LA ARMADA REAL BRITÁNICA SE HUNDE
Los "cuentaporotos" [1] hundieron a la Armada Real Británica
Nota original: https://reaction.life/the-bean-counters-have-sunk-the-british-navy/
Traducción: Carlos Pissolito (@carlospissolito)
Si la Royal Navy no es lo suficientemente grande como para proteger la navegación británica en el Golfo, ¿para qué nos sirve? Si Irán puede apoderarse de un petrolero británico y burlarse de nuestra impotencia, ¿por qué deberíamos creer que, después del Brexit, volveremos a rule the waves?[2]
Estas son algunas de las preguntas clave que encontrarán lugar en la ya abultada bandeja de Boris Johnson cuando, el miércoles, asuma el cargo como primer ministro y, más concretamente, como tesorero del gobierno.
¿Escuchará a los almirantes y prometerá una docena de nuevos buques de escolta (con fechas de botadura que se extenderán durante toda la próxima década o más), o ¿habiendo echado un vistazo a las cifras, recurrirá a fanfarronadas y hablará en tonos típicos de Churchill, sobre la necesidad de quedarse atrás de nuestros aliados norteamericanos?
Aquellos de ustedes que conocen la historia estarán conscientes de que fue la Royal Navy la que a lo largo de los siglos decidió, con frecuencia, el curso de los acontecimientos. La derrota de la Armada Invencible; las victorias de Nelson en Trafalgar y del Nilo; la batalla de Jutlandia; el hundimiento del Bismarck; la destrucción de la marina italiana desde el aire en Taranto; el grupo de trabajo triunfante que navegó 12.000 kilómetros para desalojar a los argentinos de su ocupación de las Falklands [3].
Pero, también, sabrán que, robándole la frase al Duque de Wellington, la supremacía británica en el mar es, a menudo, una cuestión muy reñida. Siempre hemos necesitado hombres, dinero y barcos en cantidad suficiente para asegurar nuestra supervivencia en tiempos de crisis y son estas cosas los que hoy en día escasean.
Al estallar la guerra en 1939, la Armada contaba con 7 portaaviones, 15 acorazados, 66 cruceros, 184 destructores, 45 otros escoltas y 60 submarinos. Y otros 103 buques que estaban en construcción.
Hoy en día, la lista es de 74: dos portaaviones (aún no han entrado en servicio), dos barcos de guerra anfibia, seis destructores misilísticos, 13 fragatas (la mayoría de ellas en sus últimas días de navegación), cuatro submarinos de misiles balísticos (inútiles en cualquier conflicto menor a un Armagedón), seis submarinos de ataque y una variedad de embarcaciones especializadas, incluidos cazaminas y un rompehielos. De los que solo 33 del total podrían ser descritos como buques de combate.
No es suficiente. Como dijo, el domingo, Tobias Ellwood, cuando escribía, todavía, como funcionario parlamentario del Ministerio de Defensa, que la Royal Navy es, simplemente, demasiada pequeña para desempeñar un papel global. Todos lo dicen, pero no hay buques.
La Marina de los EEUU tiene actualmente 282 buques de combate, incluidos 11 portaaviones que funcionan con energía nuclear, literalmente, docenas de barcos de asalto y más de cien cruceros y destructores, además de una enorme flota de submarinos. Los 3.700 aviones que puede reunir constituyen la tercera fuerza aérea más grande del mundo, después de la USAF y del Ejército de los EEUU.
Nadie está sugiriendo que la Armada británica debería ser, ni remotamente comparable, a la de los Estados Unidos. La Gran Bretaña en 2019 es, básicamente, una potencia regional europea, con serios problemas de herencia. Si tuviéramos que buscar comparaciones más adecuadas, Francia, Alemania, Italia, Canadá, quizás incluso Rusia, nos vienen a la mente. Y de estos, solo Francia realmente resiste el escrutinio. El resto está descolorido (Rusia) o es insuficiente, con un puñado de barcos decentes que disfrazan el hecho de que cada una de sus flotas se ha deteriorado constantemente desde que se decidió que con la caída de la Unión Soviética, la historia había terminado.
Pero, ninguna de estas naciones, aparte de Francia, tiene la necesidad de ser una potencia marítima global. Rusia, bajo Vladimir Putin, ha comenzado a reconstruir su flota oxidada, pero está al menos a una década de presentarse como un contrapeso plausible para los Estados Unidos. Debemos tener cuidado con los chinos, inclinados a dominar el comercio mundial y con la India como el próximo candidato mayor, aunque, por ahora, está de nuestro lado.
Pero, dejando a un lado la posibilidad de un conflicto global, en el que la Gran Bretaña, independientemente del tamaño de su presupuesto de defensa, sólo desempeñaría un papel secundario como aliado de los estadounidenses, existe la deficiencia en los números que tiene la Armada en funcionamiento, simplemente para hacer su trabajo cotidiano. Esto es lo que ha quedado cruelmente expuesto por la situación en el Golfo Pérsico.
Tal como está, la Gran Bretaña tiene actualmente un barco, el HMS “Montrose”, una fragata Tipo 23 de 25 años de edad, en la estación en el estrecho de Ormuz. Un segundo barco, el destructor Tipo 45 HMS “Duncan”, que está en camino y, como se nos dice, hay una segunda fragata, la HMS “Kent”. Pero, para que no se piense que tres buques deberían ser suficientes para disuadir una nueva agresión, es probable que uno regrese a casa y que otro esté programado para mantenimiento. El “Duncan”, mientras tanto, representa más bien una apuesta. Aunque es un barco de combate formidable, uno de los más avanzados del mundo, sus motores, como los de sus cinco barcos gemelos, pueden fallar en las temperaturas a las que normalmente se encuentran en el Golfo. Imagínese la humillación, si terminara “muerto” en el agua, rodeado por los pequeños barcos enojados de la Guardia Revolucionaria Iraní.
De vuelta en Westminster, el mal trago ya se está pasando. Los ministros y otros miembros del gobierno están advirtiendo de la necesidad de "bajar la temperatura" (aunque solo sea), con la esperanza realista de que los barcos, que no están disponibles, no tengan que ser enviados. La diplomacia, dicen, es el camino a seguir, como si la diplomacia no se hubiera intentado con Irán en los últimos 25 años y como si la diplomacia hubiera sido lo más importante cuando los Royal Marines capturaron a un petrolero iraní frente a Gibraltar con la creencia de que llevaba combustible para Siria en contravención de las sanciones de la Unión Europea.
De cara al futuro, en seis semanas, sino en seis años, se sugiere que los petroleros de propiedad occidental con destino al Estrecho de Ormuz deberán navegar en un convoy, protegido por una mezcla de buques de guerra provistos, por supuesto, por los Estados Unidos y por Francia, así como por la Gran Bretaña. Pero se dice que los armadores se resisten, argumentando que no se puede esperar que ellos den un aviso de movimiento con 12-24 horas de anticipación, lo que permitiría la formación de un convoy.
La situación es embarazosa tal como está, pero podría empeorar fácilmente. Uno de los altisonantes anuncios del gobierno conservador, desde 2016, ha sido que, después del Brexit, la Gran Bretaña será el baluarte más confiable de Europa cuando se trate de cuestiones de defensa y de seguridad. Se nos dijo que la Gran Bretaña tenía una mayor capacidad militar que cualquier potencia continental y que usaría ese poder como prueba de que, cuando llegue el momento, el Reino Unido es un aliado en el que puede confiar.
La realidad es que todas las administraciones, desde la de Margaret Thatcher, han reducido nuestras fuerzas armadas.
Nuestros dos más nuevos portaaviones, el HMS “Queen Elizabeth” y el HMS “Prince of Wales”, encargados por Tony Blair, no tienen capacidad defensiva y no pueden lanzar aviones de alerta temprana de ala fija. A pesar de que cada uno de ellos es capaz de sostener a 38 o más cazas F35b, se espera que solo una docena, más o menos, sea desplegada en ellos [4].
Los seis destructores Tipo 45, los que, originalmente, eran 12, son solo uno en el puerto, ya que el resto está esperando nuevos motores. Las decisiones finales sobre el número de fragatas Tipo 26, aún no se han tomado (supongo que serán ocho) y que las Tipos 31 de precio reducido son solo un sueño en la mente del almirante apropiado.
Mientras tanto, Canadá ha anunciado que construirá 15 variantes del Tipo 26, por su parte Francia ha ganado una orden para construir 12 nuevos submarinos para la Armada Australiana. Con sólo tres pedidos confirmados, hasta ahora, para nuevas escoltas, la Royal Navy está empezando a parecerse a una fuerza de segunda.
Para echar sal de mar en las heridas de la Armada, el HMS “Ocean”, nuestro único barco de asalto totalmente equipado, se vendió el año pasado a Brasil y, todavía, no estamos 100% seguros de que el “Prince of Wales”, así como nuestros dos buques de asalto anfibio restantes, no sufrirán la misma suerte.
Rule, Britannia! rule the waves? Yo creo que no. Salir del paso, parece ser, por lejos, lo mejor jugada para los próximos años.
Traducción y notas: Carlos Pissolito
* * *
Nota:
(1) Cuentaporoto: dícese de quien es apegado a la contabilidad de gastos sin habilidad para entender la perspectiva general de una empresa o gobierno en cuanto a la importancia o utilidad de los mismos. "Beancounter": a person, typically an accountant or bureaucrat, perceived as placing excessive emphasis on controlling expenditure and budgets. (N. de la Editora).
(2) "Rule, Britannia! rule the waves” Es una canción patriótica británica que puede traducir como que la Gran Bretaña gobierna los mares. (N.T.).
(3) Islas Malvinas, para nosotros los argentinos. (N.T.).
(4) En sentido estricto los buques mencionados no son portaaviones, sino portaaeronaves, ya que al carecer de catapultas no pueden poner en el aire a las aeronaves de reconocimiento que menciona el articulista. (N.T:).
The bean-counters have sunk the Royal Navy
BY WALTER ELLIS | tweet WALTROON / 22 JULY 2019
If the Royal Navy is not big enough to protect British shipping in the Gulf, what use is it? If Iran can seize a British tanker and pour scorn on our impotence, why should we believe that, post-Brexit, we can once again rule the waves?
These are among the key questions that will find their way into Boris Johnson’s already-bulging in-tray when he takes over on Wednesday as prime minister and, more to the point, as First Lord of the Treasury.
Will he listen to the admirals and commit to a dozen new escort vessels (with launch dates extending over the next decade or more), or will he – having glanced at the figures – resort to bluster and talk in suitably Churchillian tones of the need to fall in behind our American allies?
Those of you who know your history will be aware that it was the Royal Navy that down the centuries frequently decided the course of events. The defeat of the Armada; Nelson’s victories at Trafalgar and the Nile; the Battle of Jutland; the sinking of the Bismarck; the destruction of the Italian navy from the air at Taranto; the triumphant task force that sailed 8,000 miles to dislodge the Argentinians from their occupation of the Falklands.
But they will also know that, to borrow from The Duke of Wellington, Britain’s supremacy at sea was often a close-run thing. We have always needed enough men, money and ships to ensure our survival in times of crisis, and it is these that today are in the shortest of short supply.
At the outbreak of war in 1939, the Navy boasted seven aircraft carriers, 15 battleships, 66 cruisers, 184 destroyers, 45 other escorts and 60 submarines. Another 103 ships were under construction.
Today, the roster stands at 74: two aircraft carriers (yet to enter service), two amphibious warfare ships, six guided missile destroyers, 13 frigates (most of them on their last sealegs), four ballistic missile submarines (useless in any conflict short of Armageddon), six attack submarines and a variety of specialist vessels, including minehunters and an icebreaker. Only 33 of the total could be described as fighting ships.
It is not enough. As Tobias Ellwood, at the time of writing still a minister of state at the Mor, said on Sunday, the Royal Navy is simply too small to fill a global role. We are all mouth and no ships.
The US Navy currently has 282 combat vessels, including 11 nuclear-powered aircraft carriers, literally dozens of assault ships and more than a hundred cruisers and destroyers, plus a massive submarine fleet. The 3,700 aircraft it can muster comprise the world’s third-largest air force, after the USAF and the US Army.
No one is suggesting that the British Navy should be even remotely comparable to that of the United States. Britain in 2019 is at base a European regional power, with legacy issues. If we were to look for more suitable comparisons, France, Germany, Italy, Canada, perhaps even Russia, spring to mind. And of these, only France actually stands up to scrutiny. The rest are either faded (Russia) or insufficient, with a handful of decent ships disguising the fact that each of their fleets has been steadily run down ever since it was decided that with the fall of the Soviet Union history had ended.
But none of these nations, other than France, has any pretence to be a global seapower. Russia under Vladimir Putin has latterly begun to rebuild its rusty fleet, but is at least a decade away from presenting itself as a plausible counterweight to America. It is the Chinese, bent on the domination of world trade, we should be wary of, with India as the next biggest candidate, albeit, for now, on our side.
But leaving aside the possibility of global conflict, in which Britain, regardless of the size of its defence budget, would play only an ancillary role as sidekick to the Americans, there is the day-to-day deficiency in numbers that has the Navy running around simply to stand still. It is this that has been cruelly exposed by the situation in the Persian Gulf.
But leaving aside the possibility of global conflict, in which Britain, regardless of the size of its defence budget, would play only an ancillary role as sidekick to the Americans, there is the day-to-day deficiency in numbers that has the Navy running around simply to stand still. It is this that has been cruelly exposed by the situation in the Persian Gulf.
As it stands, Britain currently has one ship, HMS Montrose, a 25-year-old Type 23 frigate, on station in the straits of Hormuz. A second vessel, the Type 45 destroyer HMS Duncan, is on its way, as, we are told, is a second frigate, HMS Kent. But lest you think that three ships should be enough to deter further aggression, one is likely to return home and another is scheduled for maintenance. The Duncan, meanwhile, represents something of a gamble. Although a formidable fighting ship, among the most advanced in the world, its engines, like those of its five sister ships, are liable to fail in temperatures typically found in the Gulf. Imagine the humiliation if it ended up dead in the water, surrounded by the angry little boats of the Iranian Revolutionary Guard.
Back in Westminster, the buck is already being passed. Ministers and others on the government side are warning of the need to “lower the temperature” (if only), in the hope that ships not realistically available need not in fact be sent. Diplomacy, they say, is the way forward, as if diplomacy had not been tried with Iran over the last 25 years and as if diplomacy was what was uppermost when Royal Marines seized an Iranian tanker off Gibraltar in the belief that it was carrying fuel to Syria in contravention of EU sanctions.
Looking ahead – six weeks if not six years – it is being suggested that western-owned tankers bound for the Straits of Hormuz should proceed in convoy, protected by a mix of naval ships provided by, most obviously, the US and France as well as Britain. But ship owners are said to be resisting, argung that they cannot be expected to give the 12-24 hours notice of movement that would enable a convoy to be formed.
The situation is embarrassing as it stands, but could easily get worse. One of the proudest boasts of the Tory Government since 2016 is that, post-Brexit, Britain will be Europe’s most dependable bulwark when it comes to questions of defence and security. Britain, we were told, had the biggest military capability of any continental power and would use that power as proof that when push comes to shove, the UK is the partner you can trust.
The situation is embarrassing as it stands, but could easily get worse. One of the proudest boasts of the Tory Government since 2016 is that, post-Brexit, Britain will be Europe’s most dependable bulwark when it comes to questions of defence and security. Britain, we were told, had the biggest military capability of any continental power and would use that power as proof that when push comes to shove, the UK is the partner you can trust.
The reality is that our armed forces have been cut to the bone by every single administration since that of Margaret Thatcher.
Our two new aircraft carriers, HMS Queen Elizabeth and HMS Prince of Wales, commmissioned in a fit of absence of mind by Tony Blair, have virtually no defensive capability and cannot launch fixed-wing early warning aircraft. Though they are each capable of sustaining 38 or more F35b fighters, it is expected that only a dozen or so will actually be deployed.
Our two new aircraft carriers, HMS Queen Elizabeth and HMS Prince of Wales, commmissioned in a fit of absence of mind by Tony Blair, have virtually no defensive capability and cannot launch fixed-wing early warning aircraft. Though they are each capable of sustaining 38 or more F35b fighters, it is expected that only a dozen or so will actually be deployed.
The six Type 45 destroyers – of which there were originally to have been 12 – are all but one in port, awaiting new engines. Final decisions on the number of Type 26 frigate have yet to be taken (I’m guessing eight), and the cut-price Type 31s are as yet no more than a glint in the appropriate admiral’s eye.
In the meantime, Canada has announced that it will build 15 variants of the Type 26, while France has won an order to construct 12 new submarines for the Australian Navy. With just three orders so far confirmed for new escorts, the Royal Navy is starting to look like the Junior Service.
In the meantime, Canada has announced that it will build 15 variants of the Type 26, while France has won an order to construct 12 new submarines for the Australian Navy. With just three orders so far confirmed for new escorts, the Royal Navy is starting to look like the Junior Service.
The six Type 45 destroyers – of which there were originally to have been 12 – are all but one in port, awaiting new engines. Final decisions on the number of Type 26 frigate have yet to be taken (I’m guessing eight), and the cut-price Type 31s are as yet no more than a glint in the appropriate admiral’s eye.
In the meantime, Canada has announced that it will build 15 variants of the Type 26, while France has won an order to construct 12 new submarines for the Australian Navy. With just three orders so far confirmed for new escorts, the Royal Navy is starting to look like the Junior Service.
In the meantime, Canada has announced that it will build 15 variants of the Type 26, while France has won an order to construct 12 new submarines for the Australian Navy. With just three orders so far confirmed for new escorts, the Royal Navy is starting to look like the Junior Service.
To rub marine salt in the Navy’s wounds, HMS Ocean, our only fully-equipped assault ship, was sold off last year to Brazil, and it is still not 100 per cent certain that the Prince of Wales, as well as our two remaining amphibious warfare ships, will not suffer the same fate.
Rule Brittania? I think not. Muddle Through Brittania seems by far the more likely shanty in the years ahead.
Rule Brittania? I think not. Muddle Through Brittania seems by far the more likely shanty in the years ahead.