QUE SE ROMPA PERO NO SE DESDOBLE



Autor: Santiago González (@gauchomalo140)

Nota original: https://gauchomalo.com.ar/que-se-rompa-pero-no-se-desdoble/

El estigma radical persigue a Cambiemos: la consigna testamentaria de Leandro Alem revivió en las veleidades posmodernas de Marcos Peña y Mauricio Macri, y destejió en una noche la tela que la laboriosa gobernadora tramó en extensas jornadas de rueca y agujas. Que se rompa, pero que no se desdoble, dijo la Rosada. El destino de Macri quedó atado al de Vidal, y el de Vidal al de Macri. Todo o nada, y en todo caso nada de nada para quienes no compartan las veleidades fundacionales de la cúpula. A diferencia de lo ocurrido en 2015, cuando convivieron orientaciones complementarias, toda la estrategia de campaña quedará esta vez en manos del subpresidente Marcos. El veto al desdoblamiento de las elecciones bonaerenses es la piedra basal de esa estrategia y su racionalidad, francamente, resulta difícil de entender. Si las elecciones fueran hoy, con el estado de opinión y de ánimo vigentes, Macri sería una piedra atada al cuello de Vidal. Peña debe manejar información que nosotros no manejamos para suponer que en octubre las cosas van a ser distintas. Cuando hablamos de “las cosas” hablamos por supuesto de la economía: febrero arranca con una oleada de nuevos aumentos y un pronóstico de inflación anual del 34% y sumando. Nosotros ya recibimos con cierto escepticismo cualquier promesa que remita al segundo semestre, pero el oficialismo exuda su poco contagioso optimismo adolescente. El triunfo de Vidal en la provincia fue en el 2015 a la vez anticipo y condición de posibilidad del triunfo de Macri, y el subpresidente sueña con un escenario similar, si fuera posible con el espectro de Cristina sobrevolando amenazadoramente la escena para meter miedo en la clase media. Marcos evidentemente sueña, porque al cumplir sus cuatro añitos de vida, el gobierno al que pertenece habrá descargado sobre los argentinos la inflación más alta, la devaluación del peso más pronunciada y el endeudamiento externo más cuantioso desde la crisis del 2001. Pensar en un escenario similar al del 2015, cuando el temperamento colectivo estaba cargado de expectativa y electrizado por la posibilidad de un cambio, más que un sueño es un delirio. Vidal mantiene a pesar de todo un buen nivel de aceptación en la provincia. Decir a pesar de todo es lo mismo que decir a pesar de Macri y de Cambiemos. Peña cree que esa buena onda puede eventualmente envolver al presidente y a la alianza, y cree eso porque en el fondo cree que la gente es tonta y que el vivo es él. No advierte que el presidente puede ser hoy una cola de bulones para el barrilete que a duras penas la gobernadora supo remontar. ¿Y qué pasa si el barrilete no asciende? Asociada al presidente en la misma boleta, Vidal va a tener que arrastrar la cola de bulones. La buena imagen de la gobernadora difícilmente vaya a sumarle votos a Macri, pero la mala imagen de Macri seguramente le va a restar votos a Vidal. En todo el elenco de primeras figuras cambiemitas, Vidal parece ser la única en condiciones de desprenderse del aire general de soberbia fracasada que impregna al resto. Si la hubiesen dejado volar sola, un eventual triunfo suyo en la elección provincial habría proyectado un hálito de optimismo, una expectativa diferente, sobre la suerte de Cambiemos en la presidencial. En la oficina de Peña imaginan que esto es posible también con Macri en la boleta, y el tiempo dirá quién tiene razón. –S.G.


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