LA MUJER, LOS NIÑOS Y LOS PERROS

 


Yo le agradezco al rector que se haya atrevido a decir la verdad en primera instancia.


Autor: Juan Martín Perkins   


El Vasco repetía siempre un dicho popular por los años '70 y '80 en asados y reuniones entre matrimonios amigos… él decía: “las mujeres, los niños y los perros, en casa”.


Todos se lo festejaban a las risotadas, también las mujeres, incluída la suya.


A ninguna dama le ofendía el apego al hogar, las tareas domésticas y la crianza de los hijos. El tema no provocaba una pelea familiar ni una denuncia por maltrato psicológico como para pedir una perimetral, como ocurre hoy… en aquellos años les daba orgullo la familia y hasta presumían de ello.


El Vasco se hacía el macho contando chistes en la peña, pero en el hogar, la reina que manejaba la batuta era la madre de sus hijos.


Vengo de una familia de 8 hermanos y me casé con una mujer que proviene de una de 13.


¿Cayó una bomba atómica? ¿Qué fue lo que detonó a las familias?


Hace unos días leí en los medios las disculpas públicas que un tal señor Dr. Miguel Ángel Schiavone, rector de la Pontificia Universidad Católica Argentina, pidió a “todas” las mujeres por las declaraciones que hiciera anteriormente ante una comisión del Senado.


El buen señor se tomó el atrevimiento de decir que hay una estricta relación entre el ingreso e integración de la mujer al mercado laboral, el ámbito profesional y las carreras deportivas con el brusco descenso de la natalidad  y los cambios en las tasas de crecimiento y densidad poblacional.


Uno puede opinar lo que quiera sobre el punto, pero no se puede negar que el rector Schiavone no hizo otra cosa que decir la verdad.


No hizo juicios de valor, pero le saltaron a la yugular y la jerarquía de la Iglesia lo obligó a pedir disculpas por “tan desatinadas palabras” que asumió a título personal.


Mucha gente tildó a Schiavone de cobarde diciendo que debió renunciar y haberse negado a traicionar su convicción íntima.


Somos un país donde todos sabemos siempre lo que tienen que hacer los demás ¿no?


Más allá de si estuvo valiente o cobarde, yo le agradezco al rector que se haya atrevido a decir la verdad en primera instancia. 


Aunque después se desdijo, alcanzó para poner en evidencia cómo es la jerarquía implacable, autoritaria y violenta cuando alguien esgrime una verdad evidente.


Además demagogos, porque el texto que le obligaron a firmar se refiere a “todas” las mujeres y yo me pregunto: ¿por qué a “todas” las mujeres?


A mi madre, mi mujer, mis hijas, más una infinidad de mujeres felices y orgullosas que reinan en su casa, crían a sus hijos y llevan adelante sus vidas, junto a sus maridos o sin ellos, sin un título universitario, una profesión extra hogar, ni una carrera profesional deportiva… ¿por qué debería alcanzarlas el pedido de perdón?


Pedir perdón a todas las mujeres las invisibiliza y las humilla.


¿Deberían sentirse subestimadas y perjudicadas por haber llevado adelante una familia?


Yo creo que más que un perdón se merecen un gracias hasta el cielo por ofrendar a sus hijos, sus familias, su trabajo, la cultura, la educación y la fe a nuestro país.


En 2024 nacieron 480.000 bebés argentinos, la misma cantidad que en el año 1960, cuando éramos sólo 20 millones de habitantes. Dato que da la razón a Schiavone, no relato.


En 2024 ya éramos 45 millones, pero hubo 200.000 bebés que fueron abortados. 


Los Monseñores García Cuerva y Colombo y el Cardenal Fernández no dijeron nada para evitarlo.


Por eso, gracias señor Schiavone, por dejar expuesta la diferencia entre ausentarse y dedicarse a un hogar poblado de niños.


Aguanten las mamás, especialmente las amas de casa. 


Aguante la familia.



Juan Martin Perkins


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