EL ARA SAN JUAN Y LA ENFERMEDAD ARGENTINA
Autor: Gonzalo Irastorza
Ex Of EA
Lic. Cs. Pol. - RR. II. / Prof. Terciario - Secundario
gonzaloirastorza@yahoo.com.ar
Hace ya casi dos meses, alrededor del 15 de noviembre [1], los argentinos -y el mundo- empezábamos a tomar conciencia, de una cruenta tragedia: el submarino ARA SAN JUAN y sus 44 tripulantes, estaban desaparecidos en cumplimiento del servicio, en plenos tiempos de paz.
Delegación de responsabilidades, ministros que no asumen su cuota de participación, cruce de acusaciones, corrupción en el mantenimiento de la flota naval, “legado” de pasadas administraciones, etc. Aspectos importantes, pero no esenciales. Es imprescindible ir al fondo de la cuestión: ¿qué pretende la Argentina de sus Fuerzas Armadas?
Desde Malvinas, pasando por todos los gobiernos democráticos de 1983 a la fecha, la Defensa Nacional, no sólo no ha sido política de Estado, sino que más bien, la directriz oficial, ha sido, inexorablemente, sumir a las FF. AA. en un estado total de indiferencia, apatía, falta de presupuesto y denigración constantes, que no sólo incluye al personal militar del Proceso de Reorganización Nacional (1976 – 1983), sino que también abarca a todo aquello que revista con el uniforme de la Patria. La Argentina, gasta en Defensa Nacional el 0,9% de su Producto Bruto Interno (PBI), cuando el promedio de la región es 1,6%, el mundial 3% y lo que recomiendan organizaciones especializadas es 2%.
Del gasto en Defensa, se estima que cerca del 85%, va destinado a pagar sueldos. [2] FAA (Fuerza Aérea Argentina): sus aviones, virtualmente, no vuelan. Los cazas en servicio, no superan la docena, con el agravante de que son obsoletos. Más del 70% del espacio aéreo argentino no está radarizado. Recientemente, alquilamos un C-130 a Uruguay, para poder mantener la logística en la Antártida. Formar a oficiales de aviones de combate, cuesta a la Nación, sumas siderales, para que luego de egresar, y ante la falta total de futuro profesional, pasen a engrosar las filas de las empresas aerocomerciales, que los reciben con los brazos abiertos. ARA (Armada República Argentina): la flota de superficie, que no alcanza al medio centenar, navega en promedio, no más de 30 días al año.
En enero de 2013, el ARA Santísima Trinidad, Destructor insigne de la Reconquista de Malvinas, se hundió, amarrado, en Puerto Belgrano, caso digno de la Armada Somalí. EA (Ejército Argentino): los blindados y mecanizados argentinos, además de vetustos, no resisten el carreteo, por lo que, a excepción de la Brigada Blindada I, el resto no merece consideración. Algunos pocos elementos: las Compañías de Comandos, el Regimiento de Asalto Aéreo, Escuadrones de Exploración y ciertas TOE (Tropas Operaciones Especiales) de Montaña y Monte, merecen destacarse. Insignificante. El otrora glorioso Ejército Argentino, libertador de medio continente, está reducido hoy, a no más de 4 ó 5.000 hombres, con alistamiento en pie de guerra.
Por comparar datos absolutos, la policía de la provincia de Buenos Aires tiene más de 90.000 efectivos. El PCR –Poder de Combate Relativo- de nuestras FF. AA., resulta de lo más bajo de Latinoamérica, muy por detrás de Brasil, México, Colombia, Venezuela y Chile. Cifras y hechos contundentes, que hablan por sí solos.
Vayamos al grano. Volvamos al ARA SAN Juan y la enfermedad argentina, título de estas sencillas reflexiones. ¿Cuánto tiempo ocupó las primeras planas de los Medios de Comunicación, este verdadero desastre nacional de dimensiones épicas? El caso de los 33 mineros en Chile -trabajadores y no soldados de la Patria en servicio- trajo la atención y la actuación de un país entero, situación que provoca admiración de la conducta política y social del país trasandino. ¿Qué solidaridad duradera y no meros lamentos de circunstancia, ha expresado la sociedad argentina por sus marinos caídos en cumplimiento del deber?
¿Hace cuánto no leemos y escuchamos de la clase política, un plan de Estado destinado a las FF. AA.? ¿La vida de los marinos, no vale un duelo nacional, una cadena presidencial? ¿El Ministerio de Educación, no piensa instruir al Consejo Federal de Educación, para que el tema sea tratado en el aula? Tanto pueden aprender nuestros estudiantes: plataforma continental, recursos pesqueros, zona económica exclusiva, importancia de las FF. AA. y FF. SS., etc.
Un interesante trabajo interdisciplinario podría haberse generado al respecto. Yo lo hice, y espero que algunos colegas se hayan dignado a hacerlo. ¿Las organizaciones sociales, y los gremios docentes, especialmente, no piensan impulsar un homenaje a los hombres de la Armada? ¿O sólo es digno de recordar, Santiago Maldonado, un “manifestante” muerto de causas naturales, luego de profugarse por cometer el delito de interrumpir una arteria nacional y resistir a la autoridad? ¿O acaso, no es sangre argentina la derramada por nuestros marinos? Demasiado rápido seca la sangre de los soldados en este país.
La sociedad argentina, está tristemente absorta en cuestiones de poca monta, y no puede o no quiere ver, los profundos dilemas que presenta un mundo cada vez más complejo: narcoterrorismo, insurgencias armadas, tráfico de personas y de armas, cuidado de recursos naturales estratégicos. ¿Quiénes van a proteger una de las latitudes más ricas y diversas del mundo, como lo es la Argentina, un verdadero país continente? Tarde, nos acordaremos entonces, de nuestras Fuerzas Armadas.
El genial Ortega y Gasset, ya nos advertía hace tiempo: “debe un pueblo sentir su honor vinculado a su ejército, no por ser el instrumento con que puede castigar las ofensas que otra nación le infiera; éste es un honor externo, vano, hacia fuera. Lo importante es que el pueblo advierta que el grado de perfección de su ejército mide con pasmosa exactitud los quilates de la moralidad y vitalidad nacionales. Raza que no se siente ante sí misma deshonrada por la incompetencia y desmoralización de su organismo guerrero, es que se halla profundamente enferma e incapaz de agarrarse al planeta.” [3]
El ARA SAN JUAN, la desaparición del buque y sus 44 hombres, constituyen una inequívoca tragedia de magnitudes colosales. Pero, lo realmente trágico, y que parece irremediable a estas alturas, es que la sociedad argentina no ha reparado en ello.
[1] Cfr. http://www.bbc.com/mundo/topics/dfc2cbe7-d63c-4f80-ae2a-2ad17963a235
[2] Cfr. http://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-42147054
[3] ORTEGA y GASSET, José, "ESPAÑA INVERTEBRADA", Madrid, 1922, pp. 30-31.
Ex Of EA
Lic. Cs. Pol. - RR. II. / Prof. Terciario - Secundario
gonzaloirastorza@yahoo.com.ar
Hace ya casi dos meses, alrededor del 15 de noviembre [1], los argentinos -y el mundo- empezábamos a tomar conciencia, de una cruenta tragedia: el submarino ARA SAN JUAN y sus 44 tripulantes, estaban desaparecidos en cumplimiento del servicio, en plenos tiempos de paz.
Delegación de responsabilidades, ministros que no asumen su cuota de participación, cruce de acusaciones, corrupción en el mantenimiento de la flota naval, “legado” de pasadas administraciones, etc. Aspectos importantes, pero no esenciales. Es imprescindible ir al fondo de la cuestión: ¿qué pretende la Argentina de sus Fuerzas Armadas?
Desde Malvinas, pasando por todos los gobiernos democráticos de 1983 a la fecha, la Defensa Nacional, no sólo no ha sido política de Estado, sino que más bien, la directriz oficial, ha sido, inexorablemente, sumir a las FF. AA. en un estado total de indiferencia, apatía, falta de presupuesto y denigración constantes, que no sólo incluye al personal militar del Proceso de Reorganización Nacional (1976 – 1983), sino que también abarca a todo aquello que revista con el uniforme de la Patria. La Argentina, gasta en Defensa Nacional el 0,9% de su Producto Bruto Interno (PBI), cuando el promedio de la región es 1,6%, el mundial 3% y lo que recomiendan organizaciones especializadas es 2%.
Del gasto en Defensa, se estima que cerca del 85%, va destinado a pagar sueldos. [2] FAA (Fuerza Aérea Argentina): sus aviones, virtualmente, no vuelan. Los cazas en servicio, no superan la docena, con el agravante de que son obsoletos. Más del 70% del espacio aéreo argentino no está radarizado. Recientemente, alquilamos un C-130 a Uruguay, para poder mantener la logística en la Antártida. Formar a oficiales de aviones de combate, cuesta a la Nación, sumas siderales, para que luego de egresar, y ante la falta total de futuro profesional, pasen a engrosar las filas de las empresas aerocomerciales, que los reciben con los brazos abiertos. ARA (Armada República Argentina): la flota de superficie, que no alcanza al medio centenar, navega en promedio, no más de 30 días al año.
En enero de 2013, el ARA Santísima Trinidad, Destructor insigne de la Reconquista de Malvinas, se hundió, amarrado, en Puerto Belgrano, caso digno de la Armada Somalí. EA (Ejército Argentino): los blindados y mecanizados argentinos, además de vetustos, no resisten el carreteo, por lo que, a excepción de la Brigada Blindada I, el resto no merece consideración. Algunos pocos elementos: las Compañías de Comandos, el Regimiento de Asalto Aéreo, Escuadrones de Exploración y ciertas TOE (Tropas Operaciones Especiales) de Montaña y Monte, merecen destacarse. Insignificante. El otrora glorioso Ejército Argentino, libertador de medio continente, está reducido hoy, a no más de 4 ó 5.000 hombres, con alistamiento en pie de guerra.
Por comparar datos absolutos, la policía de la provincia de Buenos Aires tiene más de 90.000 efectivos. El PCR –Poder de Combate Relativo- de nuestras FF. AA., resulta de lo más bajo de Latinoamérica, muy por detrás de Brasil, México, Colombia, Venezuela y Chile. Cifras y hechos contundentes, que hablan por sí solos.
Vayamos al grano. Volvamos al ARA SAN Juan y la enfermedad argentina, título de estas sencillas reflexiones. ¿Cuánto tiempo ocupó las primeras planas de los Medios de Comunicación, este verdadero desastre nacional de dimensiones épicas? El caso de los 33 mineros en Chile -trabajadores y no soldados de la Patria en servicio- trajo la atención y la actuación de un país entero, situación que provoca admiración de la conducta política y social del país trasandino. ¿Qué solidaridad duradera y no meros lamentos de circunstancia, ha expresado la sociedad argentina por sus marinos caídos en cumplimiento del deber?
¿Hace cuánto no leemos y escuchamos de la clase política, un plan de Estado destinado a las FF. AA.? ¿La vida de los marinos, no vale un duelo nacional, una cadena presidencial? ¿El Ministerio de Educación, no piensa instruir al Consejo Federal de Educación, para que el tema sea tratado en el aula? Tanto pueden aprender nuestros estudiantes: plataforma continental, recursos pesqueros, zona económica exclusiva, importancia de las FF. AA. y FF. SS., etc.
Un interesante trabajo interdisciplinario podría haberse generado al respecto. Yo lo hice, y espero que algunos colegas se hayan dignado a hacerlo. ¿Las organizaciones sociales, y los gremios docentes, especialmente, no piensan impulsar un homenaje a los hombres de la Armada? ¿O sólo es digno de recordar, Santiago Maldonado, un “manifestante” muerto de causas naturales, luego de profugarse por cometer el delito de interrumpir una arteria nacional y resistir a la autoridad? ¿O acaso, no es sangre argentina la derramada por nuestros marinos? Demasiado rápido seca la sangre de los soldados en este país.
La sociedad argentina, está tristemente absorta en cuestiones de poca monta, y no puede o no quiere ver, los profundos dilemas que presenta un mundo cada vez más complejo: narcoterrorismo, insurgencias armadas, tráfico de personas y de armas, cuidado de recursos naturales estratégicos. ¿Quiénes van a proteger una de las latitudes más ricas y diversas del mundo, como lo es la Argentina, un verdadero país continente? Tarde, nos acordaremos entonces, de nuestras Fuerzas Armadas.
El genial Ortega y Gasset, ya nos advertía hace tiempo: “debe un pueblo sentir su honor vinculado a su ejército, no por ser el instrumento con que puede castigar las ofensas que otra nación le infiera; éste es un honor externo, vano, hacia fuera. Lo importante es que el pueblo advierta que el grado de perfección de su ejército mide con pasmosa exactitud los quilates de la moralidad y vitalidad nacionales. Raza que no se siente ante sí misma deshonrada por la incompetencia y desmoralización de su organismo guerrero, es que se halla profundamente enferma e incapaz de agarrarse al planeta.” [3]
El ARA SAN JUAN, la desaparición del buque y sus 44 hombres, constituyen una inequívoca tragedia de magnitudes colosales. Pero, lo realmente trágico, y que parece irremediable a estas alturas, es que la sociedad argentina no ha reparado en ello.
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[1] Cfr. http://www.bbc.com/mundo/topics/dfc2cbe7-d63c-4f80-ae2a-2ad17963a235
[2] Cfr. http://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-42147054
[3] ORTEGA y GASSET, José, "ESPAÑA INVERTEBRADA", Madrid, 1922, pp. 30-31.