TRUMP ES EL MÁS GRANDE HOMBRE VIVO



¿Qué zurdo, al borde de perder su poder en Washington, cuando posee los medios para retenerlo por la violencia, se hubiera retirado como lo hizo Trump?


Por Dan Gelernter

Nota original: https://amgreatness.com/2022/06/30/trump-is-the-greatest-man-alive/

Texto completo en inglés al pie.

Traducción: Iris Speroni. 


Una ayudante de Trump testificó que el presidente trató de manotear el volante de la limusina presidencial con el objeto de concurrir al Capitolio el 6 de enero de 2021. Luego del testimonio  de la empleada, la Diputada por Wyoming Liz Cheney (Republicana) la abrazó, como si estuviera expresando su solidaridad a alguien que hubiera pasado por una tremenda ordalía. Podríamos decir que Washington y Hollywood finalmente han convergido, protagonizando una única y gigantesca ceremonia de los Oscars que nadie mira.

Quienes apoyan a Trump (yo incluído) no estamos particularmente receptivos a más intimidaciones. Entonces, ¿Qué espera el establishment sacar de todo este circo del "6 de enero"?

El misterio fue resuelto para mí el otro día cuando cenaba con un amigo cercano, un hombre de alguna forma de centro izquierda. Es lo que los medios suelen denominar "votante independiente". Mi amigo conforma parte de ese segmento que teóricamente puede votar a uno u otro en una elección. En realidad, mi amigo jamás había votado por un republicano en toda su vida...hasta Trump.

A pesar de toda la histeria que suscitaron los tuits de Trump, la verdad es que Trump es la única figura que unifica en la historia política moderna [de los EEUU]. Persuadió a millones de personas que jamás habían votado por un republicano que lo votaran a él. Durante su primer término, incrementó su participación en los votos de todos los segmentos de la población excepto en el de blancos educados en la universidad [college].

Ningún republicano desde que Reagan recibió enorme apoyo popular en tantos grupos poblacionales. Y ganó ese apoyo  no chupándoles las medias a cada subcategoría de interés o marcando las cosas que los desunen sino apelando a todos ellos como norteamericanos.

Mi amigo de centro izquierda, al admitirme a mí que había apoyado a Trump en la última elección, rápidamente agregó cuán avergonzado se sentía por su voto luego del 6 de enero. Porque, supuestamente, se ha establecido, por el establishment, que Trump "incitó" un "disturbio" en Capitol Hill. Entonces, por supuesto, mi amigo no podía considerar apoyarlo a Trump nuevamente (o, en todo caso, nunca lo admitiría en público).

Ésta es mi pregunta al comité del 6 de enero: Si Trump hizo un llamado a la violencia el 6 de enero, ¿cómo es posible que yo no me hubiera dado cuenta? Estuve pegado al televisor todo el día. Miré el discurso de Trump. Me colgué de todas sus palabras. Reconocí lo que estábamos viviendo como un momento pivote en la historia de los EEUU: estábamos a punto de certificar un presidente no electo e ilegítimo. Era una catástrofe inminente que sólo la más osada de las acciones posible podría haber prevenido.

Si Trump hubiera llamado a las armas a la nación en su discurso del 6 de enero, si hubiera dicho "Debemos parar esto, vengan a Washington con sus armas" - millones de norteamericanos hubieran venido. La respuesta hubiera sido masiva y sobrecogedora. Ustedes hubieran podido apostar sus botas que Ashli Babbit no hubiera sido la única persona tiroteada y muerta ese día.

Trump fácilmente - fácilmente - hubiera podido comenzar una guerra civil. Sólo tenía que llamarnos. Millones hubieran respondido. Los EEUU estaban mirando y esperando. Pero Trump jamás llamó a las armas, y Washington sabe a la perfección que nunca lo hizo.

Si me preguntan, Trump mostró una gran moderación y autocontrol que ningún hombre vivo hoy. Más contención que ningún otro hombre en la historia [1]: Porque hay muy pocos hombres, aún en naciones pequeñas, que podrían iniciar una guerra civil si quisieran. Esa clase de confianza y seguimiento - tan amplia, tan profundamente comprometida, y tan al borde de soltar toda la furia, es muy raro. El hecho de que Trump no llamó a las armas a sus partidarios el 6 de enero, es singular. Es increíble: ¿Qué zurdo, a punto de perder su poder en Washington, y con los medios a su alcance para retenerlo por la fuerza coactiva, hubiera dejado el poder como Trump lo hizo?

Ahora el establishment - las Liz Cheneys, las Nancy Pelosis, los Mitch McConnels y Mitt Romneys - están aterrorizados porque saben que Trump todavía tiene a sus seguidores. Ellos saben que la nación, si pudiera elegir su propio presidente, lo elegiría nuevamente a Trump. Y no pueden dejar que eso suceda.

Trump es la única amenaza real - no a la paz mundial o a la estabilidad, no a la seguridad económica o a la independencia energética, pero sí al poder de las élites. Las élites quieren el poder más que ninguna otra cosa. Prefieren destruir todo el planeta con guerras o enfermedades, antes que ver a Trump nuevamente como presidente.

Pero tienen que ser cuidadosos. La próxima vez que roben una elección, tal vez no sea necesario un discurso para empezar una guerra civil.


 * * *


Nota de la Traductora:

Es un tema que he conversado en diferentes oportunidades con @TodosGronchos, @YukioM2 durante años, y en los últimos meses y por separado, con @Lady_Astor.

Mr. Groncho sostiene que Perón en 1955 - en similares circunstancias a las descriptas por Mr. Gelernter respecto al 6 de junio de 2021 -, Perón eligió que no hubiera un baño de sangre. La guerra civil en ese momento se evitó (no así los fusilamientos). La oposición, con sus bombardeos a civiles en ciudad abierta, demostró que estaba dispuesta a todo. Igual que el establishment con su no muy cuidadoso fraude electoral en EEUU en 2020. La misma gente en ambos casos. Y, al fin de cuentas, la guerra civil en Argentina no se evitó.

Don Yukio sostiene que traición es perder pudiendo ganar. Y creo que algo de eso hay con la "renuncia histórica" de Trump. Cierto es que el partido no sólo no lo acompañó sino que lo traicionó. Cierto es que la Corte Suprema de EEUU no prestó atención a una demanda planteada por casi la mitad de los estado. Pero aún así... traición es perder pudiendo ganar. Lo que no tengo claro es qué significa ganar ahora. Ir a la guerra civil es una terrible pérdida de vidas y bienes para la población de a pie. No pararse frente a este establishment de hoy, absolutamente descontrolado, berserk, también significará que todos (en EEUU y aquí) perderemos nuestros bienes, nuestra libertad y probablemente nuestras vidas.

Por último, con Lady of the Southernmost South, vemos grandes paralelismo entre lo que el establishment hizo con Perón y ahora hace con Trump. Tal vez porque sea exactamente la misma gente la que está enfrente. 

No sé cuán al tanto está la población de EEUU, de Argentina, del mundo del riesgo al que nos enfrentamos. Estos tipos vienen por todo. En términos de la CN, nuestra libertad, nuestro honor, nuestro patrimonio y nuestra vida. Dios nos ilumine.



* * *

Trump Is the Greatest Man Alive 

ATrump aide testified that the president tried to grab the steering wheel of the presidential limo so he could go to the Capitol on January 6, 2021. After the aide’s testimony, Representative Liz Cheney (R-Wyo.) embraced her, as though expressing solidarity with someone who has just been through a tremendous ordeal. You could say that Washington and Hollywood have finally converged, turning into a single giant Oscars ceremony that no one is watching.

Trump supporters (myself included) are not in a particularly receptive mood for further intimidation, so what is the establishment trying to achieve with their January 6 circus? The mystery was solved for me the other day when I was having dinner with a close friend of mine, a middle-left sort of guy: He is what the media generally likes to call an “independent voter,” part of the segment that theoretically can go either way in an election. In reality, my friend had never voted for a Republican in his life—until Trump.

For all the hysteria over Trump’s divisive tweets, the truth is that Trump is the only unifying figure in modern political history: He persuaded millions of people who had never voted for any Republican, indeed for any president, to vote for him. During his first term, he increased his share of the vote with every segment of the population, except college-educated whites. No Republican since Reagan received such broad support from so many groups. And he won their support not by pandering to their sub-category interests or to the things that set them apart, but by appealing to them as Americans. 

My middle-left friend, in admitting to me that he had supported Trump in the last election, quickly added that he was now embarrassed by his support because of January 6: Because it has apparently been established, by the establishment, that Trump “incited” the “riot” on Capitol Hill. So, of course, my friend couldn’t consider supporting Trump again (or at any rate, would never be able to admit to it in polite society).

Here’s my question to the January 6 committee: If Trump made a call for violence on January 6, how could I possibly have missed it? I was glued to the TV all day. I watched Trump’s speech; I hung on every word. I recognized it as a pivotal moment in American history: We were about to certify an unelected, illegitimate president. It was an impending catastrophe that only the boldest possible action could have prevented. 

If Trump had called out to the nation in his January 6 speech—if he had said, “We must stop this, come to Washington with your guns!”—millions of Americans would have come. The response would have been massive and overwhelming. You can bet your boots that Ashli Babbitt would not have been the only person shot and killed that day.

Trump easily—easily—could have started a civil war. He had only to make the call. Millions would have answered it. America was watching and waiting. But Trump never made that call, and Washington knows damn well he didn’t.

If you ask me, Trump has shown greater restraint than any man alive in the world today. Greater restraint perhaps than almost any man in history: For there are very few men, even in small and trivial nations, who could launch a civil war if they chose to do it. That sort of following—so wide, so deeply committed, and so much on the precipice of fury unleashed—is truly rare. The fact that Trump did not call upon his supporters to do violence on January 6 is singular, incredible: What leftist, on the verge of losing his power in Washington, and yet possessed of the means of retaining it through coercive force, would have walked away as Trump did?

Now the establishment—the Liz Cheneys, the Nancy Pelosis, the Mitch McConnells and Mitt Romneys—are terrified because they know Trump still has that following. They know the nation, left to choose its own president, would choose Trump again. And they can’t possibly let that happen. 

Trump is the only real threat—not to world peace and stability, not to economic security or energy independence, but to the power of the elites. The elites want that power more than anything—they cannot walk away—and they are willing to do anything, even destroy the entire planet with war or disease, sooner than they would see Trump become president again.

But they ought to be careful. The next time they steal an election, it may not take a speech to start a civil war.

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