SUEÑO HÚMEDO

Doloroso contraste con los parásitos que se hacen trasladar en avión privado a costillas del pueblo.


Autor: Juan Martín Perkins  


El fin de semana pasado, en vísperas del 201 aniversario de la muerte de Güemes, indagué entre los muchachos respecto de los conocimientos y el grado de información que tenían sobre los próximos feriados.

-Pablo… ¿Sabes por qué es feriado el viernes?

-No sé, debe ser por algún invento del gobierno para que los porteños salgan a pasear y a gastar una plata que no tienen. Así quedan más empeñados.

-Y vos Garrincha… vos seguro que sabes quien murió el viernes.

-No se nada Juan, ¿es de Pehuajó?

Muchachos, ¿gracias a quién es feriado el viernes? ¿Oyeron hablar de Martín Miguel de Güemes? 

-Ah, no es de Pehuajó.

-¿Y el feriado del lunes 20 de junio? 

-Día de la bandera, contesta tímidamente Leonardo.

-Bien Leonardo, día de la bandera, pero ¿quién murió el 20 de junio… creador de la bandera? 

Cri cri cri cri.

Doloroso y desesperante, constatar lo efectiva, eficaz e implacable que ha sido la educación y adoctrinamiento en la formación de burros desarraigados y huérfanos del saber histórico.

Agoté el tiempo del viaje a la ciudad relatando hazañas de los Generales Güemes y Manuel Belgrano.

Les hice un cálculo de la cantidad de leguas que habrán recorrido a caballo. Imaginamos juntos la cantidad de viajes entre Buenos Aires y la frontera norte del virreinato. 

Comentamos la vida dura y plagada de privaciones de Manuel Belgrano, hijo de quizá una de las 5 familias más acaudaladas de la época durante las guerras de independencia.

Les conté sobre el ejército del norte y el éxodo jujeño, sobre la creación de la bandera, sobre la valoración que don Manuel tenía por los quehaceres rurales, y sobre todo por la agricultura cuando decía que “es la madre fecunda que proporciona las materias primas que dan movimiento a las artes y el comercio.”

Hablamos de la muerte en la pobreza más absoluta después de haberlo dado todo y les conté que pagó los honorarios del doctor que lo atendió en su lecho de muerte con un reloj de oro de bolsillo, que le había obsequiado el rey de Inglaterra.

Leonardo, Pablo, Garrincha y yo pasamos un lindo momento rindiendo honor a la memoria de hombres gigantes de nuestro pasado. De ese pasado que quieren arrebatarnos para que no notemos el contraste con los pigmeos actuales.

Doloroso contraste con los parásitos que se hacen trasladar en avión privado a costillas del pueblo, que gozan de privilegios pornográficos. Dobles, triples pensiones, jubilaciones de privilegio, hoteles 5 estrellas, comidas, regalos gratis, viáticos ilimitados…

Y todo sin que se les mueva un músculo facial por la vergüenza.

Belgrano murió a los 50 y Güemes a los 36. Lo dieron todo, pero no alcanzó. La política mezquina y ventajera los sigue utilizando. Los revisionistas del relato reescriben la historia a conveniencia y gusto. 

La ex presidente Fernández, hasta confiesa sus sueños húmedos y sobreactuados con el prócer. No hay límite.

Decía Belgrano que “todas las dificultades se vencerían rápidamente si hubiera un poco de interés por la patria…” pero no hay ni un poco, lo vemos todos los días en la calle. La gran mayoría de los problemas argentinos son auto infringidos.

Qué vergüenza si se levantaran de la tumba, no sabríamos cómo explicarles tanta mala praxis.


Juan Martín Perkins.

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