ENTENDIENDO EL EXTRAÑO MUNDO DE LOS CONSERVADORES DE CALIFORNIA


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Nota de RestaurAR: Boychuk efectúa ciertas consideraciones sobre la derecha, qué rol debe cubrir la derecha, qué es ser de derecha. Qué es ser conservador y qué es lo que hay que conservar - o no. Es particularmente interesante porque evalúa el desempeño de su sector en California. 
California tiene en común con la República Argentina en que ambas tienen la oferta política monopolizada por los "progres" y las distintas ofertas políticas tratan de cuán "progre" es tal o cual candidato y la legislatura y los consejos deliberantes compiten a cuál propone algo más "progre". Por lo que la situación general es bastante parecida a la que nosotros enfrentamos. Ojalá nos puedan enseñar algo.


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Por BEN BOYCHUK
Nota original: https://www.sacbee.com/opinion/california-forum/article222033155.html
Traducción de Hyspasia.

Ser conservador en California puede ser frustrante. Los Republicanos no han ganado ninguna elección en el estado en una década. La política conservadora de enunciar un listado de requisitos para adminitir políticos y votantes no ha logrado ganar en ninguna circunscripción, no al menos donde viven la mayoría de los californianos. 
Y el lugar [California] es enloquecedoramente, insufriblemente, exhaustivamente "progre".
Lo que, si usted lo piensa, hace que nosotros, los que somos de derecha, nos hayamos convertido en la "contracultura". ¡Por lejos!

Sin embargo, los conservadores de California tienen enorme influencia en la política nacional. Vox, la web política con estilo propio, publicó una historia que trata de explicar cómo es que los conservadores californianos le han dado ímpetu al, en su principio, improbable ascenso de Donald Trump en la política.

La reportera Jane Coaston "recorrió todo el Golden State, parando en todos y cada uno de los locales conservadores", desde el Valle de San Fernando hasta Claremont, a cincuenta millas al este de Los Ángeles.
Olvídense de los detalles geográficos. Lo que ella descubrió es un conservadurismo desafiante, "aislado" y sin poder alguno, dirigido por gente que "cree que su visión nunca llegarán a ser la visión preponderante". Suena como una causa perdida.

Pero, sin embargo, Coaston matiza, "el conservadurismo californiano se ha convertido en, simplemente, un conservadurismo con mayúsculas".

Esa parece haber sido su tesis. Como explicación, sin embargo, es desconcertante. No funciona así. Explico por qué.

En primer lugar, no hay un único "conservadurismo californiano". El populismo de derecha de Los Ángeles - basado en Bretibart News, no es el mismo que el de los barrios intelectuales que leen el Claremont Review of Books, que ha publicado el influyente (y altamente controvertido) artículo de Michael Anton "La opción del Vuelo 93". Poner todo junto es sumar peras con manzanas.

También, algunos pensadores conservadores no saben de lo que hablan - porque ellos realmente no entienden de política.
Coaston se basa abundantemente en Ben Shapiro, cuya web Daily Wire obtiene 100 millones de visitas por mes. "Todo lo que nosotros hacemos es hablar todo el día de ideas, porque perdimos" le dijo Shapiro. "Vivimos en un área donde ninguna de nuestras propuestas será jamás implementada. No en este Estado [de California]".

Shapiro lo entendíó exactamente al revés. Los conservadores pierden en California porque todo lo que hacen todo el día es hablar de sus ideas - ideas nunca llevadas a la práctica, ideas no testeadas o contundentemente rechazadas por los votantes. Si el propósito de la política es ganar, ¿no será que tal vez las ideas no son buenas? ¿Y si proponen mejores ideas? ¿Y si los conservadores de California hablaran con la gente real?

Pero en el curso de tan insatisfactorias explicaciones, el "relato" de Vox funciona como un servicio no intencional. Coaston sólo nos pone en evidencia cuan pasado de moda y cuán rengo es nuestro vocabulario político.


De todas formas ¿qué quiere decir que alguien sea "conservador"? ¿Qué es lo que los conservadores "conservan"?

Si es sólo mantener el status quo, olvídense.  Eso es solamente perder el partido (el juego) lentamente.  Sesenta y dos millones de norteamericanos no tomaron el riesgo de votar a un político amateur porque estaban felices con el status quo.  Excepto que usted tenga un trabajo en el sector informático o tecnológico, o en la banca o que trabaje para el gobierno, el status quo apesta.

Trump no es un "conservador". No verdaderamente. Dejando de lado el hecho de que el hombre cambió su afiliación política siete veces en los últimos trece años, Trump es mejor descripto como disruptor. La disrupción no es conservadora.

Para un republicano "Never Trump", el cargo es suficiente para condenarlo. Pero para muchos de nosotros, la disrupción es necesaria. Es refrescante y clarificadora, también.

El ascenso de Trump en el 2016 hizo posible tirar el listado de requisitos de la extrema derecha, repensar los viejos requisitos y también sentir la indulgencia de cierta herejía acá o allá.

Bajar los impuestos está bien, pero en caso de una emergencia - una guerra mundial, por ejemplo, o un desastre natural - los impuestos tal vez tengan que subir.

Las regulaciones a veces impiden que nuevos negocios se forme y protegen a los grandes negocios de la competencia. Pero cuando empresas tecnológicas como Facebook y Twitter empiezan a censurar el contenido político, y Amazon hace dumping a su competencia, tal vez algunas regulaciones del SXXI deben ser implementadas.

Subir tarifas a actores desleales como China no es un pecado; es un instrumento de un estadista, una herramienta de la política, diseñada para corregir una inequidad que perjudica a la clase media de EEUU.

La inmigración puede favorecer a un país que tiene falta de mano de obra. También puede estimular la innovación. La inmigración excesiva o ilegal provoca la baja de los salarios y puede traer disturbios o malestar social.

Todos esos son preguntas de política, no problemas ya decididos en una doctrina. Todos esos puntos son debatibles.

El "conservadurismo" a falta de un mejor término, no puede tratarse de reciclar ideas que se desintegran al enfrentarse a la vida real. Y no puede tratarse de ganarle a los "progres" en los medios de comunicación. Por lo que ello importe, el conservadurismo no puede tratarse de la fortuna política de un hombre.

Se trata de hacer de un país un mejor lugar para vivir, para trabajar y para criar una familia. Se trata de ganar votos.


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Ben Boychuk es editor de American Greatness (www.amgreatness.com).


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