LOS JÓVENES, EL BARRIO, LA SOCIEDAD Y EL FUTURO

Desafío Eco, competencia de colegios industriales argentinos, donde adolescentes arman prototipos de automóviles eléctricos.

No importa cuánto se esfuerce un joven en nuestra Patria, cuánta esperanza tenga en buscar un futuro, el sistema institucional argentino sólo permite la elevación del mediocre. En la Argentina los mediocres se pusieron a gobernar.


Autor: Marcos Kowalski  (@kowalskimarcos)


A veces en los días sin luz de la miseria que una serie de inescrupulosos aspirantes a “dirigentes” nos quieren imponer mediante una dictatocracia de “partidos políticos” que no existen, porque ya hace rato fueron reemplazados por camaleónicos personajes que suelen cambiar de discurso, de ideas y de bando al compás de falaces encuestas y del “cuánto mido hoy” amontonándose según el caso.



Prodigándonos, cuando desgobiernan, hora tras hora, día tras día, un limitante más a nuestra libertad, imponiéndonos a través del sistema partidocrático, elecciones donde ya todo está definido y solo se puede optar entre verdugos cual es el que nos va a despojar de nuestros recursos morales y materiales para imponernos extravagancias globalistas de minorías y enriquecerse robándonos.

Muchos son los argentinos desesperanzados en esta hora, llorando la pena de ver nuestra Nación en decadencia, muchos son los que buscan irse del país, incluso aquellos a los que se los capacitó para profesiones que no tienen aplicación en nuestra argentina de hoy, porque en el afán de desnacionalizarnos han sido discontinuadas en beneficio del mundialismo y los mezquinos intereses de nuestros gobernantes y sus negocios de amigos.

Algunos imaginan un futuro mejor en otro sitio, es comprensible, los “representantes” que supieron conseguir les han limado las expectativas, no ya de éxito, sino tan solo de conseguir un trabajo dentro de su esfera de capacitación profesional que les costó esfuerzo y tiempo conseguir.

Es que no importa cuánto se esfuerce un joven en nuestra Patria, cuánta esperanza tenga en buscar un futuro, el sistema institucional argentino, tanto en el nivel del Estado como en el de la sociedad civil, está constituido de tal forma que sólo permite la elevación del mediocre.



En la Argentina los mediocres se pusieron a gobernar, se rodearon y rodean de otros mediocres en la medida de que resulten más obsecuentes que capaces y no se permite crear, se dejó de lado la creatividad hace muchos años, alguna vez existieron inventos argentinos, muchos llegamos a conocerlos.

Al dulce de leche, lo saboreamos a veces hoy, con el Ing. Berta se desarrolló el motor Del automóvil Torino, con el Dr. Favaloro el bypass, y hasta un misil, el Cóndor II desarrollado por el Comodoro Miguel Vicente Guerrero, además de un largo etc. Pero, desde la restauración “democrática” para acá no se inventó nada, por el contrario, se destruyó casi todo.

Es increíble que en casi medio siglo no se creó ni inventó nada. Tenemos muchos talentos, pero es sabido que siempre los ignorantes prefieren más la adulación de un obsecuente que la crítica constructiva del que sabe y los elementos de la “casta política” son demasiado soberbios para reconocer su ignorancia.

Prefieren que emigren nuestros jóvenes que se han capacitado en nuestras facultades, desperdiciando el tiempo y esfuerzo que les costó convertirse en profesionales desperdiciando las capacidades de estas personas y los recursos que nos podrían proyectar como Nación.

Es que como escuchamos muchas veces, los talentos brillan afuera y se marchitan adentro. Pero, sin embargo, no todos nuestros jóvenes tienen cierta capacidad de irse del país, la gran mayoría de la juventud argentina, aun queriendo irse no pueden y están en otra cosa, muchísimos sobreviviendo malamente intentando dimensionarse como personas en un ambiente que les resulta por demás hostil.

Otros, como sus abuelos y padres, en una pobreza que es estructural desde hace mucho, arañando las limosnas de los planes gubernamentales. Se han convertido en la “clientela” de los “vivos” que se autodenominan dirigentes sociales y los manejan a choripán vino y Porro, con el pretexto de conducirlos les “intermedian” los ingresos de esos planes, utilizando a los pobres, como carne de cañón en sus aspiraciones a integrarse a la casta expoliadora de la Nación.

Es que, por obra y gracias de décadas de desgobierno, la identidad, otrora, arraigada en el trabajo fue sustituida por la del barrio y las familias nucleares quedaron sujetas a estrategias colectivas, revalorizados a partir de un común origen étnico, una parroquia, las expansivas comunidades evangélicas, nuevos africanismos, una barra brava o una banda de delincuentes profesionales que obtuvieron un sorprendente reconocimiento. 

También se modificó el significado de la educación primaria y secundaria con un cambio del perfil social y formativo de los docentes, muchos de los cuales se reclutan en los propios institutos instalados en los barrios. Para muchos chicos y familias, ir a la escuela ha quedado reducido a “ir a comer”

Los cursos lejos de desafiar contraculturalmente al medio circundante, lo amplifican en sus prácticas marginales con el impulso de autoridades y docentes que poco pueden hacer frente a las presiones por abajo, desde los barrios, o por arriba, desde los gobernantes.

En este contexto de realidad social, no es lo mismo vivir en el centro de un partido bonaerense que en un barrio, donde la inestabilidad laboral, las crisis de muchos conglomerados familiares motivaron la torsión llamativa hacia la tolerancia respecto de la delincuencia temporal o profesional de algunos de sus miembros como un dispositivo adicional de subsistencia.  

Hoy por el barrio no “se pasa” sino que “se entra” o “se sale”; y luego del atardecer, se encarecen los peajes que pueden despojar a los demorados, salvo que registren el amparo de las bandas que controlan la noche e imponen sus normas acordadas con la policía, más allá de desbordes excepcionales cuando se pierde noción de “los códigos”. 

Mientras que la denominada “pandemia” ha contribuido a acentuar esta tendencia, como lo sugiere la intensificación del narcomenudeo, el consumo de estupefacientes o mediante una erotización extrema de la cotidianeidad, que habilita los más diversos abusos.

También han cambiado las nociones sobre la vida y la muerte. Los nuevos africanismos e incluso algunas variantes neo pentecostales abonan estas creencias perceptibles en los rituales tumberos de los cementerios públicos, regados por alcohol o marihuana y bajo los compases de música de cumbia, he ahí la relativa indiferencia por los fallecimientos entre bandas o entre éstas y las policías, juzgadas como una fatalidad sorteable merced a la coexistencia espiritual entre los vivos y los muertos.

Todo este fenómeno social por ahora, no explota, pero sí implosiona capilarmente todos los días, en una violencia tan naturalizada como las rutinas de la penuria alimentaria y laboral. Sus consecuencias deletéreas ya son intuibles, porque más de la mitad de los alumnos primarios y secundarios ha desertado, lisa y llanamente, por voluntad o falta de recursos.

Lo arriba expuesto forma parte de la realidad cotidiana, los que caminamos el gran Buenos Aires lo vemos todos los días, lo vemos en los barrios de Moreno Merlo San Miguel, Avellaneda, Aldo Bonzo y muchos otros, la situación es similar en casi todos, los “códigos” también, pero a veces el lenguaje es distinto.

Entonces convenzámonos que nos conviene defender la Nación y desplazar los que insistiendo en políticas contrarias a la argentinidad nos han llevado a esta situación, la “casta política” apátrida sus secuaces y promotores. Los argentinos llevamos la marca de serlo en el orillo, no podemos prescindir de nuestra identidad nacional. 

A todos los argentinos tenemos que decirles que no merece nuestra Patria semejante desventura, que no merece el pobre ser condenado a no salir de pobre y resultar explotado por crápulas a costa de sus necesidades, dándole por limosna mucho menos de la que podría conseguir si le posibilitaran trabajo. A empobrecer a los que trabajan con salarios de hombre y la incertidumbre de la precariedad, a matar a los jubilados con un sueldo que no da ni para comer salteado.

A todos los que quieren irse debemos advertirles que el mundo es hostil en todos lados, que el allí donde quieran ir seguirán siendo argentinos, pero por sobre todas las cosas que vayamos donde vayamos nunca podemos dejar de llevarnos a nosotros mismos. los que no pueden irse les tenemos que recordar que si no se pelea por lo que se quiere nunca se lo puede lograr, que la lucha es aquí.

Que hay muchos talentos y propuestas diferentes a esta calamidad de inútiles entronizados con el verso de una democracia que no es tal, y que todo incluso las leyes son susceptibles de ser modificadas, para cambiar basta querer hacerlo y ponerse a trabajar en ello. 

En lugar de llorar por la libertad que venimos perdiendo día a día, amemos nuestra Patria, esforcémonos por recuperar nuestro presente para poder proyectar nuestro futuro, nuestra libertad, no nos olvidemos de nuestra argentinidad y recordemos siempre que estos crápulas que pretenden imponernos un gobierno de mediocres pasarán y quedará sólo la Argentina que sepamos construir. Los que tenemos fe en Dios recemos además para que así sea.

Marcos Kowalski

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