TRUMP PROSIGUE CON LA GRAN BRECHA ENTRE POPULISMO Y CONSERVATISMO. ¡Y LE VA MUY BIEN!




Versión original:  Boulevard Voltaire, París, sábado 23 diciembre 2017
Autor: André Archimbaud 

En los minutos siguientes a la votación de la ley sobre la reforma fiscal, muchas empresas mayores (Boeing, Comcast, AT&T, Wells Fargo…) han anunciado una distribución de premios de Navidad, traducidos en un aumento del salario mínimo e incluso en programas importantes de inversión y formación. Y la portavoz de la Casa Blanca anunció que Trump ha acordado un “Bono de Navidad” a los asalariados de la cadena NBC (filial de Comcast) y CNN (filial de AT&T). Simbólico…

Inmediatamente, el Congreso ha votado (con el apoyo de los demócratas que necesitan de Trump para sobrevivir) un texto asegurando el presupuesto para los asuntos corrientes del Estado hasta enero 2018. Porque se trata ahora de reformar el Estado.
La ley fiscal va a permitir, por ejemplo, la repatriación de muchos miles de millones de capitales americanos a una tasa preferencial. Además, anula las tasas impuestas por Obama a los ciudadanos que habían optado por no tomar una aseguradora de salud, lo que reinyecta a la economía más de un billón de dólares, pero que de facto destruye el sistema Obamacare…

La reforma fiscal es particularmente maquiavélica en un punto: penaliza a los ciudadanos de los Estados “clientelistas” que no han votado a Trump. Esos Estados repartidores de pan y circo, campeones de gastos suntuarios y “sociales”, protectores de la inmigración ilegal, donde Hillary ha alcanzado una ventaja inútil de votos, son principalmente los costeros (California, Nueva York, Nueva Jersey). Hasta ahora, sus ciudadanos podían deducir sus impuestos locales del impuesto federal. Otras tantas incitaciones al despilfarro… Ello no es posible más de ahora en adelante, pues la deducción ha sido sabiamente limitada, permitiendo a quienes viven en los Estados frugales deducir sus impuestos locales gozando en plenitud de disminuciones en el federal, mientras que los contribuyentes de los Estados con impuestos elevados serán penalizados. Es un mazazo asestado a los políticos de estos 
Estados, frecuentemente dadores de lecciones, que pierden una vez más la subvención acordada directamente hasta ahora por el presupuesto federal. La ley apunta pues a los elegidos irresponsables y rompe las feudalidades.

Presentada como incoherente, la administración Trump es consecuente en sus ideas: el lanzamiento de un vasto programa de infraestructura, la reforma de los “gastos presupuestarios obligatorios” (que nadie tiene el coraje de emprender) y el reemplazo del Obamacare son las próximas etapas de un plan susceptible de ampliar la coalición Trump en 2018. 

Y todo ello para converger en el objeto principal: la seguridad nacional, que, para Trump, depende de la potencia económica. En su discurso de 18 diciembre, ha presentado un plan “nacionalista” a la Teodoro Roosevelt, pintando a China y a Rusia como “rivales” a cuyo encuentro se debe desplegar el arma económica, sin tolerancia alguna frente a los clubes internacionales. Ha reivindicado su deseo de cooperar con Rusia sobre el terrorismo y la cuestión coreana. En lo demás, se alinea con los neocons  (llegando incluso a entregarle armas ofensivas a Ucrania).
Así, al alba de 2018, Trump prosigue con éxito acendrar la brecha entre populismo y conservatismo. ¿De dónde vendrá el ataque, ahora que se lo necesita?

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