MALVINAS: VOCES DE LA PLAZA

Cantos y consignas de movilizaciones masivas durante la guerra


Autora: María Sofía Vassallo * (@MSofiaVassallo[i]

 

A cuarenta años de la guerra de Malvinas un desafío fundamental consiste en dar cuenta de la complejidad y superar los dos modelos interpretativos instalados. Por un lado, el que, en el marco de los estudios de la historia del pasado reciente, reduce a la guerra de Malvinas a un hecho político motivado por la búsqueda de legitimación del último gobierno militar, abstrayéndola de los casi dos siglos de luchas emancipatorias. Por otro lado, el que, dentro de cierta historiografía militar ubica a la guerra en la serie de luchas por la independencia nacional, eludiendo el contexto inmediato de la dictadura (Guber, 2021). Ambos son modelos interpretativos reduccionistas, simplificaciones. Uno abstrae la guerra de la historia larga de la Argentina y otra de la historia corta, del contexto político en el marco del cual se produce.

La guerra es una experiencia límite que deja hondas huellas en la vida de los pueblos cuyos hijos participan de una acción colectiva en la que se disponen a dar la vida y, de hecho, algunos no regresan. Tampoco es fácil el procesamiento de la experiencia para los sobrevivientes. La guerra de Malvinas es un acontecimiento extremo, complejo, paradojal. El 2 de abril de 1982 se produce la recuperación de las islas Malvinas (territorio usurpado por una potencia extranjera sobre el cual la Argentina reclama el ejercicio pleno de su soberanía, desde sus orígenes), llevada adelante por un gobierno ilegítimo, de facto, genocida que reprime el ejercicio de la soberanía popular. Una dictadura sumisa al poder mundial encara la recuperación territorial que constituye un acto de  insubordinación nacional, una experiencia de convergencia e integración (de clases sociales, procedencias geográficas, tradiciones políticas) frente al adversario histórico de la Argentina por una reivindicación legítima.

Los apoyos sociales y los modos de legitimación de la recuperación de Malvinas son una zona oscura y difusa no suficientemente explorada. Representaciones, memorias y estudios del vínculo entre la última dictadura y la sociedad argentina oscilan entre la sociedad víctima, la sociedad cómplice y la sociedad resistente. La movilización a la Plaza de Mayo convocada por la CGT el 30 de marzo de 1982 es, generalmente, evocada como caso paradigmático de la sociedad resistente. La cuestión se complica cuando tres días después, muchos de los que habían marchado el 30, habían sido duramente reprimidos, vuelven a salir a la calle, esta vez para respaldar la recuperación de las islas Malvinas. Las movilizaciones del 2 y el 10 de abril son presentadas como manifestaciones de la sociedad víctima o cómplice, incluso cuando, en muchos casos, son las mismas personas las que participan en una y otras (de hecho un canto de los manifestantes del 2 de abril dice: “y ya lo ve, y ya lo ve, vinimos el 30 y hoy también”). En general, no se detienen en el análisis de los comportamientos y actitudes sociales allí expresados y lo resuelven en interpretaciones fundadas en la idea de manipulación de la sociedad por parte de la dictadura o la complicidad generalizada de la sociedad con el régimen. Estas interpretaciones totalizantes, esquemáticas, constituyen reduccionismos que achatan la heterogeneidad, los matices y obturan la comprensión de la complejidad. Con Juan Natalizio analizamos las adhesiones, tensiones y disidencias que allí se expresan (Vassallo y Natalizio, 2021). Los sujetos que participan activamente de estas movilizaciones no se ajustan a las representaciones esquemáticas de la sociedad víctima, cómplice o resistente, las desbordan y son expresión de una sociedad agente, protagonista del momento histórico.

A diferencia de otros regímenes totalitarios (como el nazismo o el fascismo), la dictadura argentina no se propone la movilización de masas, sino, más bien, lo contrario, obtura todas las formas de participación política y promueve, el individualismo, el aislamiento y la despolitización.  Opera incluso sobre el diseño de la Plaza de Mayo para neutralizarla como espacio de movilización popular. A partir del 24 de marzo de 1976, la Junta militar impone el estado de sitio y busca hacer de la Plaza de Mayo un lugar de paseo (así comienzan las rondas de las Madres de los argentinos desaparecidos, porque la policía las instaba a circular). Para ello se jerarquizan la fuente y los monumentos, se amplían los espacios verdes y se instalan bancos y papeleros. El gobierno de facto se ha propuesto inhabilitarla como lugar de reunión y participación política.

El 2 de abril, ese espacio de paseo domesticado y previsible, vuelve a ser el escenario de desbordes y estridencias, inesperadas y fuera del guión. Se produce una intervención masiva disruptiva del orden urbano establecido. Frente a lo imprevisto, la reacción inmediata de miles de argentinos es salir a la calle y marchar hacia la Plaza de Mayo. La bandera nacional orienta el paso de la procesión e invita a otros a sumarse. Se reconocen por ella y en torno a ella se reúnen. Se desplazan gritando y cantando (“¡Argentina! ¡Argentina!”) y estos gritos y cantos constituyen señales sonoras que sirven de referencia espacial que invita a otros a sumarse, adonde está el sonido allí hay que dirigirse. Como explica Rosana Guber: “la recuperación de Malvinas era coexistente y consistente con la recuperación de la calle, el territorio político por excelencia en la Argentina. Pero esta vez la recuperación no se esgrimía en clave de lucha sino de comunidad” (2001, pp. 47-48).

Reaparece la consigna “Las Malvinas son argentinas” que se caracteriza por su eficaz confluencia de rima, concisión y claridad. Constituye una constatación objetiva de un estado de cosas en la que se borran las marcas de cualquier situación concreta de enunciación. Se trata de una constatación que resulta válida más allá de cualquier acto concreto y personal de enunciación. El tiempo verbal empleado adquiere aquí un carácter omnitemporal porque expresa una verdad considerada de valor general o una norma permanente presentada como una ley en el proceso de enunciación/recepción. Se trata de un reclamo que adquiere la modalidad de una aseveración que, como tal, postula un destinatario que reconozca y comparta la verdad que afirma. Tiene, además, un carácter polifónico y polémico, presupone otros enunciados que niegan, discuten o ponen en duda esta certeza. Condensa conocimiento y busca comprometer a otros en la defensa de esta verdad. No tiene autor identificable, es una producción colectiva que forma parte de un acervo de saberes sociales que articulan redes conceptuales compartidas. Tiene la función retórica de lugar común y de garantía o ley de paso de la conclusión de un discurso, porque su aceptación en la cultura le permite justificar una reivindicación en forma irrefutable. Integra argumentos cuyas premisas elididas son repuestas automáticamente por los miembros de la comunidad. “Las Malvinas son argentinas” funciona como un principio, es decir, como verdad fundamental, y, en este sentido, se opone al postulado o supuesto. Opera como fundamento que da lugar a discursos múltiples (Vassallo, 2020: 139-140). El 2 de abril de 1982, aparece en pancartas escrita en cuatro idiomas en la Plaza de Mayo, para que se entienda más allá del mundo hispanoparlante.

El 2 de abril, el presidente de facto, desde el balcón de la Casa Rosada saluda a los manifestantes. La multitud grita: “Argentina, Argentina, Argentina”, luego un sector comienza “Galtieri, Galtieri, Galtieri”, “Galtieri corazón”, que es rápidamente sofocado por el extendido “el que no salta es un inglés” (mientras la masa compacta de cuerpos reunidos salta al unísono), seguido por “el pueblo unido/ jamás será vencido” (con fuerza creciente), “tero, tero, tero, tero, tero, tero, tero, tero/ hoy le toca a los ingleses y mañana a los chilenos” y “ay, ay, ay, ay, qué risa que me da, si quieren las Malvinas que las vengan a buscar”. Este breve repertorio de cantos al inicio de la interacción exhibe la heterogeneidad y diversidad de los manifestantes y de las tradiciones que evocan en sus expresiones. Se unen en la reivindicación de la Argentina, discrepan en la ovación a Galtieri y saltan para reafirmar la identidad compartida por oposición a la del adversario británico. La fórmula “el que no salta es un inglés”, pone a los manifestantes en movimiento, hace saltar al conjunto y ese salto festivo y celebratorio es reafirmación de un colectivo, un ser en común. La consigna “el pueblo unido/ jamás será vencido” (de las más reiteradas en las plazas de Malvinas) tiene su origen en Chile (los militantes de la Unidad Popular, coalición de izquierda liderada por Salvador Allende, habrían tomado una frase del líder colombiano Jorge Eliécer Gaitán, la hicieron consigna y luego fue internacionalmente conocida a través de la canción titulada así, grabada en vivo por primera vez en 1973, popularizada por los conjuntos musicales chilenos Quilapayún e Inti Illimani) integra el repertorio tradicional de la izquierda latinoamericana (Wong Maestre, 2009). Esta lograda fórmula, que vincula causalmente la victoria a la unidad del pueblo, breve, con ritmo y rima, se actualiza en la Plaza de Mayo a partir del 2 de abril de 1982. La victoria implica aquí la recuperación de la soberanía territorial y de la soberanía popular. A pesar de estar claramente identificada con la tradición política de izquierda, minoritaria en la Argentina, es asumida por la multitud que se la apropia y la resignifica. Al mismo tiempo que los manifestantes hacen suyo el canto chileno, producen otro en el que anuncian que, tras la recuperación de los territorios usurpados por los británicos, procederán a hacer lo propio con los cedidos al país vecino (está muy viva la memoria del conflicto con Chile por el Canal de Beagle, 1978). Los dos últimos son cantos festivos, desafiantes, carnavalescos (lo mismo, “el que no salta es un inglés”). Prometen hacer valer los derechos nacionales, retan a los adversarios; pero no lo hacen con formas rígidas y solemnes acordes al tenor de los pronunciamientos; sino que se expresan con las características de los que Mijail Bajtín llama géneros cómico-serios que no suponen ningún tipo de distanciamiento épico o trágico y están dotados de “una deliberada heterogeneidad de estilos y de voces” (Bajtín, 1979, pp. 152-153). Otros cantos de las jornadas de abril exhiben estos rasgos: “palo, palo, palo bonito palo e´,/ eee, ¡que se cuide Pinochet”, “si los ingleses vienen con la flota, los argentinos los haremos pelota[ii]”, “lo vamo´ a reventar, lo vamo´ a reventar”, “ya saben todos que las Malvinas están de moda y que la reina, llora, llora, llora”, “no cabe duda, no cabe duda, la reina inglesa es la más cornuda”, “vamos, vamos, Argentina,/ vamos, vamos, a ganar,/ que esta barra, quilombera[iii],/ no te deja, no te deja de alentar” (convertido en un clásico de las hinchadas del futbol argentino desde el mundial de 1978). La burla a los adversarios (fundamentalmente a la realeza británica), la actitud desafiante frente a ellos, el uso de términos del lunfardo, al ritmo de canciones de moda y el golpe acompasado de los bombos reafirman el carácter carnavalesco, festivo y popular de estos cantos.

También se escuchan y se leen cantos y consignas peronistas: “yo te daré/ te daré una cosa/ te daré Patria hermosa/ una cosa que empieza con P/ ¡Perón!”, “se siente, se siente/ Perón está presente”, Perón, Evita,/ la patria peronista”, “Malvinas argentinas,/ ni yanquis ni marxistas”, “se siente, se siente,/ la CGT presente”, “primero la Patria, después el movimiento, por último los hombres”. El 10 de abril, después del himno, en varios sectores de la plaza se escucha la Marcha Peronista, lo que pone a los cronistas de los medios oficiales en una situación incómoda, intentan taparla con sus propias voces, en algunos casos y, en otros, hacen desaparecer las voces de la multitud, así es que aparecen fragmentos de registro audiovisual mudos, sin sonido. En distintos momentos del acto, manifestantes cantan varias versiones de: “Galtieri, Galtieri, prestá mucha atención/ las Malvinas argentinas/ y la casa es de Perón”, “las Malvinas argentinas/ y la plaza es de Perón”, “las Malvinas argentinas/ pero el pueblo de Perón” (el canillita, que se atribuye la autoría de esta última versión, dirá a un cronista de la revista Línea: “si somos capaces de echar a los ingleses, también seremos capaces de pelear por nuestros derechos en lo interno”, asocia la recuperación de la soberanía territorial a la recuperación de la soberanía política). La fórmula “CGT presente, soberanía o muerte” expresa la voluntad de la central obrera peronista de apoyar la recuperación de las islas Malvinas hasta las últimas consecuencias. Se produce a partir de la reformulación de “Patria o muerte”, asociada generalmente a la revolución cubana por el “Patria o muerte, venceremos” de Fidel Castro, que  retoma la fórmula cuyo origen se remonta a las luchas por la independencia de pueblos americanos.

La multitud en la plaza es muy importante como factor legitimador para un gobierno de facto (el pueblo como base del poder político, y no sólo las armas, el pueblo como masa susceptible de ser movilizada e integrar las fuerzas militares nacionales). Sin embargo, en los casos que nos ocupan, los manifestantes se congregan, mayoritariamente, para apoyar la restitución de las islas Malvinas, no al gobierno Expresan consenso respecto de la recuperación territorial; pero discuten la legitimidad del gobierno, con estos cantos y consignas: “Malvinas sí, proceso no”, “Las Malvinas son de los trabajadores, no de los torturadores”, “Las Malvinas son argentinas, los desaparecidos también”, “Ya se van, ya se van, se fueron los ingleses, que se vaya el Alemann” (en alusión a Roberto Teodoro Alemann, ministro de Hacienda), “Sí a las Fuerzas Armadas, brazo armado del pueblo. No a la camarilla militar instrumento de la oligarquía reprimiendo al pueblo” (Juventud Peronista). Los manifestantes concurren a la plaza no sólo para aplaudir y vivar, sino para discutir y pronunciarse. Son multitudes heterogéneas que exhiben disidencias. La unanimidad se expresa sólo respecto de la justicia de la recuperación territorial (Vassallo y Natalizio, 2021).

Esta particular experiencia de la co-presencia multitudinaria, la escucha recíproca en el tradicional espacio de la Plaza de Mayo, la risa, el llanto, el encuentro y los abrazos, es celebrada por los participantes y mirada con recelo por el gobierno. Estas multitudes heterogéneas tienen valores en común, que han sido activados involuntariamente por la acción gubernamental, que los re-únen. Eso valores movilizan haceres, salir a la calle, pronunciarse; pero también ofrecerse para defender lo que se sabe propio. Son los manifestantes los que reafirman el sentido histórico de la recuperación de las islas Malvinas y activan la memoria de Perón, el peronismo y de las luchas nacionales latinoamericanas. Las intervenciones populares buscan reafirmar el sentido emancipatorio de la acción de restitución territorial, que el gobierno de facto no está dispuesto a asumir. La recuperación de las islas Malvinas hace posible, después de varios años, la recuperación de la calle y la plaza como espacios de participación política. Vuelve audibles las voces de la multitud y visible su presencia.

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Bibliografía citada

Bajtín, M. (1979). Estética de la creación verbal. Siglo Veintiuno Editores Argentina.

Conde, O. (2010). Diccionario Etimológico del Lunfardo. Aguilar, Altea, Taurus y Alfaguara.

Guber, R. (2001). ¿Por qué Malvinas? De la causa nacional a la guerra absurda. Fondo de Cultura Económica.

Guber, R. (2021). Malvinas. ¿“Gesta”o “aventura absurda”? Dos lecturas que conviene dejar atrás. La Nación. Recuperado de: https://www.lanacion.com.ar/ideas/malvinas-gestao-aventura-absurda-dos-lecturas-que-conviene-dejar-atras-nid12062021/

Vassallo, M. S. (2020). Marcas de Malvinas en el paisaje. Resistencias populares frente a la desmalvinización oficial. En Godoy, C. y Gómez, M. (Comps.) (2020). Pensamientos nuestroamericanos en el siglo XXI: aportes para la descolonización epistémica. De La UNLa. Recuperado de: http://www.unla.edu.ar/documentos/centros/manuel_ugarte/pensamientos_nuestroamericanos.pdf?fbclid=IwAR1kgb1jbsquNwM6ISSFNhuDkmtznLpIGikc-hyNkDvx2uusQzZ5plVsA6Y

Vassallo, M. S. y Natalizio, J. F. (2021). Malvinas: las voces de la Plaza. Las movilizaciones del 2 y el 10 de abril y la del 15 de junio de 1982. Ponencia en la III° Jornada de la Cuestión Malvinas, La Plata, Equipo de Investigación sobre la cuestión Malvinas, UNLP, 10 de diciembre.

Wong Maestre, E. (2009). ¡El pueblo unido jamás será vencido! Recuperado de: https://www.aporrea.org/internacionales/a71712.html

  



[i] María Sofía Vassallo es Doctora en Ciencias Sociales (UBA) y Magister en Análisis del Discurso (UBA), investigadora del Observatorio Malvinas, UNLa, del Instituto de Investigación y Experimentación en Arte y Crítica (UNA) y del Instituto de Investigaciones y Documentación Histórica del Peronismo (UNLaM). Dirige el proyecto Voces de Malvinas. Archivo de las memorias de los combatientes.

[ii] El sintagma del lunfardo “hacer pelota” significa: destrozar algo, romper; vencer a alguien en una pelea, derrotar, superar (Conde, 2010: 252).

[iii] El quilombo como atributo de la multitud (en la acepción de lío, barullo, gresca, desorden). Con el sufijo “azo”, el sustantivo aumentativo quilombazo, verbo quilombear (alboratar, hacer escándalo) o quilombificar (embrollar, complicar), adjetivo quilombero (alborotador, barullero y, también, provocador, pendenciero) (Conde, 2010: 274).


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Video realizado por los profesores María Sofía Vassallo y Juan Natalizio.

"MALVINAS:

Las voces de la Plaza"

Edición: Luciano Zerr




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