EL ELÁSTICO DE LA BOMBACHA



Autora: Hyspasia

En Restaurar hemos tratado el tema educación varias veces y desde distintos ángulos y con diferentes autores.

ANTES DE HABLAR DE EDUCACIÓN
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ELOGIO DE LA RAZÓN INSTRUMENTAL
Autor: Vercingetorix (@vercingetorix72)
EDUCACIÓN ARGENTINA - LA CAÍDA DE LOS DIOSES I 
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EDUCACIÓN ARGENTINA - LA CAÍDA DE LOS DIOSES II
Autora: Prof. Andrea Solís (@AndreaMscolo)
LA UNIVERSIDAD: UN ESQUEMA PONZI
Autor: James Delingpole (@JamesDelingpole)

Hace unos años escribí EDUCACIÓN, un post bastante leído.

Ahora quiero compartir algunos pensamientos en voz alta.

La educación argentina está cooptada por la izquierda. Pueden ser izquierda-izquierda, pingüinos (kirchneristas) pseudotroskos o gente que es semiprogre. Hasta los colegios católicos tienen contenidos “progre”, libros “progre” y maestras “progres”. Siguen en los secundarios y en las universidades. Hasta las privadas. Por ejemplo, Silvina Zvirtz (luego ministra de Scioli) fue la directora de la carrera de Docencia o Pedagogía o como la llamen de la Universidad de San Andrés.
En resumen, todos en el abanico que va desde progre a zurdo redomado.
No se salvan lugares que otrora era de gente trabajadora y con sentido común, como la UTN, o las escuelas de las localidades del interior, nuestra hoy (únicas) defensoras de la tradición.
Por supuesto, existen docentes que no acompañan la cultura dominante, pero están condenados al ostracismo, o van, dan su clase y se van. Ciertamente no tienen ningún peso al momento de determinar autoridades, o contendios.

Pensé que era un fenómeno local. Grande fue mi sorpresa cuando comprobé que EEUU enfrenta (tal vez en forma menos virulenta) los mismos problemas. Hemos publicado en Restaurar varias notas sobre la situación en Inglaterra, por ejemplo, que nada tienen que envidiar a Lanús o la UBA.

En EEUU la educación está totalmente dominada por los sindicatos y todos estos son “progres” o “liberals” como dicen ellos. No hablemos de California, que es un descontrol total y el agente innovador de grandes alegrías que luego fueron traídas a la Argentina como “al alumno no hay que evaluarlo porque se lo estigmatiza”, “si no saben leer y escribir luego de venir cinco años a la escuela es porque son de familias hispanas/pobres/underprivileged, por lo que hay que hacerlos pasar de año igual y no perturbarlos”. También se ha descubierto que tienen sobresueldos por fuera de nómina. En resumen, no quieren que se evalúen a los chicos para que nadie se entere que cobran sueldos para generar decenas de miles de analfabetos. Una estafa. De lo que sí se ocupan es de adoctrinarlos en cuanta moda, cuanto más pervertida, mejor.

Si bien California es un caso extremo, los mismos problemas los tienen en todo EEUU. Es muy interesante el discurso de Rick Harrison (sí, el de El Precio de la Historia) sobre educación. Sostiene que hoy los “liberals” están educando a niños y jóvenes (tiene razón), que no hay que permitirlo (tiene razón). ¿Cuál es la solución que el da y que por los aplausos el público aprueba? Dejar de mandar los chicos a la escuela y educarlos en casa o implementar un sistema de cupones. Esto último es que el estado (o sea los contribuyentes) cubran el costo de la educación pero que cada familia la gaste como guste. Y en esto NO tiene razón. Trataré de justificarlo.




Antes de hacerlo, una consideración. Lo que en realidad Harrison dice es que el problema los supera. No a EEUU (que dejaron crecer el cáncer y viven ¿cómodos? con él) sino a los conservadores. Lo que dice es que hay un problema y los conservadores no saben cómo solucionarlo o creen que no lo pueden solucionar. Entonces inventan algo alambicado para esquivar el problema.

Ese tipo de soluciones las llamo “el traje de Quasimodo”. Es muy común en las empresas que, por una razón u otra, se terminen generando proceso administrativos ridículos o delirantes. Surgieron por alguna razón (por lo general temporal) y así quedaron. Y luego nadie identifica el problema ni lo tacklea (no lo soluciona). En vez de rectificarle la columna al tipo, le hacen un traje a medida. El traje de Quasimodo.

Otro ejemplo más divertido es el de la empleada pública de Gasalla. A la señora se le aflojó el elástico de la bombacha. Lo lógico sería ir a la mercería, comprar elástico y coserlo a la bombacha. No. La empleada aprende a caminar con las piernas abiertas de tal forma que la bombacha no pase la altura de las rodillas. Gasalla es un genio. 




El curro de los cupones o bonos o tickets de educación es algo que viene promocionando The Economist desde la década del noventa. El sistema consiste en que, en lugar del estado pagar escuelas y tener que ocuparse de mantenimiento, seleccionar docentes, pelearse con sindicatos, estudiantes, y tener que revisar el estado de los tanques de agua y si los vidrios están todos en su lugar, le da plata a cada familia y que cada familia mande los chicos a la escuela que se le antoje.

Lo que abre la oportunidad a una enorme miríada de negocios. Si bien en Europa hay educación privada, no ha llegado al nivel de penetración que en la Argentina.

Pero, le diría al amigo conservador Harrison, eso además de borrarse de la solución del problema, no garantiza que la oferta no sea toda progre, o que los padres manden a los chicos al colegio A o B por status o porque “les enseñan computación e inglés”, y no que les inculquen valores conservadores o patrióticos o lo que sea o porque es el único que quedó en el barrio. No garantiza calidad. No garantiza nada, excepto que tres vivos, probablemente relacionados a la política, se hagan ricos.

Harrison es hijo de un soldado, que fue a la escuela pública. ¿Por qué si antes se pudo educar a los chicos, enseñarles a leer y escribir, amar la lectura, hacer cuentas, estudiar biología, historia y geografía, amar a su Patria, ahora no se podría hacer?

La educación tuvo un rol preponderante en la formación de una conciencia nacional tanto en EEUU como en Argentina, tierra de inmigrantes. Además se constituyó en la fórmula del éxito para dar igualdad de oportunidades. Hijos de inmigrantes que vivían en conventillos, o de niños rurales que vivían en ranchos, tuvieron educación de calidad, acceso a leer, amigarse con los libros y aprender. Hay cientos de miles de ejemplos en todo el país, en ambos países.
Si funcionó, si no se inventó nada mejor, ¿por qué no volver a eso?

El progresismo, con escuelas pedagógicas creadas en Francia, destruyeron metódicamente esa educación que tenía horarios, programas, docentes que salían de la escuela normal, que tenían que presentar el plan de trabajo de la semana y con inspectores que sí inspeccionaban. Con dictados diarios, con deberes, con ejercicios de matemática, con redacciones, con manuales y pruebas orales y escritas (“¡Señores, saquen una hoja!”).
Si funcionaba, ¿por qué se cambió?

Es raro que los marxistas hayan sido el motor de esto. Los países soviéticos fueron muy rigurosos en la educación y reivindicaron a los autores literarios rusos, especialmente del SXIX, y les dieron a los alumnos una sólida educación en matemáticas.

Sin embargo, los marxistas del SXXI de países no soviéticos proponen todo lo contrario de la educación soviética rusa. ¿A nadie le hace ruido?

Hay algunos giles elogiando a la educación china o la educación del sureste asiático. Pero si uno mira un poco más de cerca y se fija de qué se trata, ve que no es otra cosa que la vieja educación sarmientina que duró en la Argentina hasta que Alfonsín la rompió: muchas materias, deberes, ejercicios, profesores o maestros que conocen la materia y la enseñan, libros, dictados, redacciones, mucha práctica y sobre todo, mucha exigencia, mucho deber, mucho todo. Exámenes de egreso, exámenes de ingreso, etc. Hasta Brasil tiene exámenes de finalización del secundario.

El nivel de hedonismo alfonsinista local en alumnos y docentes no sé si tiene una réplica en el mundo. Es un jardín de infantes hasta los 25 años de edad.

¿Por qué se eliminó un sistema exitoso y se cambió por un corso a contramano? Justamente por eso.

Es la destrucción de Occidente desde adentro.

Así que mi propuesta no es ni la de The Economist, ni la de Rick Harrison, ni la de los libertarios. Los cupones son un curro, pero eso no es lo peor. Lo peor es que no soluciona el problema.




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Propuesta educativa en una próxima entrega.


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Agradecemos la difusión del presente artículo: 

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