PENSAMIENTO FLEXIBLE: INDISPENSABLE PARA UNA BUENA LABOR DE INTELIGENCIA - I

 

Los analfabetos del SXXI no serán aquellos que no sepan leer o escribir, sino aquellos que no puedan aprender, desaprender y reaprender. 
Alvin Toffler, estadounidense, 1928-2016.


Autor: Marcelo Javier de los Reyes*





Un analista de Inteligencia puede realizar su labor empleando las denominadas Técnicas Estructuradas de Análisis o mediante un proceso que podríamos designar como Pensamiento Flexible.

No sería correcto, por lo que podrá observarse más adelante, “forzar” al analista a emplear un determinado método, sea estructurado o flexible, ya que cada analista debe elegir el procedimiento que le parezca más apropiado. Lo cierto es que hay tantos procederes para hacer análisis de Inteligencia como analistas hay.

En buena medida, el método escogido por el analista está en relación con su formación académica, su entorno socio-cultural —incluso religioso—, sus emociones y muchos otros factores que influyen en su personalidad.

En una ocasión, un alto oficial militar apasionado por las técnicas estructuradas me pregunto por el método que yo empleaba en Análisis de Inteligencia, a lo que mordazmente le respondí que era “anarcometodológico”. Inmediatamente pude observar una sonrisa nerviosa en su rostro.

El filósofo francés René Descartes dijo:

Mejor que buscar la verdad sin método es no pensar nunca en ella, porque los estudios desordenados y las meditaciones oscuras turban las luces naturales de la razón y ciegan la inteligencia.

Claro está que Descartes era un racionalista y por eso menciona a las “luces naturales de la razón”, pero no sólo la razón actúa al momento de buscar la verdad o el conocimiento, y quizás menos si buscamos la Verdad.

Quizás valga aquí citar aquella reflexión del filósofo alemán Martín Heidegger acerca de las limitaciones y potencialidades del pensamiento racional:

No se puede probar nada en el reino del pensamiento; pero el pensamiento puede explicar muchas cosas.


En realidad, al tener una formación académica humanística mi metodología de análisis finca en el de las Ciencias Sociales o, más precisamente, en el método histórico sui generis aplicado a la Inteligencia.

A los efectos de poner blanco sobre negro, cabe señalar que la indagación histórica se inicia cuando se procura comprender algún hecho, proceso o circunstancias del pasado, y en este punto es fundamental señalar que la materia de estudio de la Historia es sumamente complicada y demanda elaboraciones muy complejas. De ahí que en los más importantes servicios de Inteligencia se considere la incorporación de graduados en Historia como analistas. Es que el profesional de la Historia debe reunir numerosos documentos, testimonios y demás fuentes que le proporcionen información acerca del hecho o proceso histórico que está investigando y, luego, procede a seleccionar los que le sean más pertinentes para llegar a cerrar su indagación histórica. Es decir que evaluará sus fuentes, las examinará minuciosamente, verificará su autenticidad y solo se quedará con aquellas que le permitan avanzar en su investigación. Precisamente, el analista de Inteligencia procede del mismo modo pero teniendo en cuenta que está abordando una problemática que le es contemporánea y que, en la medida de lo posible, cerrará su investigación con unas líneas prospectivas o con la confección de algunos escenarios.

En unos viejos apuntes sobre Análisis de Inteligencia recuerdo haber leído la idea de que la realidad es como una madeja enmarañada de hilos y que, con infinita paciencia, el analista selecciona un hilo de esa madeja. De esa manera comienza a observar un nexo causal entre sus partes, que le permite llegar alcanzar la verdad pero nunca la verdad con mayúscula.

Cabe señalar, y esto es importante para la esta faena, que los primeros historiadores, a partir de Heródoto de Halicarnaso (c. 480 – 430 a.C.) —a quien se considera el padre de la Historia—, resolvieron sus inquietudes apelando al criterio personal y a sus propios recursos personales. En este sentido, debe destacarse que esos procedimientos eran prácticamente intuitivos. Por tanto, acá tenemos un adjetivo que proviene de la intuición, una habilidad que el analista de inteligencia no debe desdeñar. El tiempo y el perfeccionamiento de la ciencia histórica han llevado a la sistematización en la investigación.

Según el Diccionario de la Real Academia Española, entre las acepciones de método —del latín methŏdus, y este del griego. μέθοδος métodos, “camino”, “procedimiento”, “método”— encontramos dos que son pertinentes para nuestro propósito: modo de decir o hacer con orden; modo de obrar o proceder, hábito o costumbre que cada uno tiene y observa; procedimiento que se sigue en las ciencias para hallar la verdad y enseñarla. Entre estas acepciones hay algunas pautas que debemos destacar; una es el “orden”, pues toda investigación debe tener un orden o, al menos, ser presentada siguiendo un orden lógico; otra es la que se refiere a la “observación”, ya que el analista de Inteligencia está frente a un hecho, situación o fenómeno que debe investigar y sobre el cual se le presentan una serie de inquietudes o preguntas a las que debe dar respuesta. Una tercera pauta sería la del hábito o costumbre que cada uno tiene y observa, es decir, la manera personal de observar. Con esto se vuelve a lo indicado ut supra, acerca de que hay tantos métodos como analistas hay. Finalmente, el cuarto patrón que nos dan las acepciones es el que se refiere como procedimiento que se sigue en las ciencias para hallar la verdad y enseñarla. Este punto es relevante porque la Inteligencia pertenece al campo de las Ciencias Sociales y el analista de Inteligencia procura hallar la verdad y no enseñarla pero si difundirla a quien debe tomar la decisión. Aquí es relevante destacar uno de los puntos del Decálogo del Personal de Inteligencia:

Proporcionar la información obtenida y la inteligencia efectuada solo a quien la necesita.

La reunión de información (datos “crudos” o “información en bruto”), su evaluación, procesamiento y análisis permiten la producción de inteligencia, la cual es necesaria para la elaboración y ejecución de planes, políticas, operaciones y estrategias, conforme al nivel que ha hecho el requerimiento, ya sea táctico, operacional o estratégico.

Es importante destacar que las operaciones de Inteligencia deben ser flexibles, pues se basan en la razón y el buen juicio y los agentes de Inteligencia deben ser capaces de dar respuesta a requerimientos variables. Tanto la planificación de las operaciones de Inteligencia como el análisis requieren de imaginación y de creatividad para planear y ejecutar las operaciones como para dar respuesta a las demandas de los usuarios.

Mi cognición está íntimamente vinculada a mi dotación genética, a mi herencia cultural, a mi entorno sociocultural y económico, a mis emociones y a otros factores como mi teléfono inteligente, mi acceso a internet, etc., etc.

En lo que a mí respecta, quizás me haya motivado a escribir este texto por aquello que ha expresado el Dr. Daniel Goleman: “La gente tiende a tener más inteligencia emocional a medida que envejece y madura”.


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* Licenciado en Historia (UBA). Doctor en Relaciones Internacionales (AIU, Estados Unidos). Director de la Sociedad Argentina de Estudios Estratégicos y Globales (SAEEG). Profesor de Inteligencia en la Maestría en Inteligencia Estratégica Nacional, Universidad Nacional de La Plata. Autor del libro Inteligencia y Relaciones Internacionales. Un vínculo antiguo y su revalorización actual para la toma de decisiones”, Buenos Aires: Editorial Almaluz, 2019.


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