TEATRO ESPAÑOL



La “iniciativa privada” era el motor que impulsaba el crecimiento y desarrollo de nuestras ciudades del interior.


 Autor: Juan Martín Perkins  



Desde que tengo uso de razón, oigo que “El Estado” lo debe hacer y regular todo.

Hoy día es una definición sacrosanta del ser argentino. No sabemos pensar la realización de cualquier iniciativa, sin la tutela y el padrinazgo del estado.


Antes no era así.


Basta con recorrer el tiempo pocos años hacia atrás para constatar que hubo una época en la que todos podíamos hacer nuestra casa y comprar un auto. 


Ser propietario era nuestra credencial de “independencia” y un derecho al que todos teníamos acceso, con mayor o menor esfuerzo.


La “iniciativa privada” era el motor que impulsaba el crecimiento y desarrollo de nuestras ciudades del interior. 


El intendente era sólo el gerente temporario de nuestras oficinas administrativas, no el amo y señor de la más grande empresa local que más empleados y presupuesto maneja.


Recorriendo la ciudad se puede ver todo lo que hicimos NOSOTROS, los ciudadanos.


La parroquia, el Banco Provincia, El Banco Nación, El Conservatorio, los clubes… el Hotel Los Nogales… etc, etc, etc, etc, etc. Todo lo hacían capitales privados de señores pehuajenses, sin otra pretensión que la de elevar el nivel de vida local.


La calidad de construcción de aquella época, comparada con la actual, es una metáfora de lo que ha pasado en nuestra sociedad. ¿Será el precio de haber entronizado al estado?


Lo sucedido es lo que pasa cuando nos corremos del lugar protagónico y evadimos nuestra responsabilidad. Pasó en nuestras propias familias, porque hemos entregado hasta a nuestros hijos al estado y al adoctrinamiento de políticos hiper inescrupulosos.


Hace unos días tuve la oportunidad de visitar el Teatro Español. 


Con mucha amabilidad, un grupo de señoras, que se puso al hombro el rescate de la sala, me mostraron la tarea que tienen por delante. Pude ver el trabajo que realizan y el estado de la sala.


Al comentarlo con amigos, la devolución que recibí fue: (textual) “mientras esté este loco, no se podrá hacer nada”.


En todos los casos, la conclusión fue: “hay que esperar que cambie el signo político del gobierno para obtener el favor del estado”... como si la única forma de hacer algo fuera de la mano del amo loco de turno.


¿NADIE sabe pensar la vida por fuera del ESTADO?


Las señoras del teatro hablan de una obra de 20 millones de pesos, cifra inalcanzable según los aportes de los asociados… pero, ¿y si muchos más nos hacemos cargo?


¿Es realmente una cifra inalcanzable para una ciudad de 30.000 habitantes? 


Me han dicho que se hacen gestiones ante los poderes políticos municipales, provinciales y nacionales porque el teatro es patrimonio cultural, etc., etc.


Mientras una comisión de señoras suma sus esfuerzos para hacer mantenimiento, las palomas y la humedad son implacables en su pugna por avanzar con el deterioro de la sala cerrada al público desde la “imperdonable” visita del rabino Bergman que ofendió al poder.


Los pehuajenses y los argentinos en general, tan bajos de autoestima, tan descreídos de nosotros mismos y con la cabeza lavada por la política, creemos que NADA podemos hacer en forma privada. Nos lo han inculcado durante 40 años.


La restauración de la sala del teatro cuesta, según las señoras, 20.000.000 de pesos… ¡¡tan solo dos camionetas Toyota!!...  


Imaginemos el futuro prescindiendo del estado y los políticos y recuperemos protagonismo.

Hagámonos cargo de nuestras vidas.


Este sistema no da más. Así fue como “La Perla del Oeste” que fuimos, se nos cae a pedazos… mientras los gerentes siguen capturando cajas y cajas con nuestros impuestos.


Manos a la obra.


Juan Martín Perkins



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