JUSTICIA TUERTA
Autor: Juan Martín Perkins
Viendo de reojo los comentarios sobre la nota de la semana pasada, encontré uno muy reconfortante.
Un señor dijo: “Por más que lo critiquen, el gaucho siempre te cuenta una verdad”.
Muchas gracias señor Bercovsky… Por leer, por afirmar que cuento la verdad y por llamarme “gaucho”, el mejor y más lindo adjetivo calificativo argentino que uno puede recibir.
La verdad que tengo para hoy se refiere a la visita que hice al penal de Ezeiza.
Con el retorno del kirchnerismo al gobierno, las cosas se complicaron aún más para ver a los militares presos.
Justicia y Concordia ya no tiene pase, lo cual hizo que fuera medio un calvario poder entrar.
Llegar a Ezeiza es una aventura en la jungla.
Luego de sortear todo tipo de dificultades, llegamos al penal, donde tuvimos que dejar el auto afuera, por nueva disposición de la justicia y el servicio penitenciario, intervenido por Garrigós de Rébori, fundadora y presidente de la agrupación kirchnerista Justicia Legítima.
Nos despojaron de todos los elementos personales, tomaron nuestros datos y huellas dactilares. Revisaron nuestra ropa, bolsillos y demás, pasamos por el arco electrónico y caminamos hasta el sum donde los presos reciben visitas.
Nadie los visita más que tres locos y una bolsa de facturas. Los sándwiches de miga te los sacan en la guardia.
Preside el sum una imagen del Cristo crucificado con la Virgen de Luján a su izquierda y la de San Nicolás a su derecha.
Esperamos un par de minutos hasta que los guardias trajeron a los presos. Todos ex oficiales de la Armada Argentina, munidos de sus termos con agua caliente para convidarnos con té o café.
Conversaron con mucho interés y entusiasmo. Comimos facturas y tomamos té servido por los oficiales en tazas y cucharas de plástico descartables, usadas y lavadas varias veces.
Para ellos fue una fiesta que agradecieron en varias oportunidades.
Contestaron todo lo que pregunté sin rehuir de los temas. Están en paz por haber cumplido con lo que la patria les demandó y para lo cual fueron preparados y entrenados.
Tienen fortaleza de espíritu, aunque se saben abandonados por una sociedad que les dió la espalda y los olvidó, hasta que mueran en su celda.
Infobae publicó un artículo de Daniel Cecchini, viejo odiador de todo lo castrense.
La radio anunció que próximamente se estrenará la película “1985” con la actuación de Ricardo Darín rememorando los juicios a las juntas militares.
Nunca descansan, no cesa el fuego porque la guerra no terminó.
Permanentemente los medios de comunicación y el arte producen contenidos sobre lo que se denomina “La Dictadura” que sirve a los argentinos para expiar nuestros demonios.
Así nos liberamos de la culpa, poniéndola toda sobre los hombros de los malditos “represores terroristas de estado”.
Hacen de Videla el demonio mayor, pero tienen cientos… miles más en la mazmorra.
Por ellos no puede haber gloria en Malvinas, ni heroísmo y coraje en el operativo independencia.
El Sargento Cabral es el único soldado heroico que acepta el relato implacable.
Recuerdo al Malevo Ferreyra cuando se voló la tapa de los sesos para dejarle el cuerpo a los caranchos de la orga. La suerte estaba echada y él no quiso prestarse a la farsa de la industria del juicio y las indemnizaciones.
Los soldados y policías todos presos, pero Horacio Verbitsky y la memoria de Rodolfo Walsh al frente de la inteligencia montonera, mañana 2 de julio, festejan un aniversario más de su atentado más sangriento, la bomba en el comedor policial.
23 familias argentinas cuyas muertes aún siguen impunes después de 46 años... todavía esperan.
¿A esto se le puede llamar justicia? ¿Dónde está la igualdad ante la ley?
Juan Martín Perkins