TRANSFIGURACIÓN

El día de la transfiguración de nuestro Señor fue elegido para la matanza masiva de seres humanos, templos de Dios, que se calcinaron bajo la luz del fuego atómico y desaparecieron de la faz de la tierra.

Autor: Juan Martín Perkins  


¡Aleluya! Empezó la veda electoral y enmudeció a los políticos.

Buena oportunidad para hablar de otra cosa. 


El domingo 6 de Agosto, día de la transfiguración en el Monte Tabor, arrancamos de madrugada para Buenos Aires. 


La misión era traer al Cristo y a María de vuelta a Pehuajó desde un taller de restauración en el barrio San Cristóbal de la ciudad de Buenos Aires.


Rezamos el Rosario hasta llegar a Santo Tomás y cuando amaneció y se hizo luz, Josefina prosiguió con “La sombra del Padre”.


Atendía a la lectura sobre la vida de San José, mientras vino a mi mente que un día 6 Agosto a las 8,15 hs, un artefacto nuclear cargado de Uranio-235 y bautizado como “Little Boy” hacía blanco sobre la ciudad de Hiroshima.


El día de la transfiguración de nuestro Señor fue elegido para la matanza masiva de seres humanos, templos de Dios, que se calcinaron bajo la luz del fuego atómico y desaparecieron de la faz de la tierra.


Tres días después, una vez vista la desolación, muerte y destrucción total causadas en Hiroshima, “Fat Man” esta vez cargado con Plutonio-239, cayó sobre Nagasaki.


Es un dato que las bombas cayeron sobre las ciudades con más porcentaje de católicos de Japón. ¿Fue azar?


Otro dato perverso es que el avión bombardero B 29, con el que se lanzó la primera bomba, se llamó “Enola Gay”, como la madre del piloto Paúl W Tibbets que vivió hasta los 92 años, luego de tirar la bomba a los 31 y gasificar a 140.000 personas en un instante.


Relaciono la bomba atómica con la restauración de las imágenes del Cristo y María Inmaculada de la parroquia San Anselmo como ejemplos indisolublemente ligados al misterio de nuestra destrucción y restauración permanentes.


A pesar de la destrucción total de las imágenes, Pehuajó eligió restaurarlas en vez de reemplazarlas.


Así como Hiroshima y Nagasaki fueron reconstruidas y hoy son ciudades potentes y pujantes, EEUU y Japón, son potencias reconciliadas y aliadas, hoy nuestras imágenes restauradas reinan tras el altar y obran sobre nosotros cuando estamos heridos, rotos y agobiados.


Las imágenes no están igual a como estaban antes de su destrucción. Ya nunca serán las mismas, pero están ahí restauradas e imperfectas, con sus cicatrices a la vista recordándonos que nuestros actos tienen consecuencias.


Fue un ENORME privilegio viajar trayendo a Jesús y María. 


Tuvimos la gracia de ser testigos de la reacción de la gente sencilla ante las imágenes…  y nos conmovimos mucho con la fe y devoción del señor que justo pasaba y se persigna, el que pregunta qué Virgencita es, el que pide permiso para tocarla, el que nos carga combustible y de repente la descubre, la toca y hace la señal de la cruz, el que le saca una foto a escondidas o el loco tiktokero que filma un video y lo sube a las redes.


Fue un día de restauración y un mimo para el alma que los padres Germán y Nacho coronaron de júbilo con el sonar de las campanas y el Bocha Aielo con su abrazo.


Como dijo Vanesa Pedreira, la restauradora: “Si mi trabajo sirve para que la gente abrace la eternidad que representan las imágenes de Jesús y María, yo ya gané”.


Gracias Vanesa por tu trabajo y tu mensaje.


Todos ganamos, Dios nos restaura siempre.




Juan Martín Perkins.



Agradecemos la difusión del presente artículo:  

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