GAUCHO FERRIOL


 La caña colihue pasó a ser una protagonista familiar


Autor: Juan Martín Perkins   


Cuando tenía 6 años , o tal vez 5, mi hija menor me regaló una caña colihue que ella misma buscó para mí en el bosque patagónico.


Ella tuvo en sus primeros 3 años de vida 3 operaciones de corazón debido a una cardiopatía muy severa, pero nunca, ni una sola vez, dejó de hacer ni una sola de todas las excursiones familiares.


Yo la cargaba sobre los hombros o la echaba por delante en el recado cuando subíamos los cerros a caballo para que ella siempre fuera con nosotros. Nunca tenía miedo, a nada, sólo a los guardapolvos blancos de los médicos de hospitales.


La caña de colihue viene a cuento porque un día, subiendo a los pies de la ladera sur del volcán Lanín, con ella sobre los hombros, perdí pie y nos caímos.


Tomá papá, para que sea tu bastón y no volvamos a caernos”.


La caña colihue pasó a ser una protagonista familiar, y cuando mi niña creció, quedó como un proyecto de bastón vegetando junto a la chimenea de mi casa. Todos crecimos y un día enfermé y el bastón se me hizo una herramienta de primera necesidad. 


Se la llevé al Beto Liscia, pero eché mala, no dio a luz el bastón.


El bastón se hacía cada día mas imprescindible porque yo andaba con uno muy precario que no era de mi medida y me provocaba dolores por mala postura.


Un buen amigo me recomendó ver a un “gaucho” que me solucionaría el problema.


Me gustó la palabra “gaucho” adornando la oración y lo llamé al tal gaucho Pancho para ver que tantas uñas de guitarrero tenía.


"Pancho, tengo una una caña colihue y necesito un bastón criollo así y asá. ¿Vos me lo podés hacer medio rápido para poder usarlo antes de caer en la silla de ruedas?".


De entrada me mostró una veta de sensibilidad, pero fue muy firme en que lo suyo era arte y para poder expresarlo tenía que conocerme y conocer la historia y tradición familiar de quien iba a empuñar y apoyarse en una obra que tenía que ser una continuidad de mi personalidad.


"Paaaa", pensé, "¿y cómo va a hacer este gaucho para meter tanto en un simple bastón?".


Partí a tomar unos mates con el artista gaucho (gaucho en el sentido amplio del hombre dispuesto a hacer la gauchada), le hice todos los cuentos familiares, el origen de la caña colihue. charlamos largo y tendido hasta que me dijo: "Quédate tranquilo, yo te lo hago".


Me fui con un compromiso que tardó bastante poco en materializarse.


Vení a hacer una prueba”, me llama el gaucho Pancho Ferriol.


Junto a un mate criollo, bien amargo, bien cebado pero medio frío pa' mi gusto (por criticar algo), me extiende lo que ya era un bastón aunque todavía tenía los anclajes sin fijar.


Me lo dió como quien ofrece un facón muy valioso y filoso.


Cuando lo tomé con mi mano derecha comprendí que estaba iniciando una relación con una pieza que me acompañaría el resto de mi vida.


No hubo necesidad de hacer ningún retoque y todo lo que se habló en aquella charla quedó representado en el bastón para acompañarme cada día de mi vida. Ahí llevo mi historia.


Y llevo también una definición de arte de Don Pancho Ferriol, un gaucho de mi pueblo al que también recordaré cada vez que empuñe mi vieja caña Colihue que me regaló Josefina.


Historias de mis pagos.

 


Juan Marín Perkins.  


* * *

Follow @RestaurARG  Follow @JuanMPerkins

Agradecemos la difusión del presente artículo:  

* * *

Entradas populares

Traducir