Personas y Empresas ¿a quién bajarle impuestos primero?
Autor: Fabricio Latronico (@fabril)
Versión Original: http://www.visionliberal.com.ar/nota/4322-impuestos-no-asfixiar-a-las-empresas-para-que-respire-toda-la-sociedad/
Podemos ver a los impuestos como el precio que se paga para tener una sociedad civilizada, podemos verlos como el pago justo por una retribución que nos brinda el Estado, podemos verlos directamente como un robo perpetrado a través del uso de fuerza omnímoda del Estado.
Más allá del sentimiento que tengamos hacia ellos no podemos ignorar que representan una limitación a nuestra libertad económica. En Argentina la presión fiscal está hoy en torno al 34% del PBI, esto quiere decir que más de un tercio de los ingresos de particulares y empresas termina siendo recaudado por el fisco. Estos valores no coinciden con la suma de impuestos y tasas dictados por la ley debido a que, naturalmente, una gran cantidad de agentes necesitan evadir para preservar sus ingresos y su patrimonio.
El año pasado sorprendió al mundo entero el informe del Banco Mundial en el que destacaba que la Total Tax Rate % Profits, o sea la proporción total de impuestos que las empresas pagan en comparación con sus utilidades, era del 137%, algo inaudito. Con estas tasas los inversores tienen aversión a invertir, lo cual es un grave problema debido a que en los últimos 17 años el país se ha descapitalizado, y sin nuevo capital no se puede crecer ni tener una productividad que impulse a elevar los niveles de vida de la sociedad.
Soltarle el cuello a la economía argentina es entonces una necesidad si queremos ver mejoras económicas sustanciales, pero esto se dificulta debido a la resistencia que hay a bajar fuertemente el gasto público.
Pero asumiendo que podemos bajar los impuestos en un país con un Estado de Bienestar gigante y difícil de desarticular, ¿A quién le bajamos primero? ¿A empresas o a particulares?
Si bien la finalidad de una baja de impuestos es que los individuos sientan un menor peso del Estado sobre sus hombros y puedan vivir sus vidas con un mayor grado de libertad, bajar en primera instancia los impuestos sobre las personas físicas puede no ser lo más prudente ni tampoco lo más justo si contemplamos a quienes va dirigido la mayor parte del gasto público.
Los países nórdicos son reconocidos por tener un Estado Benefactor enorme, que al igual que el argentino insume una gran cantidad de recursos obtenidos vía tributos, razón por la cual tenemos una presión tributaria similar o incluso menor, en Noruega llega a ser el 42% del PBI. Aunque vale la pena marcar lo siguiente: Noruega, Suecia y Dinamarca están en el IPRI 2017 (índice internacional de derechos de propiedad) en los lugares 3, 5 y 12 respectivamente mientras que Argentina ocupa el lugar 97 de 127. En el índice de libertad económica de la Heritage Foundation los escandinavos están entre el puesto 13 y el 19 mientras que Argentina queda en el 148 sobre 185 países.
¿A qué se debe la diferencia en los rankings? Aparte de tener un Estado de Derecho que hace cumplir la ley de manera efectiva y una economía menos regulada, el sistema impositivo es mucho más simple y no asfixia la actividad productiva. La clave del sistema impositivo de estos países es tener impuestos corporativos bajos y permitir que las contribuciones a la seguridad social sean deducibles para el empleador. Los tres países tenían una tasa de corporate tax (impuesto a las ganacias de sociedades) moderado pero lo pudieron bajar en los últimos 10 años, Dinamarca del 25 al 22%, Noruega del 28 al 24% y Suecia del 28 al 22%. Por otro lado los impuestos que pagan los particulares son realmente altos, un IVA alrededor del 25% e impuestos a los ingresos de hasta 32%. De esta manera logran equilibrar una presión impositiva alta pero sin obstaculizar el desarrollo económico.
Otra razón, que apunta a que la retribución por el pago de impuestos sea lo más justa posible, es que las erogaciones del Estado Nacional que apuntan a ofrecer servicios a particulares son mucho mayores que aquellas que brindan servicios de los cuales las empresas pueden tener algún beneficio. Por un lado tenemos Seguridad Social, Educación, Salud, Vivienda y Desarrollo Social, que conforman cerca del 65% del gasto total; por otro lado tenemos cerca de un 20% en Transporte, Obra pública, Energía, Seguridad, Defensa y Justicia que benefician directamente tanto a empresas como particulares; y un 15% restante de servicios de deuda, poder legislativo y otros.
Está claro que el gran peso del estado argentino es soportado tanto por particulares como por empresas pero si queremos que se genere riqueza el principal incentivo debe venir por el lado de la rentabilidad empresarial y si los particulares dejan de sentir de forma directa el costo económico y social que ocasiona el lastre del Estado Benefactor más difícil será que toda la sociedad comprenda que cuanto más austero sea el Estado más libres serán las personas.
Versión Original: http://www.visionliberal.com.ar/nota/4322-impuestos-no-asfixiar-a-las-empresas-para-que-respire-toda-la-sociedad/
Podemos ver a los impuestos como el precio que se paga para tener una sociedad civilizada, podemos verlos como el pago justo por una retribución que nos brinda el Estado, podemos verlos directamente como un robo perpetrado a través del uso de fuerza omnímoda del Estado.
Más allá del sentimiento que tengamos hacia ellos no podemos ignorar que representan una limitación a nuestra libertad económica. En Argentina la presión fiscal está hoy en torno al 34% del PBI, esto quiere decir que más de un tercio de los ingresos de particulares y empresas termina siendo recaudado por el fisco. Estos valores no coinciden con la suma de impuestos y tasas dictados por la ley debido a que, naturalmente, una gran cantidad de agentes necesitan evadir para preservar sus ingresos y su patrimonio.
El año pasado sorprendió al mundo entero el informe del Banco Mundial en el que destacaba que la Total Tax Rate % Profits, o sea la proporción total de impuestos que las empresas pagan en comparación con sus utilidades, era del 137%, algo inaudito. Con estas tasas los inversores tienen aversión a invertir, lo cual es un grave problema debido a que en los últimos 17 años el país se ha descapitalizado, y sin nuevo capital no se puede crecer ni tener una productividad que impulse a elevar los niveles de vida de la sociedad.
Soltarle el cuello a la economía argentina es entonces una necesidad si queremos ver mejoras económicas sustanciales, pero esto se dificulta debido a la resistencia que hay a bajar fuertemente el gasto público.
Pero asumiendo que podemos bajar los impuestos en un país con un Estado de Bienestar gigante y difícil de desarticular, ¿A quién le bajamos primero? ¿A empresas o a particulares?
Si bien la finalidad de una baja de impuestos es que los individuos sientan un menor peso del Estado sobre sus hombros y puedan vivir sus vidas con un mayor grado de libertad, bajar en primera instancia los impuestos sobre las personas físicas puede no ser lo más prudente ni tampoco lo más justo si contemplamos a quienes va dirigido la mayor parte del gasto público.
Los países nórdicos son reconocidos por tener un Estado Benefactor enorme, que al igual que el argentino insume una gran cantidad de recursos obtenidos vía tributos, razón por la cual tenemos una presión tributaria similar o incluso menor, en Noruega llega a ser el 42% del PBI. Aunque vale la pena marcar lo siguiente: Noruega, Suecia y Dinamarca están en el IPRI 2017 (índice internacional de derechos de propiedad) en los lugares 3, 5 y 12 respectivamente mientras que Argentina ocupa el lugar 97 de 127. En el índice de libertad económica de la Heritage Foundation los escandinavos están entre el puesto 13 y el 19 mientras que Argentina queda en el 148 sobre 185 países.
¿A qué se debe la diferencia en los rankings? Aparte de tener un Estado de Derecho que hace cumplir la ley de manera efectiva y una economía menos regulada, el sistema impositivo es mucho más simple y no asfixia la actividad productiva. La clave del sistema impositivo de estos países es tener impuestos corporativos bajos y permitir que las contribuciones a la seguridad social sean deducibles para el empleador. Los tres países tenían una tasa de corporate tax (impuesto a las ganacias de sociedades) moderado pero lo pudieron bajar en los últimos 10 años, Dinamarca del 25 al 22%, Noruega del 28 al 24% y Suecia del 28 al 22%. Por otro lado los impuestos que pagan los particulares son realmente altos, un IVA alrededor del 25% e impuestos a los ingresos de hasta 32%. De esta manera logran equilibrar una presión impositiva alta pero sin obstaculizar el desarrollo económico.
Otra razón, que apunta a que la retribución por el pago de impuestos sea lo más justa posible, es que las erogaciones del Estado Nacional que apuntan a ofrecer servicios a particulares son mucho mayores que aquellas que brindan servicios de los cuales las empresas pueden tener algún beneficio. Por un lado tenemos Seguridad Social, Educación, Salud, Vivienda y Desarrollo Social, que conforman cerca del 65% del gasto total; por otro lado tenemos cerca de un 20% en Transporte, Obra pública, Energía, Seguridad, Defensa y Justicia que benefician directamente tanto a empresas como particulares; y un 15% restante de servicios de deuda, poder legislativo y otros.
Está claro que el gran peso del estado argentino es soportado tanto por particulares como por empresas pero si queremos que se genere riqueza el principal incentivo debe venir por el lado de la rentabilidad empresarial y si los particulares dejan de sentir de forma directa el costo económico y social que ocasiona el lastre del Estado Benefactor más difícil será que toda la sociedad comprenda que cuanto más austero sea el Estado más libres serán las personas.
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