12 DE OCTUBRE: DÍA DE LA RAZA
Este proceso lejos de ser un evento destructivo, fusionó la cultura occidental representada por la monarquía hispana con lo mejor de los pueblos indígenas, dando una identidad social, política y espiritual nueva a nuestro continente.
Autor: Fernando Andrada, (@Samuel17498259), Secretario de Asuntos Históricos de CAUSA Argentina.
Causa Argentina (@Causa_Argentina)
El 12 de octubre de 1492 es una fecha emblemática para la cultura occidental, puesto que se llega a América como evento disruptivo, y aquello dio paso a la conquista del continente. Este proceso lejos de ser un evento destructivo, fusionó la cultura occidental representada por la monarquía hispana con lo mejor de los pueblos indígenas, dando una identidad social, política y espiritual nueva a nuestro continente. En los últimos años, esta gesta fue “revisada” por ciertos sectores del progresismo local e internacional, buscando culpar a la monarquía hispana y a la cultura occidental de traer muerte, saqueo y destrucción. Debido a aquellos ataques psico-políticos el nombre del "Día de la Raza" fue sustituido por “Día del respeto a la diversidad cultural” en el año 2010 durante el gobierno de Cristina Kirchner. Lejos de ser un cambio semántico que buscaba reparar errores durante la conquista, lo cierto es que el mismo tuvo como objetivo generar sentimientos de vergüenza, culpa y distanciamiento de la gesta más grande de nuestra cultura, por lo cual deberíamos cuestionarnos lo siguiente: ¿realmente las acusaciones contra España son ciertas?
En el mundo académico, está probado de manera documentada que durante el siglo XVI y XVII, tanto la corona británica, como los Países Bajos realizaron una campaña anti-española, haciendo circular supuestas aberraciones contra los indígenas americanos, las mismas contienen muchas falsedades históricas: en primer lugar España decretó en 1512 las Leyes de Burgos, éstas abolían la esclavitud de los indígenas, y por otra parte garantizaban la propiedad de tierras, un trato laboral tolerable y un salario justo. También establecian el repartimiento de los gobiernos locales de indígenas a encomenderos, prohibiendo que éstos apliquen castigos directamente. Posteriormente, entre 1550-1551 se realizó un debate sobre la situación del indígena en la llamada Junta de Valladolid, donde Bartolomé de las Casas y Gines Sepúlveda debatieron como continuar la conquista; el primero buscaba un trato humano hacia los naturales, en cambio Sepúlveda tuvo una postura despectiva. La corona española nuevamente tomó nuevas medidas a favor de los habitantes del Nuevo Mundo, declarando su libertad, su derecho a la propiedad y a una evangelización pacifica de la fe católica.
Por otra parte, el mundo pre-hispánico no era homogéneo. Había gran cantidad de pueblos y culturas, y las relaciones no eran siempre pacíficas. Existía violencia y opresión por parte de las ciudades-estado fuertemente organizadas, aquellas que poseían organizaciones imperiales.
Para la llegada de los españoles, existían dos imperios principales: en el norte de América estaban los aztecas (también conocida como Triple Alianza) y en el sur del continente estaba el imperio incaico o el Tawantinsuyu. Ambos imperios mantenían subordinados a una gran cantidad de pueblos, muchos sufrieron no solo la opresión, sino aberraciones como el canibalismo y los sacrificios rituales. Los españoles cuando conquistaron a los incas (bajo la conducción de Francisco Pizarro) tenían el apoyo de casi 50.000 indígenas, en tanto que Hernán Cortez conquistó a los aztecas, contando con el apoyo de alrededor de 80.000 originarios.
Hoy como ayer, los enemigos de la fe y la cultura occidental, siguen fomentando la leyenda negra, en esta época bajo los ataques del progresismo; que lejos de buscar la unidad de los pueblos, busca generar discordia y fragmentación, como lo hizo la anglosfera.
El enemigo de la actualidad -el globalismo- busca generar culpa y vergüenza de nuestra historia, legado y tradiciones, para lograr una subordinación pasiva de los pueblos sin destino y sin un porvenir. Es necesario entender que la anti-hispanidad ha sido el arma cultural del iluminismo europeo hoy devenido en progresismo global, cuya búsqueda de DESTRUCCIÓN de las identidades nacionales, nos relega una sub-cultura hedonista, la cual requiere de individuos atomizados que sólo tengan deseos de consumo, olvidando que somos mucho más que eso.
Tener un destino para nuestros pueblos significa también tener un horizonte en el cual poder SER lo que somos. ¿Hasta dónde puede llegar un árbol sin raíces profundas? Lo mismo sucede con las culturas.
Reivindiquemos nuestro legado. Volvamos a festejar el DÍA DE LA RAZA con orgullo, no con un sentido meramente material y biológico, sino desde una mirada espiritual y trascedente, como aquella estirpe de guerreros que dieron paso a la gesta civilizatoria más grande de la historia moderna. Retomemos aquel sentido que nuestros antepasados dieron a semejante acontecimiento. Hagamos a Occidente grande otra vez desde el destino americano y occidental, ese destino está en nuestras manos ¿Nos haremos cargo o no?