¿QUÉ ES PRIMERO? ¿EL HUEVO O LA GALLINA?

 

Sobre el control monopólico de la comida.


Autor: Raw Egg Nationalist (@Babygravy9)

Nota original: https://americanmind.org/salvo/which-came-last/

Completa en inglés al pie.

Traducción @Speroniiris. Dedicado a Pachira (@BGSNAFU).


JUST EGG (Solo Huevo). Un nuevo "huevo" hecho a base de vegetales representa el advenimiento del estado global transhumanista.

Sólo que este "huevo" no es solamente un reemplazo vegano del huevo o una alternativa al huevo en base a vegetales, de acuerdo a sus creadores. No, esta cosa (viene en una botella en forma líquida) son verdaderamente huevos. El hecho de que no tenga ninguna semejanza en absoluto con la cosa verdadera no importa. Este nuevo huevo sin gallina es por lejos superior a la cosa real. 

Escuchemos a quienes lo patentaron:

Amamos los huevos. Todo lo atinente a ellos. La forma en que se vuelven esponjosos, la forma en que quedan revueltos, la forma en que convierten al desayuno en algo que valga la pena. Sí, lo dijimos. Los mejores huevos no vienen de las gallinas, provienen de la plantas. Y los deliciosos huevos pueden resolver los problemas del planeta.

No sabemos si todos los problemas, pero sí al menos uno. Finalmente resuelve qué viene primero. Ahora podemos estar seguros de que este emprendimiento, con capital inicial, que viene antes del huevo en base a vegetales, y no al revés.



Como usted puede adivinar, desde el momento en que mi nombre es Raw Egg Nacionalist (Nacionalista Huevo Crudo), la existencia de este impostor en base a vegetales realmente me cae para el demonio. No es sólo que odio la comida vegana o los veganos, aunque sí creo que el veganismo es estúpido, insalubre y, cuando se fuerza a los niños, rayano en abuso infantil. Es todas esas cosas, pero lo que más me molesta de todo es la terrible calumnia en contra del humilde huevo. El huevo es perfecto desde su creación, de la mano de Dios. Lejos de "ser mejor que la cosa verdadera", el huevo vegetal es, como todas esas comidas modernosas, perfectas sólo en el sentido de la perfección de una mezcla siniestra de algunos de los peores ingredientes que la agricultura industrializada tiene para ofrecer. Es más, el huevo en base a vegetales, y otros comidas como ésta, son esencialmente esfuerzos corporativos para consolidar su control sobre la oferta global de alimentos, con serias consecuencias potenciales no sólo para nuestra salud sino para nuestra libertad.


¿Qué es un huevo?

Nuestra aceptación creciente de este tipo de productos no es simplemente debido a malos consejos nutricionales o a la codicia corporativa, sin embargo. El huevo en base a vegetales es también el resultado de una metafísica de la falsificación que ha llevado a toda nuestra civilización entera, casi literalmente, al borde de la locura. Sí, realmente. Pero antes de que entremos a esto, veamos un poco más de cerca a estos "huevos".

Empecemos con los ingredientes de JUST EGG (Sólo huevo). Aguan, proteínas extraídas de la semilla de mungo, expeller de la prensada de aceite de canola, cebolla deshidratada, goma, extractos de zanahoria, extracto de cúrcuma, citrato de potasio, sal, lecitina de soja, azúcar, jarabe de tapioca, tetrasodio de pirofosfato, transglutaminasa y nisina. En comparación, un huevo es, bueno, un huevo. Si sus instintos son los correctos, debe saber que la apuesta ya subió. Pero eso no hace interesante a un artículo, así que veamos cuáles son los micronutrientes que contribuyen a JUST EGG, que son las proteínas del poroto de mungo y el aceite de canola. 

Algunos autodenominados nutricionista que proclamarán que un huevo normal y una porción de JUST EGG son más o menos lo mismo, porque ambos continen más o menos las mismas calorías, los mismos granos de proteína y gramos de lípidos. ¡Si la nutrición fuera tan simple! Gente que te dice que eso es - la proteína es proteína es proteína, el lípido es lípido es lípido - realmente no saben de lo que están hablando.

Primero, la proteína. La proteína de JUST EGG, como todas las proteínas de los vegetales, es de calidad inferior que la que poseen los huevos y otros alimentos de origen animal. Sobre este punto no hay controversias. Las proteínas vegetales son más difíciles de digerir, en parte por la presencia de substancias no nutritivas (lecitinas, taninos, inhibidores de tripsina, etc.) que previenen la incorporación de las proteínas al cuerpo humano; las proteínas animales no las continen. Las proteínas de origen vegetal son generalmente proteínas menos "completas", lo que significa que contiene menor cantidad o calidad de aminoácidos esenciales (los bloque que constituyen las proteínas) imprescindibles para el consumo en nuestra dieta.

Lo que significa, básicamente, es que para obtener más resultado por tu dinero, necesita consumir más materia vegetal que si es de origen animal, y aún así hay ciertos aminoácidos (metionina, lisina y triptófano especialmente) que le sería muy difícil consumir en cantidades suficientes. Por esta razón, las proteínas de origen animal, en particular los huevos y la leche, están siempre al top de los índices de calidad de proteínas. Mientras que la proteínas de los huevos tiene un 10 perfecto en el sistema de calificación de la digestibilidad de proteínas (1.0 Protein Digestibility Corrected Amino Acid Score, PDCAAS), la proteína aislada del poroto de mungo llega a un 5,5 - menos que las avispas. Y los puntajes PDCAAS para las proteínas vegetales son por lo general más generosos de lo que deberían serlo, desde el momento en que no toman en cuenta los efectos de los anti-nutrientes que mencioné anteriormente.

Usted no va a obtener proteína de calidad de JUST EGG, me temo. ¿Qué sucede con los lípido [grasas]? Esta es una razón seria de preocupación. El aceite de canola es aceite de una semilla, y si usted ha estado prestando atención a los patovicas de derechas que están en Twitter, usted sabrá que las semillas y los aceites vegetales son malas noticias. Básicamente, todo se reduce al hecho que las semillas y los aceites vegetales contienen mayormente ácidos grasos poliinsaturados ("PUFAs" en inglés) en lugar de ácidos grasos monoinsaturados o saturados. Un consumo significativo de PUFAs "se ha demostrado que contribuye a aumentar la propensión a contraer un gran número de enfermedades que incluyen cáncer, fallos cardíacos, disfunciones del sistema inmunológico, daños en el hígados, en los órganos reproductivos, en los pulmones, desórdenes digestivos, reducción de la capacidad de aprendizaje, retrasos en el crecimiento y aumento de peso".

Lo que hace de los PUFAs algo tan dañino cuando se consume en grandes cantidades es en primer lugar su inestabilidad química. Mientras que las grasas saturadas son estables, porque están "saturadas" con hidrógeno, las grasas monosaturadas y en especial las polisaturadas no lo son. Como resultado, las partículas reactivas PUFAs conocidas como radicales libres atacan los tejidos con los que entran en contacto y alteran la estructura molecular. Mientras que los radicales libres forman una parte esencial de las propias defensas del cuerpo, una dieta que contiene grandes cantidades de PUFAs, en particular en los volúmenes en que la gente los come hoy, puede causar una cascada de daño oxidativo. Es más, la producción de la mayoría de las semillas y los aceites vegetales - un crudo proceso industrial que generalmente implica calor y químicos utilizados en múltiples pasos - hace que el aceite resultante más reactivo aún (y peor para usted). También vale la pena destacar que la mayoría de la canola que se produce en los EEUU es modificada genéticamente.

Si bien los huevos continen una mezcla de ácidos grasos monosaturados y poliinsaturados en mayor proporción que la grasa saturada, al menos es de origen animal, estos ácidos grasos no son los mismos que los que se encuentran en los expeller del aceite de canola. Si a las gallinas se las alimenta con una gran cantidad de cierta comida, como las semillas de soja, eso puede impactar en forma negativa en la calidad de la grasa que contienen sus huevos; razón por la cual, cuando usted compra huevos, usted debería prestar atención a qué le dan de comer a las gallinas.


Hechos y mitos del colesterol

Los huevos verdaderos también contienen cantidades significativas de colesterol. Los "huevos" de origen vegetal, no. Mientras usted puede asociar el colesterol con enfermedades cardíacas y muerte, y llegar a considerar JUST EGG como un avance en ese punto al menos, la verdad es que todo lo que usted sabe o cree saber está totalmente equivocado. El colesterol es absolutamente vital para su salud y bienestar y la cantidad que usted consume poco tiene que ver en realidad con la cantidad de colesterol en su torrente sanguíneo. Es el masivo contenido de colesterol lo que hace que los huevos sean la comida preferida para los nacionalistas de los huevos: estudios médicos han mostrado una correlación cercana entre la ingesta de colesterol y el incremento de la masa muscular más que entre la ingesta de proteínas y el incremento de la masa muscular.

Luego tenemos la plétora de micronutrientes, vitaminas y minerales que los huevos proveen y de los cuales JUST EGG carece totalmente. Los huevos contienen un complemento completo de vitaminas excepto vitamina C. Sólo con comer dos huevos por día cubre el 30% de los recomendados requerimientos de vitaminas por adulto. Los huevos además son ricos en fósforo, calcio, potasio, cobre, hierro, magnesio, manganeso, selenio y zinc. Las deficiencias de estas vitaminas y minerales están asociadas con depresión, fatiga y susceptibilidad a patologías varias.

Los huevos también contienen un conjunto de componentes con casi milagrosas propiedades que los científicos recién ahora comienzan a entender. Algunos péptidos (proteínas) en los huevos tienen efectos microbiológicos que pueden contribuir a la salud de los intestinos al inhibir el crecimiento de los patógenos en el aparato digestivo. Otros componentes actúan como poderosos antioxidantes, reducen el daño celular, mientras que otros pueden ayudar a reducir la presión arterial. Hay una fuerte sugerencia de que los componentes de la clara, en particular, pueden inhibir el crecimiento de tumores. ¿¡Los huevos pueden ayudar a combatir el cáncer?! Bueno, puede ser...¡pero estos huevos son de origen vegetal!

Espero llegar al punto en que les demuestro que el huevo es, sin duda, una de las grandes supercomidas. ¿Cómo, entonces, llegamos al punto donde un alimento con semejante potencia sea tratado como un riesgo para la salud y se le burle con productos invertidos, transvestidos como JUST EGG?

Realmente, estamos hablando de todo lo que está mal en la "ciencia" de la nutrición y de las líneas de salud pública de los últimos setenta años. Debemos hechar la culpa a las llamadas "hipótesis de los lípidos". Ésta ha sido el principal vehículo para un traslado sin precedentes desde los alimentos con nutrientes de origen animal, los cuales han sustentados a nuestros ancestros desde tiempos inmemoriales, a productos experimentales de la agricultura industrial. Estos regalos de la industria moderna siempre incluyen alguna nueva clase de aceites "saludable" que algunas vez fueron buenos para lubricar maquinaria en el supuesto caso que se le pueda encontrar algún uso: las semillas y aceites vegetales.

Básicamente, la hipótesis de los lípidos sostiene que el consumo de grasas saturadas y colesterol, el cual es esencialmente conflictivas el uno con el otro, tiene efectos inevitables en los niveles de colesterol en sangre, y esto, a su vez, provoca enfermedades cardíacas. Tenemos que agradecerle a Ancel Keys, el inventor de la K-ración para las fuerzas armadas de los EEUU, por ser el primero en proponer esta hipótesis. Más tarde en su carrera, Keys abjuró de la hipótesis, la reconoció como mala ciencia - que es lo que es -; él debería saberlo desde el momento que fue él el que falsificó los datos. Pero para ese entonces, de todos modos, nadie realmente lo escuchaba. El daño ya estaba hecho.

Aunque los huevos contienen poca cantidad de grasas saturadas, contienen grandes cantidades de colesterol (un huevo contiene más de la mitad de lo que se recomienda de consumo diario), por lo que hay que arrojarlos al tacho de basura de la historia junto a la carne roja y la manteca.

La simple verdad sobre la hipótesis de los lípidos es que es totalmente falsa. El consumo de grasas saturadas y/o de colesterol no causa el aumento del colesterol en sangre, por lo tanto no es la razón de patologías cardíacas. Usted debe de haber escuchado hablar de la Paradoja Francesa - de que los franceses consumen 4,5 veces la cantidad de manteca que consumen los norteamericanos pero tienen menores tasas de enfermedades cardíacas - pero usted también puede agregar la Paradoja Griega, la Paradoja del Este de África, la Paradoja Suiza, la Paradoja de las Islas del Pacífico, y otras más. Todos estos grupos comen gran cantidades de grasas saturadas y tienen menores tasas de enfermedades cardíacas que los EEUU. El Dr. George Mann, que estudió a los famosos Masai - pastores africanos que comen cientos de gramos de grasa saturadas por día y son tan saludables como es posible - le llevó a pronunciar la siguiente hipótesis de los lípidos "la desviación de la salud pública de este siglo...es la mayor estafa de la historia de la medicina".

De hecho, tener bajo el nivel de colesterol mata. Las grasas saturadas son esenciales para el cuerpo; no sólo porque puede hacer su propio colesterol (80% del colesterol del cuerpo es fabricado por el hígado) pero también en la formación de un gran conjunto de moléculas esenciales, que incluyen hormonas como las prostaglandinas. Así como los estudios epidemiológicos (por ejemplos los estudios en la vida silvestre) para soportar las hipótesis, también tenemos estudios llevados a cabo bajo las más estrictas condiciones científicas.

El Experimento Coronario en Minnesota (Minnesota Coronary Experiment) era un test controlado doblemente a ciegas con sujetos random - el estandar de oro de la ciencia para las pruebas - que tuvo lugar en siete instituciones en Minnesota en un período de cinco años. El objetivo era investigar si al reemplazar las grasas saturadas en la dieta por aceite vegetal (que contiene altos niveles de PUFAs) reduciría los riesgos de enfermedades cardíacas al bajar el colesterol en sangre. Por cada 30% de reducción en el colesterol observada, la tasa de muerte por infartos crecía un 22%. Los estudios de Corea, Finlandia, Francia, y muchos otros países dicen exactamente lo mismo: si sus niveles de colesterol decrecen, también lo hace usted. ¡Tengo miedo!

La mala ciencia, la codicia corporativa, el hübris, todos ellos juegan una parte en la historia de cómo se abandonaron las comidas que se suponían que nos enfermaban y en su lugar nos enfermaban aún más - más enfermos, en realidad, de lo que nunca pudimos imaginar.

¡Pero no olviden la malicia! Una de mis anécdotas favoritas sobre la demonización de los huevos concierne a LBJ, quién, como Sleepy Joe hoy enfrentó una tormenta perfecta de sobreextensión imperial y caos económico. Con la inflación que sube y sube, un asediado LBJ hizo lo mejor que pudo para mantener bajos los precios de los alimentos, por las buenas o por las malas. Como recordó Joseph Califano, un miembro del gabinete de Johnson:

Los precios del calzado subían, por lo que ajustó los controles a las exportaciones de cuero. Informes de que subían los precios de los aparatos de televisión color se informaban por todas las radios. Johnson me dijo que le pidiera a David Sarnoff (GG de RCA) que los contuviera. Los precios de la carne de oveja subían. LBJ mandó a McNamara a comprar oveja más barata en Nueva Zelanda para las tropas en Vietnam...Cuando los precios de los huevos subieron en la primavera de 1966 y el Secretario de Agricultura Orville Freeman le dijo que no había mucho que se pudiera hacer, Johnson le pidió al Cirujano General (N. de T.: la máxima autoridad de salud en los EEUU) que lanzara alertas sobre el riesgo del colesterol en los huevos.

Esto puede ser que no sea lo peor que LBJ haya hecho en su administración, pero sí es un buen ejemplo de su cinismo y su indiferencia por la verdad que los críticos del presidente 45º de los EEUU harían bien en recordar. Bueno.

Las corporaciones permanecen al frente de los esfuerzos en modificar los hábitos alimenticios de la población global. Los nuevos alimentos substitutos atraen a las corporaciones porque permiten aún mayor control sobre las commodities que producen. El control monopólico sobre la oferta de alimentos, especialmente en los EEUU, que ya estaba bastante avanzado [concentrado] antes de que todos estos productos fueran hechos públicos, con sólo unas pocas enormes compañías como Tyson Foods y JBS controlando la tajada del león del mercado a través de procesos salvajes de integración vertical.

Mientras un huevo o una vaca no puedan ser patentas, un huevo de origen vegetal y un bife producido en un laboratorio ciertamente sí pueden serlo, ésa y no otra es la razón de las cosechas de productos genéticamente modificados. Esas nuevas commodities permiten nuevos "sobres de propiedad" a ser quebrados, que es la razón por la cuál los grandes jugadores invierten fuertemente en ellos. Esta inversión es acompañada con un cambio de marca, mientras los grandes productores de alimentos se desplazan de proveedores de determinados alimentos - carne, lácteos, etc. - a proveedores de micronutrientes, especialmente proteínas. Tyson Foods ha promocionado su empresa como "the Protein Company" [n. de t.: la Compañía de la Proteína], y otros gigantes como Nestlé y Unilever también se están reformulando a sí mismos de manera similar al tiempo que extienden su control sobre los mercados de nuevos alimentos.

El proceso tiene ramificaciones políticas, también. La gobernanza corporativa es central para el modelo de "stakeholder capitalism" [n. de t.: capitalismo de partes interesadas] propiciada por el Foro Económico Mundial [n. de t.: WEF, World Economic Forun, Davos], por lo tanto no es ninguna sorpresa que en el mundo del Gran Reset anticipe que las corporaciones tengan el total control de la oferta de comida. En la visión del FEM del futuro cercano, el consumo de productos animales ha sido casi totalmente eliminado para reducir la huella de carbono, y la población mundial de diez mil millones de personas consumirán un único alimento uniforme enteramente de origen vegetal, una dieta. "The Planetary Health Diet" [La Dieta Saludable Planetaria] desarrollado por la Fundación EAT, un socio del FEM [WEF].

La única forma en que esto pueda ser logrado, según el plan del FEM [WEF] es a través de la masiva intensificación de una agricultura global bajo el control corporativo, con gran soporte en cosechas originadas en semillas modificadas de alto rendimiento por hectárea, pero tambien a través de proteínas alternativas que incluye, por supuesto, insectos. Mi nuevo libro, "La Opción de Huevos Benedict", es la primera discusión detallada de la amenaza a nuestra salud y nuestra libertad y, lo más importante, qué podemos hacer con eso.

Hay algo más profundo en movimiento también. El hecho de que las corporaciones crecientemente eligen lanzar al mercado alimentos substitutos o que nos hayan dado consejos alimentarios erróneos por décadas, no explica por qué cada vez más aceptamos esos alimentos. No es simplemente que estemos forzados a aceptarlos, porque no lo estamos - al menos por ahora. Debemos también estar receptivos a ellos, tanto moral como espiritualmente, para que esto suceda. Algo profundo ha cambiado en nuestra actitud.

Estamos sumergidos en una forma pervertida de nominalismo que genuinamente es necesario que dinamitemos. El género y la humanidad en sí misma está siendo desafiada. Todo debe ser reducido a nada más que una elección individual de autoexpresión, en el baño ácido de las políticas de identidad. Así como nos ha llevado a nosotros por un raro camino a través de la historia para llegar a este punto donde un hombre puede tener su penis dado vuelta como un guante, tomar píldoras hormonales, ponerse una falda y maquillarse y decir que es una mujer - de hecho hemos llegado al punto donde un hombre simplemente puede decir que es una mujer y exigir ser tratado como una a partir de ese momento - por lo tanto, a través de giros extraños, hemos llegado a un lugar donde el puré de semillas de mungo, el aceite vegetal y un conjunto de texturizadores, colorantes y esencias aromatizantes pueden ser denominados, con total seriedad, un huevo. Ambos absurdos son el resultado de la misma postura básica - "Esto es cualquier cosa que yo diga que es, y es así y punto" - y en ambos casos nos dañan a nosotros como individuos, así como dañan nuestra herencia colectiva: nuestra civilización. No solo el nominalismo ha podrido nuestra alma: también nos pudrió el estómago.


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A new plant-based “egg” represents the advent of the transhumanist global state.

JUST Egg is not a vegan egg replacement or plant-based egg alternative, according to its creators. No, this stuff (it comes as a liquid in a bottle) actually is eggs. The fact that it bears no resemblance whatsoever to the real thing doesn’t matter. This new chickenless egg is by far superior to the real thing. Just listen to their copywriters:

We love eggs. Every single thing about them. The way they fluff, the way they scramble, the way they make breakfast worth waking up for. We especially love how they’re healthier and even taste better when they’re made from plants. Yes, we said it. The best eggs don’t come from chickens; they come from plants. And delicious eggs might just fix our planet.

Not least of all, one imagines, because it finally puts to bed the interminable question of which came first. Now we can be sure it was the start-up, with ample seed capital, that came before the plant-based egg, and not the other way round…

As you might guess, since my name is the Raw Egg Nationalist, the existence of this plant-based imposter really does rub me up the wrong way. It’s not that I just hate all vegan food or vegans; though I do think veganism is stupid, unhealthy and, when forced on children, tantamount to child abuse. It’s all of those things, but also the terrible calumny against the humble egg that bothers me so much. The egg was perfect from its creation, at the hands of God. Far from being “better than the real thing,” the plant-based egg is, like all these newfangled ersatz foods, perfect only as a sinister concoction of some of the worst ingredients industrial agriculture has to offer. Indeed, the plant-based egg, and other foods like it, are essential to corporate efforts to consolidate their control of the global food supply, with serious potential consequences not just for our health but also our freedom.

What’s in an egg?

Our increasing acceptance of such products is not simply due to bad nutritional advice or corporate greed, though. The plant-based egg is also the result of a counterfeit metaphysics that has brought our entire civilization, quite literally, to the brink of madness. Yes, really. But before I get to that, more about what’s in those “eggs.”

Let’s start with the ingredients of JUST Egg. Water, mung bean protein isolate, expeller-pressed canola oil, dehydrated onion, gellan gum, carrot extracts, turmeric extracts, potassium citrate, salt, soy lecithin, sugar, tapioca syrup, tetrasodium pyrophosphate, transglutaminase and nisin. By comparison, an egg is just, well, an egg. If your instincts are right, you should know that the game is up already. But that wouldn’t make much of an article, so let’s look at the main macronutrient contributors to JUST Egg, which are mung bean protein and canola oil.

Some so-called nutritionists will claim that a normal egg and a portion of JUST Egg are more or less the same, because they both contain roughly the same amount of calories, grams of protein, and grams of fat. If only nutrition were that simple! People who tell you that it is – that protein is protein is protein, and fat is fat is fat – really don’t know what they’re talking about.

First, the protein. The protein in JUST Egg, like all plant proteins, is of an inferior quality to that of eggs and other animal foods. This is uncontroversial. Plant proteins are less digestible, in part because of the presence of anti-nutrients (lectins, tannins, trypsin inhibitors, etc.) which prevent protein uptake by the body; animal proteins do not contain these. Plant proteins are also generally less “complete” proteins, meaning that they contain fewer of the essential amino acids (the building blocks of proteins) that we need to consume from our diet.

What this means, basically, is that in order to get as much bang for your buck, so to speak, you need to consume more plant matter than animal product, and even then there may be some amino acids (methionine, lysine and tryptophan especially) that you’ll have a hard time consuming in sufficient quantity. For this reason, animal protein sources, but in particular milk and eggs, are always given the highest scores in scientific protein quality indexes. Whereas egg protein has a perfect score of 1.0 on the Protein Digestibility-Corrected Amino Acid Score (PDCAAS), mung bean protein isolate has a lowly score of 0.55—less than wasps. And the PDCAAS scores for plant proteins are often more generous than they should be, since they don’t fully take into account the effects of the anti-nutrients I mentioned earlier.

You won’t be getting better quality protein from JUST Egg, I’m afraid. But what about the fat? That’s the real cause for concern. Canola oil is a seed oil, and if you’ve been paying attention to right-wing-bodybuilder Twitter, you’ll know that seed and vegetable oils are bad news. Basically, it comes down to the fact that seed and vegetable oils mostly contain polyunsaturated fatty acids (“PUFAs”) rather than monounsaturated or saturated fatty acids. Significant consumption of PUFAs “has been shown to contribute to a large number of disease conditions including increased cancer and heart disease, immune system dysfunction, damage to the liver, reproductive organs, and lungs, digestive disorders, depressed learning ability, impaired growth, and weight gain.”

What makes PUFAs so bad when consumed in quantity is primarily their chemical instability. While saturated fats are stable, because they are “saturated” with hydrogen, monounsaturated and especially polyunsaturated fats are not. As a result, PUFAs form reactive particles known as free radicals that attack tissues they come into contact with, by altering their molecular structure. While free radicals are an essential part of the body’s own defences, a diet containing PUFAs, especially the volumes most people eat now, can cause uncontrollable cascades of oxidative damage. Moreover, the production of most seed and vegetable oils – a harsh industrial process that generally involves the application of heat and chemicals through multiple stages – makes the resulting oils even more reactive and thus even worse for you. It’s also worth noting that most canola is GMO in North America.

Although eggs contain a blend of monounsaturated and polyunsaturated fatty acids in a high relative amount compared to saturated fat, at least for an animal-sourced food, these fatty acids are not the same as those found in expeller-pressed canola oil. If chickens are fed large quantities of certain foods, like soybean oil, this can negatively affect the quality of the fat contained in their eggs, which is why, when you buy eggs, you should pay attention to what’s being fed to the chickens.

Cholesterol myths and facts

Real eggs also contain significant amounts of cholesterol, and plant-based eggs do not. While you might associate cholesterol with heart disease and death, and thus consider JUST Egg to have the advantage in this regard at least, the truth is that everything you know, or think you know, about cholesterol is totally wrong. Cholesterol is absolutely vital to your health and wellbeing, and the amount you consume actually has no bearing at all on the levels in your blood. It’s the massive cholesterol content that makes eggs the choice of food for raw egg nationalists: studies have shown a closer correlation between cholesterol intake and muscle gain than between protein intake and muscle gain.

Then there’s the wealth of micronutrients, vitamins, and minerals that eggs contain and JUST Egg totally lacks. Eggs contain the full complement of vitamins, except vitamin C. Eating just two eggs a day will cover as much as 30 percent of the recommended vitamin requirements for an adult. Eggs are also rich in phosphorus, calcium, potassium, copper, iron, magnesium, manganese, selenium, and zinc. Deficiencies in these vitamins and minerals are associated with depression, fatigue, and susceptibility to pathological diseases. 

Eggs also contain a whole host of compounds whose near-miraculous properties scientists are only just beginning to understand. Some peptides (proteins) in eggs have special anti-microbial properties that could contribute to intestinal health by inhibiting the growth of pathogens in the gut. Other compounds act as powerful antioxidants, reducing cellular damage, while yet others may help to reduce blood pressure. There’s even a strong suggestion that compounds in the white, in particular, are able to inhibit the growth of tumors. Eggs could help fight cancer!? Well, maybe… but these eggs are made from plants!

I hope I’ve not labored the point in showing you that the egg is, without a doubt, one of the great natural superfoods. How, then, did we reach a point where a food of such potency should be treated as a health hazard and mocked with inverted, transvestite products like JUST Egg?

Really, we’re talking about everything that’s been wrong with nutritional “science” and public health guidelines for the last seventy years. We must blame the so-called “lipid hypothesis.” This has been one of the prime movers in an unprecedented shift away from the nutrient-dense animal foods that sustained our ancestors since time immemorial, to the untested products of industrial agriculture. These gifts of modern industry included a new class of supposedly “healthy” oils that once served only to lubricate machine parts if they found a use at all: vegetable and seed oils.

At base, the lipid hypothesis holds that consumption of saturated fat and cholesterol, which are essentially conflated with each other, has the inevitable effect of increasing blood cholesterol levels, and this in turn leads to heart disease. We have Ancel Keys, the inventor of the U.S. military’s K-ration, to thank for first proposing this hypothesis. Later in his career Keys renounced it, recognising it for the bad science that it was – and he should have known, since he fudged the data himself. By that time, however, nobody was really listening to him. The damage was done.

Though eggs contain little saturated fat, they contain whopping amounts of cholesterol (one egg contains over half of what used to be the daily recommendation), and so they had to be thrown in the dustbin of history along with the red meat and butter.

The simple truth about the lipid hypothesis is that it’s totally false. Consumption of saturated fat and/or cholesterol does not cause blood cholesterol levels to rise, in turn causing heart disease. You may have heard of the French Paradox – that the French consume 4.5 times as much butter as Americans but have lower rates of heart disease – but you can also add to that the Greek Paradox, the East African Paradox , the Swiss Paradox, the Pacific Island Paradox, and more. All of these groups eat high quantities of saturated fat and have low rates of heart disease. Dr George Mann, who studied the famous Masai—African pastoralists who eat hundreds of grams of saturated fat a day and are about as healthy as it’s possible to be—was led to pronounce the lipid hypothesis “the public health diversion of this century… the greatest scam in the history of medicine.”

In fact, having low cholesterol is a killer and saturated fat is essential to the body, not only so it can make its own cholesterol (80% of the body’s cholesterol is produced in the liver), but also in the formation of a whole host of other essential molecules, including hormones such as prostaglandins. As well as epidemiological studies (i.e. studies in the wild) to back this up, we also have studies conducted under the tightest of scientific conditions.

The Minnesota Coronary Experiment was a double-blind randomised controlled trial – i.e. science’s gold standard for trials – that took place in seven institutions in Minnesota over a period of five years. The aim was to investigate whether replacing saturated fat in the diet with vegetable oil (which contains high levels of PUFAs) would reduce heart disease by lowering blood cholesterol. For every 30-point decrease in cholesterol observed, the death rate increased by 22%. Studies from Korea, Finland, France, and many other countries say exactly the same thing: if your cholesterol levels are on the decline – so are you, I’m afraid!

Bad science, corporate greed, and hubris all have their part to play in the story of how abandoning the foods that were supposedly making us sick actually made us even sicker – far sicker, indeed, than we could ever possibly have imagined.

But don’t forget malice either! One of my favorite anecdotes about the demonization of eggs concerns LBJ, who like Sleepy Joe today faced a perfect storm of imperial overreach and economic chaos. With inflation rising and rising, a beleaguered LBJ did his best to keep the prices of individual goods down, by hook or by crook. As Joseph Califano, a member of Johnson’s cabinet, remembers:

Shoe prices went up, so LBJ slapped export controls on hides to increase the supply of leather. Reports that color television sets would sell at high prices came across the wire. Johnson told me to ask RCA’s David Sarnoff to hold them down. Domestic lamb prices rose. LBJ directed McNamara to buy cheaper lamb from New Zealand for the troops in Vietnam. … When egg prices rose in the spring of 1966 and Agriculture Secretary Orville Freeman told him that not much could be done, Johnson had the Surgeon General issue alerts as to the hazards of cholesterol in eggs.

This may not be the very worst thing LBJ did in office, but it bespeaks a cynicism and disregard for the truth that critics of the 45th president of the United States might do well to remind themselves of. Anyway.

Corporations remain at the forefront of efforts to reshape the eating habits of the global population. The new ersatz foods appeal to corporations because they allow even greater control of the commodities they produce. Monopoly control over the food supply, especially in the US, was already well advanced before these new products came along, with just a few enormous companies like Tyson Foods and JBS controlling the lion’s share of the market through a ruthless process of vertical integration.

While an egg or cow cannot be patented, a plant-based egg and a lab-grown steak certainly can, and likewise GMO crops. These new commodities allow fresh “ownership envelopes” to be broken, which is why the big players are all investing heavily in them. This investment is being accompanied by rebranding, as food producers shift from being purveyors of particular foodstuffs – meat, dairy, etc. – to purveyors of macronutrients, especially protein, instead. Tyson Foods has already trademarked the name “the Protein Company,” and other giants like Nestlé and Unilever are also rebranding themselves in similar ways as they move to extend their control of new food markets.

The process has political ramifications, too. Corporate governance is central to the World Economic Forum’s model of “stakeholder capitalism,” so it’s not a surprise that the world of the Great Reset is envisaged as one in which corporations have total control of the food supply. In the WEF’s vision of the near future, consumption of animal products has been all but eliminated in order to reduce agriculture’s carbon footprint, and the world’s population of 10 billion will consume a uniform, almost entirely plant-based, diet (“The Planetary Health Diet”, developed by the EAT Foundation, a partner of the WEF).

The only way this can be achieved, according to the WEF plan, is through a massive intensification of global agriculture under corporate control, with an especial reliance on new high-yield genetically modified crops, but also cultured and alternative proteins, including, of course, insects. My new book, The Eggs Benedict Option, is the first detailed full-length discussion of this plan, why we should take it seriously as a threat to our health and freedom, and, most importantly, what we can do about it.

There’s something deeper at work too. The fact that corporations are increasingly choosing to market ersatz foods, or that we’ve been fed the wrong dietary advice for decades, doesn’t explain why we are more and more accepting of such foods. It’s not simply that we’re forced to accept them, because we aren’t – at least not yet. We must also be morally, indeed spiritually, receptive to them for this to happen. Something profound has changed in our attitude.

We are mired in a perverted form of nominalism through which all genuineness needs to be undermined. Gender and humanity itself are radically challenged. All must be reduced to nothing more than an individual’s choice of self-expression, in the acid bath of identity politics. Just as it has taken us a wayward path through history to reach the point where a man can have his penis turned inside out, take a hormone pill, put on a dress and makeup and claim to be a woman – in fact where a man can simply say he is a woman, and demand to be treated as such from that very moment onwards – so, by many strange turns, have we arrived at a place where a slurry of mung beans, vegetable oil and an assortment of texturizers, colorings and flavorings can be called, in all seriousness, an egg. Both absurdities result from the same basic stance – “This is whatever I say it is, and that’s that” – and both harm us as individuals, as well as harming our collective inheritance – our civilization. Not only has nominalism rotted our soul: it’s rotting our stomach too.

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