COMPLEJO HÍDRICO CUENCA DEL PLATA - UNA BAJANTE EXTREMA HISTÓRICA

La bajante del río Paraná está obligando a los buques a operar con un calado menor y a disminuir la carga de sus bodegas en los puertos fluviales de la provincia de Santa Fe.

Autora: Laura V. Canale*


Cuando se observa el comportamiento hidrológico histórico en la cuenca de los ríos Paraná – Paraguay y afluentes desde junio de 2019, se establece que el caudal de agua ya mostraba cambios sensibles desde esa época. La bajante que observamos en 2021 es la continuidad del mismo escenario desde esa época, tomándose la evolución hidrométrica de 1944 como el año de referencia para establecer los niveles del río Paraná en su tramo dentro del territorio argentino. En la historia reciente del río Paraná, es la bajante ocurrida en 1944 la peor de las últimas épocas.

Si se analiza el informe periódico que presenta el Instituto Nacional del Agua (INA), organismo oficial argentino, sobre la situación actual en los diversos tramos de esta importante vía hídrica, se puede observar lo siguiente: 

.- En el tramo brasileño del río Paraná, a mediados de agosto de 2021, el caudal de agua erogado por la represa ITAIPU en su promedio semanal, es muy inferior al normal para esta misma época, acentuándose la condición de bajante extrema con una gradual disminución de las descargas futuras. La tendencia climática de ese sector de la cuenca alta, con horizonte en el 31 de octubre, presenta un panorama desfavorable. Por lo tanto, la futura evolución hidrométrica dependerá fuertemente de las lluvias. De no registrarse tales eventos la tendencia continuará siendo gradualmente descendente.

.- Respecto al río Iguazú, se registraron precipitaciones débiles y está previsto que estas condiciones se mantengan durante la segunda quincena de agosto, logrando que el caudal descargado por las Cataratas del Iguazú continúe momentáneamente con una media diaria estable pero con oscilaciones que continúan disminuyendo de manera gradual yendo a valores de casi un 60% inferior al caudal normal. En el corto plazo y con pocas probabilidades de repunte, la situación será similar a la observada en 2020, con valores mínimos. La cuenca del río Iguazú se caracteriza por una rápida reacción ante eventos extremos pero, al no esperarse los mismos, es casi imposible que se pueda aliviar sensiblemente la situación de escasez y bajante extrema que predomina en la región en general.

.- En cuanto al tramo paraguayo-argentino del río Paraná, y al no registrarse precipitaciones significativas, el caudal actual permanece en valores muy por debajo de los normales debido a la acentuada disminución de agua que ingresa desde ITAIPU y por la sequía extraordinaria general de la región, observándose que el nivel continúa en valores mínimos incluso por debajo de los alcanzados en 2020. El caudal entrante a la represa de YACYRETA permanece muy por debajo del promedio de los últimos 25 años y su evolución dependerá del aporte directo de las lluvias sobre la cuenca. La descarga de la represa, por lo tanto, se comporta de manera similar a la afluencia manteniéndose a la actualidad con tendencia media descendente. 

.- Respecto al río Paraguay, al no registrarse lluvias en estas últimas semanas, las aguas también se encuentran bajas y con tendencia decreciente. 

.- En el río Uruguay se observa una tendencia al descenso pero con oscilaciones poco significativas atento al reciente aporte directo de lluvias desde su naciente y en los tramos siguientes.

.- Y en cuanto a la sección que mas nos preocupa, el tramo argentino del río Paraná, el panorama es de bajante extrema ya que durante la última semana no se registraron precipitaciones sobre el tramo superior y siendo escaso lo que aportaron las lluvias en el tramo inferior. Está previsto que durante la semana próxima no se registren lluvias significativas. Así entonces en el Paraná a la altura de la provincia de Corrientes, el nivel del agua permanece con una tendencia descendente similar a los mínimos observados en mayo de 2020 y permaneciendo más de 2 mt. por debajo del límite de aguas bajas, el más bajo de los últimos 25 años. Se puede decir, entonces, que la futura evolución dependerá fuertemente de la evolución de las lluvias en la región, especialmente en la parte de la cuenca de respuesta más rápida (el río Iguazú, la cuenca próxima al embalse de Itaipú y el tramo misionero-paraguayo del río Paraná). A la altura de la ciudad de Santa Fe, el nivel del río se mantiene en una escala por debajo de -0, dentro de los mínimos históricos y acentuándose la condición de bajada extrema. En Rosario continúa con oscilaciones, encontrándose el caudal próximo a su cero de escala aunque se observa un leve repunte por efecto de la crecida registrada en el estuario. El panorama hidrometeorológico indica pocas probabilidades de un nuevo repunte y la tendencia media esperada es de descenso.

En líneas generales a la fecha se estima que la tendencia descendente observada en toda la cuenca, va a continuar durante las próximas semanas, persistiendo la misma durante lo que resta del invierno y con una tendencia similar incluso para el último trimestre del año.

Estas semanas son críticas. Y en el caso de la provincia de Santa Fe, la situación es alarmante. La poca agua en el cauce repercute en el cambio del paisaje ribereño de la región. Así, frente a la capital santafesina, la Laguna Setúbal se muestra día a día con orillas más extensas y hasta exponiendo incluso el suelo lagunar.

El INA apuntó que a que es un período “especialmente crítico, con afectación de todos los usos del recurso hídrico”, principalmente en la “captación de agua fluvial para consumo urbano”.

Los impactos ambientales, sociales y económicos esperados como consecuencias de esta situación se vinculan directamente con la afectación de la fauna íctica, con la estabilidad de los márgenes de los ríos, con la exposición a incendios en márgenes e islas, con las tomas de agua para consumo urbano, las tomas de agua para refrigeración de centrales de generación eléctrica y para refrigeración de procesos industriales, y particularmente con la navegación fluvial. 

En Rosario, por ejemplo, se inició una campaña de concientización sobre el uso racional del fluido, sobre todo en el lavado de veredas. Desde el gobierno municipal se aclaró que si bien la campaña se realiza permanentemente y más en la época estival, esta vez se adelantó porque se utiliza agua potable, agua de consumo humano para el aseo de las veredas, con lo cual se deben extremar los cuidados, administrar el agua y más en este contexto de bajante tan pronunciada del río. La idea es concientizar sobre el uso razonable y solidario del recurso. Explicaron que la situación en el servicio es "crítica" ya que la bajante del río es "histórica". También negaron y "desmitificaron" la idea general de que esta bajante está relacionada con la apertura o no de represas en Brasil: "Esto es un fenómeno climático a nivel continental que tiene que ver con altas temperaturas en el norte del continente americano y una gran sequía en el sur. Toda la cuenca del río Paraná está con una sequía importante y vamos a tener 60 o 90 días más así. Así que deberíamos poder adaptar estos usos criteriosos del agua para poder contar con el fluido para consumo humano. El ahorro que puedan hacer los porteros de edificios puede generar mayor reserva de caudal y presión para los edificios, para los domicilios y para los barrios”. 

La bajante del río Paraná también influye bastante en la pesca porque lo que se obtiene ya no es la misma cantidad, se lamentan en la provincia de Entre Ríos. El río Uruguay está bajo y no es el mismo caudal así que los pescadores sólo pueden abastecer el día a día. Prefectura restringió la pesca los fines de semana y los pescadores solamente navegan de lunes a viernes.

En Misiones, Corrientes Chaco y Formosa están tomando medidas extraordinarias para que no se haga una gran masacre de peces, ya que éstos se refugian en el canal o en los pozos de los Ríos y entonces es muy fácil localizarlos” explicaron desde la Comisión Mixta del Río Paraná. Una de esas medidas es adelantar la veda de pesca.

La bajante del río Paraná está obligando a los buques a operar con un calado menor y a disminuir la carga de sus bodegas en los puertos fluviales de la provincia de Santa Fe. Se debe entonces reemplazar parcialmente esos puertos por las estaciones marítimas ubicadas al sur de la provincia de Buenos Aires o estaciones portuarias del Brasil. Esta bajante extraordinaria del Paraná sin duda está generando complicaciones de logísticas además de las consabidas pérdidas económicas.

Se estima que las pérdidas serían cercanas a 315 millones de dólares para los agricultores y exportadores de cereales argentinos atento a la drástica reducción del comercio portuario que ocasionó la bajante, principalmente en el puerto de Rosario.

Los especialistas tienen puestas sus esperanzas en las lluvias de verano para mejorar la situación del tráfico fluvial por la hidrovía, sin embargo aclaran: "el río Paraguay responde más rápido porque no hay represas, el Paraná tarda más en responder: tanto en bajar como en crecer".

Por otro lado, y teniendo presente al agua como recurso para generar electricidad, se puede afirmar que las reservas actuales en los embalses de aguas arriba son inferiores a las de 2020.

Mientras que en junio de 2020 la central hidroeléctrica de la Entidad Binacional YACYRETA (EBY) registró una generación bruta de 1.098.676 MW de energía, en junio de 2021 se generaron allí 789.416 MW. Se trata de 309.260 MW de diferencia, en un contexto de extrema bajante del río Paraná. Para darnos una idea de la trascendencia, en 2018 YACYRETA produjo el 47.5% de la energía hidroeléctrica del Sistema Argentino de Interconexión, lo que representó el 13.8% de la generación total en el país.

Otra problemática: frente al escenario de bajante de las aguas, los incendios no intencionales se manifiestan como un factor agravante para la preservación de la flora y la fauna autóctona de los humedales. El fuego en el Delta del Paraná, en 2020, acabó con la quema de 300.000 hectáreas y un costo diario mayor a 10 millones de pesos para sofocarlos.

En su estado normal la turba (material orgánico que se forma debajo de los humedales) está saturada, generándose un ambiente sin oxígeno que da lugar a la producción de metano, también conocido como “gas de los pantanos”. Cuando la turba permanece cubierta por el agua, ésta funciona como radiador, conteniendo el gas bajo una capa de arcilla. El problema aparece cuando el río empieza a descender dejando a la turba expuesta. El gas se va liberando, levanta una temperatura que lo hace inflamable encendiéndose espontáneamente ya que funciona como un combustible. Una vez generado el fuego, éste se va multiplicando. Al apagarse un foco, aparece nuevamente otro a corta distancia dando lugar a lo que se conoce como fuegos zombies, porque estaban apagados y por condiciones del metano vuelven a encenderse. 

Así entonces, se puede apreciar la complejidad de una situación que de lo climático deriva en consecuencias sociales, ambientales y económicas. Jamás mejor aplicado el proverbio chino que reza que el aleteo de las alas de una mariposa se puede sentir al otro lado del mundo.


* La autora es Abogada, Especialista en Derecho Ambiental (UBA).

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