ELOGIO DE LA RAZÓN INSTRUMENTAL

Ilustración: Claudio Gallina.

De ahora en más, lo que vamos a seguir presenciando es el enfrentamiento entre dos colectivismos. De signos opuestos, pero colectivistas ambos. Afortunadamente todo queda en lo verbal. Por eso, mejor corrijamos: no es un enfrentamiento, es una competencia. Compiten por cuál de las dos corrientes es la más colectivista, pero en sentido opuesto, divergente. El conflicto no se resolverá en un choque, sino en un realineamiento.
Los ochentas y los noventas fueron individualistas -dos tipos distintos de individualismo, el de Alfonsín y el de Menem, pero individualistas los dos en sus fundamentos. Aquel individualismo fue desalojado del poder en el 2002 y de la sociedad en un proceso largo e ininterrumpido que se inició en aquel año y que culminó con el dictado del Código Civil y Comercial colectivista de 2014. Hoy en la sociedad argentina nadie es individualista, a lo sumo algún grupo de locos y snobs, completamente fuera del discurso político.
"Niño geopolitico contemplando el nacimiento del hombre nuevo".
Salvador Dalí.
Por eso ahora vemos cómo los que le quitan a los adolescentes horas de estudio y de indagación intelectual para absorberlos en la vorágine de la militancia política, las tomas de establecimientos educativos, las marchas, se espantan porque existe un proyecto de enrolar a esos mismos adolescentes en una empresa. Lo que están discutiendo, en verdad, es cómo debería ser su soñado “hombre nuevo”.
Nicolás Avellaneda,
Ministro de Educación de Domingo F. Sarmiento,
Presidente de la República,
tucumano.
Eso es todo lo contrario al proyecto educativo de la Generación del 80 y que permitió a la Argentina distinguirse del resto de los países de América Latina y ser así uno de los principales centros de atracción de la inmigración europea. La educación pública gratuita y laica no significa que “no haya que pagar” y que “no se enseñe religión”, sino que la onerosidad de la educación no puede servir de excusa para que los padres no eduquen a sus hijos y que tal educación debe consistir en las herramientas para que el joven individuo acceda por sí mismo al conocimiento, nunca en la inculcación de determinada cosmovisión, ideología o doctrina. Si existe alguna formación del carácter, es la que emerge espontáneamente de la responsabilidad de estudiar y rendir exámenes, que en la vida adulta se traducirá en la responsabilidad de llevar adelante un oficio o profesión.

Escuela N° 3 Carlos Vernet - Béccar - San Isidro - Prov. de Bs. As.

En el Siglo XIX la educación debía consistir principalmente en leer y escribir, las matemáticas y ulteriormente las ciencias. Para quienes decidieran profundizar sus conocimientos, resultaba imprescindible dominar el idioma francés, ya que en dicha lengua se encontraban editada la mayor cantidad de material científico y literario.
Hoy, en el Siglo XXI, podemos reemplazar el francés por el inglés y agregar una mayor preparación en matemáticas, lógica y biología, ya que todo parece encaminarse a un mundo de inteligencia artificial, investigaciones en el campo de la medicina y en la tecnología de los alimentos. Pero eso no quiere decir que consideremos que el mundo deba ir hacia allí, sino que hacia donde uno puede ver hoy que se está encaminando -sin preguntarnos, ni pedirnos permiso.
Este otro enfoque de la educación -que es el mismo del de la Generación del 80- no se propone formar ningún tipo de sujeto en particular, sino en dotar al individuo de las herramientas imprescindibles para formarse -o mejor, construirse- a sí mismo. Contra la opinión de los adalides de la teoría crítica, una educación puramente instrumental no modela un solo tipo de sujeto, sino que garantiza una pluralidad de modos de ser. Que a cien años de distancia veamos uno o dos tipos de “ciudadanos” o “habitantes” que hayan prevalecido es una cuestión que depende de la perspectiva del observador. En realidad, las sociedades sobreviven cuanto más plurales son los estilos de vida que coexisten, ya que ésta es la mejor manera de adaptarse a los cambios imprevistos -que son la mayoría.


Jan Brueghel el Viejo, "La vista". De la serie los sentidos.
Museo del Prado.

Más arriba mencionamos que todo parece encaminarse hacia la inteligencia artificial, algo que hace cincuenta años era materia de ciencia ficción y todavía antes un tema de interés para un puñado de filósofos. Eso constituye un mayor indicio de que la mejor educación para impartir es la que sea predominantemente instrumental. Luego cada individuo sabrá por sí mismo qué hacer con ella, que dependerá de qué escenario -improbable para nosotros ahora- se encontrarán los que hoy son jóvenes dentro de treinta años (o cincuenta, porque parece ser que la expectativa de vida no cesa de prolongarse…) .
Colegio Agropecuario de Realicó.

Por eso mismo, resulta sumamente desaconsejable insertar prácticas y contenidos que sean extra-educativos (en el sentido instrumental) en la escuela: sean estos la militancia política, el mundo laboral, la religión, o todo aquello que se presente bajo la apariencia de ser redentor o “formativo”. Si las herramientas para estudiar e indagar son las apropiadas (la lecto-escritura, las matemáticas, el inglés, la lógica), cada uno sabrá escoger para sí lo mejor de la política y la industria o resolver por sí mismo cuestiones éticas o existenciales. Después de todo, qué mayor derecho para defender tenemos sino es el de poder elegir por nosotros mismos quiénes queremos ser.
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