CHA CHA CHA CASERO

 


Eso hicimos los argentinos, nos aislamos, escondidos en la trinchera.


Autor: Juan Martín Perkins  


Cuando el sargento Villegas cayó con un proyectil en el abdomen, sintió que le habían metido una palada de brasas dentro de la panza.

Se sentía morir, mientras daba la orden de que nadie se incorporara para rescatarlo. Pensaba que él ya era boleta y no quería exponer a todo el grupo que comandaba.

Levantó su brazo para alcanzar el fusil y poder prestar el último servicio a la patria, pero un francotirador inglés dio en su mano y la traspasó de lado a lado.

El soldado Esteban Tries saltó de su posición y acudió en auxilio del sargento junto al soldado Serrizuela. Ya no hubo disparos del francotirador, no hacían falta. 

El líder mal herido neutralizaba la acción del grupo. Tries, Serrizuela y demás soldados de Villegas, enfocaron todos los esfuerzos en trasladarlo 8 kilómetros, a pie, hasta el hospital… para intentar salvarle la vida. ¡Y lo hicieron!

El enemigo les perdonó la vida, con un conveniente sentido utilitario.

Pienso en este tremendo acto de coraje y humanidad que realizó el grupo del sargento Villegas en Malvinas y en cómo los argentinos podemos ser héroes y villanos.

En épocas de medidas restrictivas por el virus covid nos mandaron a meternos en un pozo trinchera, nos hablaron en términos bélicos, nos aterraron con que librábamos una guerra contra el más temible enemigo silencioso e implacable. 

Muchos de nuestros “sargentos” cayeron… padres, abuelos, cónyuges, hijos, amigos cayeron con una palada de brasas en el pecho y precisaron de nosotros.

Un día escuché a Gastón Recondo, conocido periodista deportivo, reclamando al gobierno por haberle impedido acompañar a su padre durante la internación y despedirlo el día que murió. Un mes estuvo el padre abandonado en un hospital sin compañía y contención familiar… Igual que Tries y Serrizuela, ¿no?

Eso hicimos los argentinos, nos aislamos, escondidos en la trinchera, nos denunciamos entre nosotros, nos dejamos aterrar y abandonamos a nuestros seres queridos.

Vimos la fiesta de Fabiola en Olivos y ni así reaccionamos a las pérdidas de libertad. 

Los taludes de tierra cual muralla medieval con los que nos encerraron, sin ninguna autoridad moral, fueron aceptados mansamente mientras veíamos que los funcionarios robaban vacunas ideológicas, hacían sus fiestas y llevaban doble vida.

Cuando entraba a la intendencia a escuchar la charla de Villegas y Tries vi salir tranquilo y despreocupado al intendente, hablando por teléfono, atendiendo alguna rosca. 

También pude apreciar que entre la gran cantidad de gente, que afortunadamente fue a escuchar la charla, no había funcionarios políticos, ni secretarios ni concejales, salvo una muy mínima excepción.

Habemos 2 tipos de argentinos… los que saltamos de la trinchera y los que nos quedamos temblando.

Hoy, “la pandemia” le sirve a la política para justificar todas sus trapisondas. Los políticos se ufanan de habernos “cuidado”, cuando en realidad nos humillaron, sacaron y pusieron en evidencia lo peor de nosotros.

Por eso algunos no pueden o no tienen interés en escuchar una charla de Villegas y Tries en el gran salón blanco de la municipalidad. No les da el piné, no manejan el código.

Por eso falsean la historia y la cuentan según su propio relato, cargado de una naturaleza y épica que les anestesia la conciencia.

Esta semana explotó Casero. Dijo un montón de verdades que nos involucran a todos. Salgamos de la trinchera, nos quedamos temblando. 

La que está con una palada de brasas en la panza es La Patria. 

Juan Martín Perkins.


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