RAMOS MEJÍA


La Nación era Argentina y había una sola bandera en la Patagonia, la celeste y blanca.


Autor: Juan Martín Perkins  


Hace un año que no pasa la motoniveladora por el camino al campo. Un año.

Gramón, acacio negro y un pozo al lado del otro que hacen de cada día una pesadilla vial. Una vergüenza.

No voy a perder tiempo en criticar a un intendente al que no le da el piné. Prefiero ocupar la columna en recordar que una vez pudimos ser mucho mejores, en una época en que los hombres públicos hicieron un país próspero y pujante que se convirtió en potencia.

Claro, los funcionarios NO ROBABAN y trabajaban por y para el país.

¿Viste el gran lago por el embalse del río Limay en la represa de El Chocón? Queda pasando Neuquén rumbo a Bariloche…. Bueno, se llama Lago Ezequiel Ramos Mejía en honor a un señor (pariente de mi madre) que fue abogado y político.

Si me encontrara con Ezequiel hoy, me daría mucha vergüenza explicarle lo que hicimos o permitimos que otros le hagan al país que él nos heredó.

Él fue diputado por la provincia de Buenos Aires durante tres años, hasta que lo nombraron ministro de Obras Públicas y Agricultura. Permaneció en su cargo de ministro durante los mandatos de cuatro presidentes, prueba de que en aquellos tiempos, gobernaban hombres capaces que seguían políticas de Estado.

Durante su gestión en los gobiernos de Julio A. Roca, Manuel Quintana, José Figueroa Alcorta y Roque Saenz Peña, el ministro Ramos Mejía promulga la Ley de Fomento de Territorios Nacionales y crea los Ferrocarriles del Estado, dos iniciativas de significativa importancia para integrar a la Patagonia al territorio nacional. Promulga y realiza la Ley de Irrigación y hace las obras del Alto Valle de Río Negro y deja inconclusa, pero encaminada, la de Rio Tercero en Córdoba. Realizó las instalaciones de Obras Sanitarias en la ciudad de Buenos Aires, el proyecto de Puerto Nuevo y el Canal Mitre; el ferrocarril a Asunción con su extensión a Posadas de gran trascendencia geopolítica. Canalizó el Río Bermejo en toda su extensión.

En cuatro mandatos, el mismo tiempo que lleva en el gobierno nuestro intendente, Ezequiel y los hombres de su época unieron los valles Andinos con los puertos oceánicos integrando y desarrollando social y políticamente a la población de la región. Para ello tendieron ferrocarriles, fundaron pueblos uniendo San Antonio Oeste hasta San Carlos de Bariloche…

La Nación era Argentina y había una sola bandera en la Patagonia, la celeste y blanca.

Si me cruzara hoy con Ezequiel, no me daría la cara para explicarle la cordillera en llamas, la humillación a la bandera, ni los piquetes, los robos y asesinatos de esta semana.

No sabría explicarle cómo es que ahora no se puede ni champear un camino rural para que llegarse hasta el pueblo, no sea una pesadilla vial… en pleno siglo 21! Con la luz que se corta a cada rato, sin señal de celular ni internet, como en una campaña al desierto de la modernidad populista… donde nada anda bien.

No me daría la cara de vergüenza para explicarle la inflación, la estafa al pueblo por la prostitución de la moneda, el bastardeo del idioma, la agenda global, el relajo moral…

Seguramente, Ezequiel me alentaría a volver a empezar, como mi cuñado Marcos que está pensando en la reconstrucción… entre todos, hombro con hombro, con la vista al frente hacia el futuro. Con la certeza de que antes se pudo... y de que lo volveremos a hacer. 

A mucha honra, soy descendiente de Ezequiel. Lo volveremos a hacer.

Nos vemos el 14 de noviembre.


Juan Martín Perkins.  


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