Paradojas
La Legislación que expulsa Trabajadores
Autor: Vercingétorix
En épocas en las que el derecho laboral argentino está bajo observación, viene al caso reflexionar sobre la siguiente situación paradojal que se da en el mercado de trabajo de nuestro país: determinados abusos sufridos por el trabajador justifican la vigencia del principio protectorio; sin embargo, las condiciones para tales abusos muchas veces son agravadas por un sistema jurídico que desalienta la creación de empleo.
En épocas en las que el derecho laboral argentino está bajo observación, viene al caso reflexionar sobre la siguiente situación paradojal que se da en el mercado de trabajo de nuestro país: determinados abusos sufridos por el trabajador justifican la vigencia del principio protectorio; sin embargo, las condiciones para tales abusos muchas veces son agravadas por un sistema jurídico que desalienta la creación de empleo.
Entre las herramientas típicas de la legislación en materia de contrato de trabajo que tienen por objetivo proteger al trabajador podemos encontrar la estabilidad impropia garantizada mediante indemnizaciones, la inversión de la carga de la prueba en juicios iniciados por el obrero, indemnización agravada en casos de empleo no registrado o insuficientemente registrado, entre otras.
Sin embargo, todo parece demostrar que nuestro derecho laboral no resulta lo suficientemente disuasorio respecto de tales abusos: jefes psicópatas, postergaciones, nepotismo, promociones sin criterios meritocráticos, dificultades en la inserción y en la reinserción laboral, son moneda corriente. ¿Necesitamos una mayor protección entonces?
No tanto. Algunos casos permitirían inferir que los abusos sufridos por el obrero no provienen de un bajo poder disuasorio de la legislación laboral, sino que son incentivados por aquélla. En un estudio realizado hace unos pocos años se abordó la tesis de que el nivel de protección a favor del empleado era tal que éste actuaba como un incentivo para que el empleador contratara y promoviera a amigos y familiares. Se estimaba que los lazos de familia y de amistad actuaban como un desincentivo para que el empleado incurriera en conductas oportunistas a la hora de usufructuar de un generoso sistema de licencias o de demandar por despido indirecto ante una injuria laboral. Algo que evidentemente no resulta nada reconfortante para el resto de los asalariados y de los aspirantes a serlo.
El nepotismo no es el único caso en el que la legislación laboral incide en la relaciones del trabajo en un sentido opuesto a la finalidad buscada por el principio protectorio. El principal efecto iatrogénico [1] lo constituye el desincentivo a la contratación, no sólo por el alto nivel de desempleo generado, sino porque le niega al trabajador la salida más honorable frente a una situación que él puede interpretar como abusiva: buscar -y conseguir- otro empleo.
¿Acaso alguien puede poner en duda que si existiera un mayor incentivo para contratar, se reducirían las situaciones insatisfactorias en la esfera laboral? Un jefe psicópata puede constituir una situación bastante usual de abuso que sin embargo se escapa al radar del derecho del trabajo. Asimismo, por cada ascenso que el empleador otorga, hay por lo menos un empleado disconforme, que se siente relegado. Evidentemente esto último también es una cuestión bastante subjetiva como para generar un deber de reparación por parte del empleador. Sin embargo, la vida de muchos argentinos está jalonada por experiencias de esta naturaleza. En los casos de ambas situaciones -el jefe psicópata y la postergación-, éstas pueden resolverse pacífica y honorablemente encontrando otro empleo.
No sólo “buscar otro trabajo” es el mejor remedio para acontecimientos que el trabajador interpreta como injustos, sino que también es el mejor elemento disuasorio para que ocurran situaciones que objetivamente lo son. Sin embargo, ¿acaso el mercado laboral argentino está en condiciones ofrecer tales opciones al empleado en relación de dependencia? Salvo los casos excepcionales de algunos oficios y profesiones, por regla general la materialización de tal alternativa rara vez se le presenta al empleado disconforme con su suerte. ¿Hace cuántos años que no escuchamos la expresión “dio el portazo”? Ya nadie más da portazos.
Tenemos entonces un sistema de protección del trabajador que ahoga la creación de empleo a un punto tal que genera las situaciones abusivas que es incapaz de resolver. Haríamos muy bien en construir un índice que midiera la probabilidad con la que un empleado en relación de dependencia puede contar a la hora de buscar un nuevo empleo. Un índice de esa naturaleza nos permitiría evaluar si el derecho laboral efectivamente protege al trabajador o si, por el contrario, genera condiciones de precariedad.
Lo que es más importante: podríamos evaluar si tenemos realmente, en algunas profesiones u oficios, un verdadero mercado laboral o si, por el contrario, todo depende de la suerte, la benevolencia o los contactos.
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[1] Iatrogénico es cualquier condición física o mental adversa o desfavorable inducida en un paciente por efectos indeseables o lesivos del tratamiento; como la quimioterapia (véase en este diccionario) utilizada contra el cáncer, que puede causar náusea, vómito, caída del cabello, disminución en el conteo de los glóbulos