LA PARED MEÓ AL PERRO

Cada tanto, la pared mea al perro.


Autor: Juan Martín Perkins  


Semana con mucho para darle contenido a la columna semanal.

Comedia de interna política, nuevo cambio de piel de la serpiente. Fue Frente para la Victoria, Unidad Ciudadana, Frente de Todos y ahora en su nueva piel de Unión por la Patria intentará no hacerse cargo del desastre (como siempre).


Podría dedicarme a los más bravos combates cuerpo a cuerpo librados en Malvinas en la semana anterior al 14 de junio de 1982, pero no califico para hacer justicia con la gloria y el honor que merecen argentinos tan superiores.


También podría recurrir a la memoria de Don Martín Miguel Juan de Mata Güemes Montero de Goyechea y la Corte, el único general argentino muerto en acción de guerra, y contarles sobre su heróica campaña militar, su mandato de gobernador de Salta elegido por una asamblea popular, su romántica muerte aquel 17 de junio de 1821 en la cañada de “La Horqueta” rodeado de todos sus gauchos.


O podría recurrir al gran Don Manuel José Joaquin del Corazón de Jesús Belgrano, ya que el 20 de junio es el día de nuestra bandera, a la masacre del bombardeo de Plaza de Mayo en el 55…  o a Capitanich y su amigo que corta mujeres con la sierra para los chanchos.


Tengo infinidad, pero elijo finalmente, un tema muy representativo de la agenda global: 


El domingo pasado Novak Djokovic se consagró campeón de Roland Garros.


El astro ha superado todos los récords al consagrarse, según las estadísticas, como el mejor de la historia del tenis mundial.


Djokovic lo logró a pesar de la cancelación mediática y la prohibición que le impidió competir en todos los torneos del circuito oficial por negarse a dejarse inyectar en su cuerpo el tratamiento experimental al que prematuramente la OMS llamó vacuna de Covid.


El tenista serbio, ejerciendo su soberana decisión sobre su cuerpo, priorizó su libertad por sobre el dinero, la fama, los títulos, el poder político, la presión y abandono de los sponsors y el clamor de sus fans. Fueron 2 años en los que pensó que lo obligarían a retirarse si no renunciaba a su convicción, principios y valores.


Novak soportó sobre los hombros el peso del poder global y le presentó batalla en inferioridad de condiciones.


Mientras él daba este valiente y ejemplar testimonio al mundo, nosotros nos dejábamos manipular, encerrar y aislar de nuestros seres queridos por la mafia de la Covidcracia. 


“Quedate en casa” nos decían un ministro incapaz de controlar sus propias adicciones y vacunatorios vip, un presidente mitómano que organizaba partusas clandestinas y un Nerón municipal que cerraba calles con taludes de tierra… mientras nos pedían ser soplones delatores de nuestros propios vecinos.


Ver a Novak Djokovic vigente, campeonísimo a los 36 años, con los brazos levantados en el centro del Court Philippe Chatrier de Roland Garros, ovacionado por el público agradecido debería hacer reflexionar al periodismo que lo canceló, al poder político y económico que lo maltrató y a todos los colegas que le soltaron la mano y permitieron que se avanzara sobre la libertad con mentiras y mala praxis.


El uso político perverso que se hizo del Covid fue global y Novak Djokovic fue un valiente que se animó a desafiarlo en soledad.


Su sangre eslava lo hizo aguerrido de nacimiento. Si de niño vivió dos años en un sótano de Belgrado bajo las bombas de la OTAN, debe estar acostumbrado a luchar contra mafiosos y farsantes. 


Bien por Novak, volvió a pesar de la sarasa global recitada por los Zin, Estol, Cahn y demás mercenarios que sembraron el mundo con terror, mala praxis, abandono y muerte.


Cada tanto, la pared mea al perro.


Juan Martín Perkins


Agradecemos la difusión del presente artículo:  

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