TIRO EN EL PIE
Una imprudencia de Milei facilitada por su entorno daña su investidura, el país que conduce y su propio futuro político
Nota original: https://gauchomalo.com.ar/tiro-en-el-pie/
El papel jugado por el presidente Javier Milei en el escándalo de la criptomoneda $LIBRA dejó a la vista debilidades de carácter y de pensamiento que plantean preguntas inquietantes sobre sus cualidades para ejercer las funciones que le fueron confiadas. Esas preguntas no van a aparecer, o van a aparecer muy veladamente, en la prensa, pero se agitan en la mente de quienes tienen algún tipo de interés comprometido en la Argentina.
Pocos o nadie verían en el caso un episodio de corrupción al estilo kirchnerista, sino más bien una concepción errada, o mejor dicho parcial, sobre el funcionamiento general de las cosas. En esto Milei se parece a muchos de sus seguidores más entusiastas, muchachos con algunos estudios en administración de empresas que aprendieron a leer un balance y creen con ello haber descubierto la clave del universo.
Esa estrechez de miras hace que se sientan como peces en el agua en el mundo de la economía financiera, un mundo de números en el que reina la famosa macro, y se muestren incapaces de entender el mundo de la economía real, el de la producción y el trabajo. Una cosa es la abstracción de las cifras y otra el sudor, la aventura, el riesgo, la ambición, el sueño, las pasiones en fin que alientan la actividad humana y sostienen todo lo demás.
A Milei lo fascina el mundo de las finanzas y es evidente el deleite con el que explica fórmulas y polemiza con los teóricos; al mismo tiempo, desestima o no acierta a moverse con la eficacia que desearía en el mundo confuso e indescifrable (no reducible a cifras) de la actividad humana, y ha optado por transferir esa porción molesta de sus responsabilidades en parte a su hermana Karina y en parte a su amiga Sandra Pettovello.
La idea de un ministerio de Capital Humano –que en su origen concentraba todo lo que no es moneda: salud, educación, trabajo, cultura, bienestar social— es en sí misma reveladora de esa mentalidad, y se corresponde con el ministerio de Capital Financiero conducido por Luis Caputo. A nadie se le ocurrió la necesidad de un ministerio de Producción y en cuanto a la Seguridad y la Defensa, bueno, que se arreglen los aliados. Ellos sabrán…
La crónica dice que Karina Milei es el filtro a atravesar por quien quiere acercarse a Milei. Ese filtro, si es que existe, ha demostrado ser bastante poroso, a juzgar por la cantidad de aventureros y lobistas con acceso directo al presidente. Los tres involucrados en el caso de la criptomoneda $LIBRA —un argentino, un singapurense y un norteamericano— tuvieron contacto personal en algún momento con el jefe del Estado argentino.
Consumado el escándalo los tres se atribuyeron entre sí diversas culpas respecto del corto derrotero de su criptomoneda, pero todos descartaron cualquier mala intención, desvincularon a Milei de su aventura, y atribuyeron lo ocurrido a deficiencias en el armado. Lo ocurrido fue que en menos de una hora alguien se quedó con casi 100 millones de dólares, perdidos por unos 45.000 incautos que confiaron en el presidente argentino
Aunque todos dicen que la operación se venía planeando desde hace meses, su puesta en marcha fue súbita y apresurada, a partir de una página web improvisada, y con una dirección de correo electrónico de gmail como único contacto. Llamativamente, se eligió como oportunidad la víspera de un fin de semana en la Argentina y de un fin de semana largo en los EE.UU., y se la lanzó luego del cierre de los mercados.
En esas condiciones, la novedad habría pasado desapercibida si no fuese por el respaldo explícito del presidente argentino en un tuit fijado cuya aparición coincidió exactamente con la hora de lanzamiento de la moneda, y que borró cuatro horas después, negando cualquier vinculación personal con el proyecto, también en exacta coincidencia temporal con un tuit en el que el singapurense negaba toda participación de Milei en la criptomoneda.
El papel del presidente excedió los límites del apoyo amistoso y promocional a un proyecto de inversiones en la Argentina y resultó decididamente instrumental para el éxito de la maniobra, en tanto incluyó un extenso token, es decir una clave para que los operadores pudiesen acceder de inmediato a la compra de la criptomoneda, todavía no incluida en el menú de las plataformas sobre las que los traders operan en ese ámbito.
La responsabilidad del presidente en esta estafa —que rápidamente los entendidos reconocieron como tal y denunciaron en las redes mientras Milei mantenía su tuit fijado— es innegable y se relaciona tanto con su condición de jefe de un Estado soberano como con su condición profesional. “Está claramente calificado en el tema económico y financiero, y por ende es responsable de su acto”, le recordó su colega Carlos Rodríguez.
Milei no parece haber comprendido todavía las responsabilidades que entraña la posición que ocupa y que le ha sido confiada por el pueblo argentino, a cuya suerte y destino se debe antes que a cualquier otra consideración. No puede comprometer su autoridad en polémicas con actrices o cantantes, ni en patrocinios de dudosas operaciones comerciales. Ni deslucirla empleando un lenguaje vulgar e insultante.
El presidente le debe a los ciudadanos el mismo respeto que los ciudadanos le deben a él. Antes que imaginarse como ordenador de un nuevo mundo le corresponde afirmarse como ordenador de un país desquiciado. Mal que le pese, es un piloto de cabotaje y debe demostrar todavía que es capaz de mantener en vuelo la nave argentina. Sus pasajeros le han dado crédito en exceso, y debe saldar su deuda con ellos antes que soñar con cielos planetarios.
El daño causado por esta imprudencia a su propia investidura, a la Argentina toda y a su propio futuro político es todavía difícil de dimensionar. La operación es demasiado compleja y ajena a la experiencia del votante medio como para influir en él; seguramente va a ser explotada al máximo por una oposición carente de ideas y de banderas, pero sin duda quedará cuidadosamente registrada en ese escenario mundial del que Milei ya se creía dueño. Habrá que esperar para verlo nuevamente en la tapa de alguna revista internacional.
Hay mucho de responsabilidad propia en este tiro en el pie que acaba de dispararse el presidente, pero también es grande la responsabilidad de su entorno más cercano. Esos círculos o triángulos en apariencia complacientes pero en el fondo con agendas propias o improvisadas han sido letales para predecesores suyos como Carlos Menem o Mauricio Macri. Milei debería distinguir mejor entre los amigos, que lo critican, y los enemigos, que lo alaban.
–Santiago González
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