristóbal López, que el destinado a planes sociales. Para Bulgheroni siempre hay plata, queridos.
Los políticos usan el dinero de los impuestos para financiarse a sí mismos, para sostener su estilo de vida: 1. dos viajes al año a Europa y EEUU, 2. chalet, 3. colegio caro para los nenes, 4. esposa nueva, 5.shopping y autos, 6. canuto, - y más importante aún - para financiar su propia continuidad.
Por eso prometen ir hasta el último rincón a buscar evasores. Cuando siguen sin cobrar el dinero de Cristóbal López.
Realmente, los gobernantes no tienen autoridad moral para cobrarnos ni un peso de impuestos hasta que no hagan pagar a todas las vacas sagradas. Como Cristóbal López.
Por lo que repudio a las autoridades de la AFIP, de ARBA, del ministerio de Agricultura, con Echevere a la cabeza y del coso de la carne Lacroze, que nos dicen que el pobre carnicero, al que asaltan los chorros una vez por semana sin que a ninguno se le mueva un pelo, es quien sí, él sí, debe pagar impuestos.
Y no jodan, porque no damos más.
En serio.
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