LA URGENTE NECESIDAD DE POLÍTICAS INTEGRALES - BOLIVIA


Autor Agustín Saavedra Weise
Nota original: http://saeeg.org/index.php/2020/02/23/la-urgente-necesidad-de-politicas-integrales/

En castellano no contamos con diferentes palabras para los términos en inglés “policy”
y “politics”. Ambos se traducen como “política”, pese a sus connotaciones diferentes.
La política trata del gobierno y la organización de las sociedades. Política es la
actividad de los que gobiernan —o aspiran a gobernar— los asuntos de un país. Es
válido expresar, además, que la política es el proceso de tomar decisiones aplicables a
todos los miembros de una comunidad por parte de quienes tienen el poder.

La capacidad de modificar la conducta de otros se refleja en el poder, elemento básico
de la vida política; quien decide cómo se distribuirán los bienes en una sociedad debe
tener autoridad (poder) para hacerlo. Así sucesivamente, el estudio de la Ciencia
Política nos puede llevar hacia modelos más sofisticados, pero lo esencial es saber que
la actividad política se centra en el poder y en la lucha por alcanzar ese poder, o por
preservarlo.

Por otro lado, la expresión anglosajona “policy” implica tomar un curso de acción
determinado y propuesto por un gobierno, asociación “x” o un simple ciudadano. Es
así que se habla de “excelentes políticas asumidas (“policies”) o de “erráticas políticas
(“policies”). Al no disponer del término “policy” en castellano, urge agregar algo para
que se diferencie de la política en sí. Es posible mencionar “políticas integrales” o
“políticas estructurales”; otros pueden referirse a políticas de corto, mediano o largo
plazo. En definitiva, las políticas siempre implican un plan de acción propuesto en el

marco del poder político y con el fin de darle rumbo determinado a una sociedad.

En Bolivia últimamente hemos tenido exceso de política y falta de políticas. Casi todo
es manejado por la coyuntura o motivado por la presión que ejerce sobre la
comunidad política (en democracia) la proximidad de una elección para definir quién o
quiénes serán los futuros detentadores del poder. Y en ese combate pacífico entre
ideas y propuestas se pierde la perspectiva. Es lo que nos señaló con acierto Manfredo
Kempff en su columna del sábado 8 de febrero pasado titulada “Terremoto electoral”.
Básicamente se refirió a que nadie en estos momentos provee políticas que reflejen
cambios de estructura. Todos los contendientes para las elecciones del 3 de mayo
compiten sobre las mismas reglas, tampoco están presentando novedades que
atraigan al votante, salvo las usuales promesas de “desarrollo”, “estabilidad”, “más
empleo”, etc. Faltan políticas integrales. Nos guste o no, el MAS en el pasado presentó
e impuso su concepción y hasta la plasmó en un texto constitucional extenso, teñido
de sangre, con fuerte oposición en Santa Cruz y otras regiones. Pero al final, en 2009,
se impuso la ilegalidad de ese amañado texto constitucional con el baño de legalidad
de un referendo.

Ahora urge que quienes tienen la posibilidad de seguir manteniendo a nuestra Bolivia
en democracia (impidiendo el retorno del autoritarismo) tengan la capacidad de
presentar políticas basadas en el retorno a cauces constitucionales sensatos y
coherentes, en lugar de mantener la demagógica CPE vigente. Al respecto, creo que
las constituciones de 1967 y la de 2004 —con las reformas agregadas en la breve
presidencia de Carlos Mesa— son instrumentos más sólidos y modernos que la
demagógica CPE actual, plagada de errores de sintaxis y de tamaño enciclopédico.
Quienes posibilitaron el triunfo del movimiento cívico de noviembre 2019 espero que
consideren algunos de estos aspectos e incluyan en sus plataformas electorales
políticas (“policies”) integrales. Hace falta una visión más amplia de la Bolivia que
queremos y de lo que debe hacerse para lograrla. Menos política y más “policy”, es lo
que precisamos aquí y ahora.


*Ex canciller, economista y politólogo. Miembro del CEID y de la SAEEG.
www.agustinsaavedraweise.com

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