FORZA ITALIA

Muy buena noticia desde Italia


Autor: Bernardino Montejano


Gracias a “Pro Vita & e Famiglia”, institución que preside Antonio Brandi, nos enteramos que también en Italia está vivo el buen sentido. Es por lo sucedido en el Festival de la Canción de San Remo, que se desarrolla todos los años desde enero de 1951.

Este año, dicho Festival se ha recuperado para la música, después de diez años en los cuales “se había transformado en un megáfono ideológico, entre monólogos sobre el aborto, la agenda de género y la propaganda LGNTQ, escándalo construido a tabla y blasfemia, financiado con dinero de los impuestos”.

Gracias a Dios y al empeño de muchos en librar la buena batalla, este año todo eso ha desaparecido: “ningún sermón propagandístico de agenda arcobaleno, transfeminista o woke, ninguna mirada ideológica o escándalo a cargo de los contribuyentes. Después de diez años, San Remo ha vuelto a ser el Festival de la Música, no el de la propaganda”.

El ganador del premio, es Olly, nombre artístico del genovés Federico Olivieri y su canción se llama “Balorda Nostalgia”, aclarando el mismo respecto al nombre que “la nostalgia es un sentimiento bonito porque evoca recuerdos positivos”, es la añoranza, el recuerdo con pena, de la ausencia de personas, animales o cosas queridas.

Pero, esta victoria es el resultado de un combate librado por años por “Pro Vita & e Famiglia”, que supo transformar la indignación en acción concreta: “en menos de dos semanas casi 28.000 ciudadanos han firmado nuestra petición, haciendo llegar la protesta a la RAI y al fin han debido escucharnos”.

Y agregan: “La primera gran victoria es la eliminación del monólogo para atacar la maternidad, ridiculizar a la familia y promover el aborto como si fuera un derecho”.

Hace más de tres lustros el Instituto de Filosofía Práctica se refirió al este tema en una declaración titulada: “Acerca de la resolución del Consejo de Europa que define al aborto como un derecho de la mujer” (en “Quince años de declaraciones que no necesitan aclaraciones” Infip, Buenos Aires, 2017, págs. 38 y siguientes).

La misma tiene como capitel un texto del profeta Isaías: “¡Ay de los que llaman al mal bien y al bien mal, que dan oscuridad por luz y luz por oscuridad, que dan amargo por dulce y dulce por amargo!”, de tremenda actualidad.

Allí se informa que la Asamblea parlamentaria del Consejo de Europa reunida en Estrasburgo ha aprobado por 102 votos contra 69 una resolución que recomienda la despenalización de la ‘interrupción de la gravidez’ a cuantos países entre los 47 Estados miembros, que no hayan ya procedido a la remoción de cualquier restricción que de iure o de facto obstaculicen el acceso a un aborto seguro, comprometiendo el efectivo ejercicio del derecho de las mujeres a abortar” (Garantire sempre il diritto all’aborto, Corriere della Sera, 17/4/2008).

En el año 2007 una sección de Amnistía Internacional propuso no solo proclamar al aborto como un derecho humano de la mujer, sino también reformar el juramento hipocrático porque veta el aborto.

Esta es la Europa de hoy, amputada de sus raíces cristianas por sus pésimos gobernantes. El castigo por esta apostasía ya le está llegando. O cambia y vuelve a sus raíces o perece transformada en campo fértil para ser conquistada por otros pueblos que respetan las primeras inclinaciones de la ley natural: conservar el ser y la especie.

Un escritor judío alemán, Walter Laqueur en su obra “Los últimos días de Europa”, escribe que ella, “es víctima del relativismo, de la erosión de la familia, de la pérdida de la fe religiosa y de la misma identidad cultural”.

Y agrega: “Europa va hacia la decadencia, arriesga volverse un museo de historia mundial y de la civilización que predica la importancia de la ética en las relaciones internacionales a un público inexistente. Es una entidad irreconocible que vive en un clima lunar. El escenario más probable es que se transforme en un paraíso turístico, en un parque cultural, una Dysneslandia de los ricos y los sofisticados, de los guías, de los gondoleros y de los traductores” (cit. por Ennio Caretto, “Il declino dell’ Europa”, Corriere della Sera, 11/7/2007).

Nuestra tradición cultural nos dice por la pluma de san Isidoro de Sevilla: “El derecho se llama así porque es justo” (Etimologías, L. V., C. III).

Lo que no es justo se llama torcido, entuerto. ¿Es justo matar a una persona en el útero materno? No lo es; y por lo tanto no existe título alguno, como causa o razón que fundamente el “derecho” al aborto. 

La Declaración concluye afirmando que el tema del aborto “no es una cuestión privada de la madre; es una cuestión familiar y pública en la cual se juega el destino de las naciones”.

En San Remo hemos obtenido una gran victoria por el empuje de nuestros hermanos italianos, que han traducido la verdad en acción. Es hora que los argentinos los imitemos. Tenemos la doctrina, pero ¿dónde están quienes la traduzcan en acción esforzada entre nosotros? ¿dónde están quienes le recuerden a Milei sus promesas electorales con relación al aborto, herencia de Macri y de Alberto Fernández?

No los encontramos y si no aparecen nunca lograremos una victoria como la de San Remo.

¡Pobre Argentina! ¡Tan lejos de Dios y tan cerca de la catástrofe demográfica!



Estancia San Joaquín, San Serapio de Azul, febrero 17 de 2025. Bernardino Montejano


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