AYER Y HOY
El sábado 2 de abril 2022 fue el aniversario de la recuperación de nuestras Malvinas. Y digo recuperación porque a veces leo o escucho hablar del 2 de abril como el día de la “invasión” de Malvinas. Y no lo escucho de extranjeros, sino de argentinos, algo infinitamente vergonzoso. El sábado, además, fue el día en que pude imprimir la primera prueba de galera de un libro cuyo diseño y edición me llevó tiempo, pues el autor me pasaba los capítulos a medida que los terminaba. Trabajo arduo y meticuloso que relata acontecimientos ocurridos desde el primer desembarco en estas tierras a principios del SXVI hasta 1810.
Releí algunos capítulos de ese libro, muy recomendable por cierto, el cual saldrá a la venta en algunos días, enfocado en la vida cotidiana de esta Ciudad de La Santísima Trinidad, Puerto de Santa María de los Buenos Aires. A esto se suma la lectura del último envío de Iris Speroni, resumen excelente y al mismo tiempo doloroso, publicado el 3 de abril 2022 en http://restaurarg.blogspot.com/2022/04/integridad-territorial.html.
Voy a hacer referencia a un capítulo de ese libro a editar, que trata sobre las Invasiones Inglesas de 1806 y 1807. En él, y son citas documentales, se describe una sociedad de españoles, criollos, indios y hasta esclavos negros, que derrotó dos veces al ejército mejor preparado del momento. Lo derrotó con muchos menos recursos que los invasores; en particular la expedición de Whitelocke. Las fuentes, tanto locales como de los británicos, muestran una sociedad valiente hasta el heroísmo. Chicos de hasta 12 años pelearon en las calles.
Nos han convertido en una sociedad pusilánime, acomodaticia; que hace culto de la avivada, estulta y al mismo tiempo alegremente estafada.
Para colmo una dudosa “pandemia” ha logrado darle un golpe mortal. Hoy el mayor miedo, el terror de gran parte de la sociedad, es morir.
Todo lo contrario de lo que ocurría en nuestro pasado, cuando durante la Reconquista, hubo hasta chicos de 12 ó 14 años reclamando armas para ir a defender la ciudad (leer las actas del Cabildo de esa época, es conmovedor). O cuando la fiebre amarilla, donde a pesar de no disponer de los elementos y tecnología de hoy, los médicos, enfermeros y la gente en general, atendían a los enfermos jugándose la vida.
Porque amaban la vida.
Por eso fuimos un país, por eso la Patria era lo más importante.
Como nuestros soldados en Malvinas, una vez más, pelearon contra lo más poderoso del mundo. No hay muerte más honorable que la de dar la vida por la Patria.
Tanto yo como muchos amigos, allegados o incluso apenas conocidos, sabemos dónde está nuestra Patria. El drama es que una enorme mayoría no sabe dónde está o ni siquiera sabe qué es.
Como decía mi Maestro, la Argentina tiene un deber sagrado: pensar la Patria.
Eduardo Siutti
@evelynmundo
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