LOS GRANJEROS SUDAFRICANOS

Autor: El Reaccionario





El 27 de Febrero se aprobó en el Parlamento sudafricano una moción para poner en marcha una reforma constitucional. El objetivo es revestir de legalidad un viejo anhelo de los discípulos de Mandela: la confiscación sin compensación de la tierra bajo posesión de los Boers.

“El tiempo para la reconciliación se terminó. Ahora es tiempo de hacer justicia”, dice Julius Malema, líder de Economic Freedom Fighters. “Debemos asegurarnos de devolver la dignidad a nuestro pueblo sin compensar a los criminales que robaron nuestra tierra”. Los Boers poseen alrededor del 72% de la tierra cultivada, representando sólo el 8% de la población.

Nadie va a poder comprar ni vender tierra. Quien desee trabajarla deberá pedirle permiso al Estado, y aquel que desee dejar de hacerlo, deberá dar lugar a otro.

El “empoderamiento” de la raza negra es prioridad en la agenda del gobierno revolucionario, que ya viene llevando a cabo planes como el Black Economic Empowerment, que no es más que otra versión de la affirmative action, y cuyo fin es dar un empujoncito a las “clases menos privilegiadas”.



El personal blanco no puede superar el 8% en todas aquellas empresas que se encuentren bajo contrato con el Estado, y las consecuencias son doblemente negativas:
Por un lado, los blancos despedidos han tenido que reubicarse en villas o squatter-camps. Los mismos ocupantes cuentan que no son recibidos por los albergues estatales ni organizaciones de caridad.

Por otra parte, Lauren Southern relata en su entrevista con Stefan Molyneux que la crisis del agua en Cape Town no es más que la consecuencia de haberse deshecho de gran cantidad de personal calificado, dejando la infraestructura pública en manos inexpertas con el fin de servir a una quota racial.

Desde el final del Apartheid, el ANC ha buscado devolver al pueblo sudafricano lo que el régimen supremacista le arrebató. Los números no lo acompañan en absoluto, encontrándose el país en acelerado declive desde 1994. Algunos datos reveladores:
- Sudáfrica tiene la octava tasa de homicidios más alta del mundo. Entre Abril de 2016 y Marzo de 2017 se registraron 19016 homicidios (52 por día).
- Ocupa el cuarto puesto en prevalencia de HIV en adultos (18,9%).
- La expectativa de vida cayó de 62 años en 1994 a 50 años en 2015.
- No por nada llaman al país Rape Capital of the World.



No existe narrativa marxista que pueda tapar que la calidad de vida de los sudafricanos cayó notablemente desde el fin del apartheid.

Analicemos ahora a los jugadores clave:
Primero, el Presidente Cyril Ramaphosa. La expropiación sin compensación está entre sus prioridades, y su odio hacia los blancos es indisimulado.

Su objetivo es remediar el “pecado original”, es decir, el robo de tierras a los indígenas africanos por parte de los colonos europeos (¿será que estamos ante lo más bajo del marxismo, viéndolo causar un posible genocidio al haber traído al presente un conflicto de hace varios siglos, que incluso los propios partícipes probablemente dieron por concluido en su momento?).

También insiste en que la medida no tendrá un impacto negativo sobre la economía, a pesar de haber sido testigo privilegiado del desmoronamiento de Zimbabwe.
Cabe destacar que, como Presidente, también ocupa el cargo de Director de la Comisión Nacional de Planeamiento de Sudáfrica, oficina encargada del “planeamiento estratégico del país”, lo que sea que eso signifique.

Otra personalidad destacable es Julius Malema. Es el líder de la tercera fuerza política del país, y un marxista radical y racista furioso. Su prontuario es por demás elocuente:
- En Marzo de 2010 cantó “shoot the boer” durante un rally en una universidad (aquí haciéndolo en 2017). El ANC, si bien demostró su rechazo, no tomó ninguna medida. Por el contrario, apeló la sentencia de la Corte de declarar ilegal e inconstitucional el canto racista. En Septiembre de 2011 fue enjuiciado por hate speech.
- En 2016 dijo en un rally que el EFF no iba a pedir por la matanza de blancos “por ahora”.
- En otro rally habló de “cortarle la garganta a la raza blanca (whiteness)”.





Por último, el Ministro de Defensa, quien, luego de una protesta pacífica de los Boers en repudio a los asesinatos de granjeros, advirtió sobre una posible guerra civil y un genocidio.


Tres figuras importantísimas del gobierno sudafricano hablaron de matanza y genocidio. 

No es sorpresa que de allí hacia abajo el extremismo aumente. La juventud sudafricana militante se forma en el odio y resentimiento. Tomemos, por ejemplo, esta entrevista de Lauren Southern a una representante del grupo Black First Land First (su motto es Land or Death). Miren el video y vean la cara misma del odio. Algunas frases notables:

“Nuestra gente ya ha esperado mucho tiempo”.
 “Hay que hacerse con los medios de producción, expropiar y redistribuir todo”.
“Vamos a ir por ustedes y vamos a tomar todo lo que tienen – es nuestro”.

Decir que no hay méritos para hablar de peligro de genocidio a esta altura es absurdo. Pero aún nos queda hablar de los asesinatos a los white farmers.




Para empezar, se trata de la ocupación más peligrosa de Sudáfrica. En uno de los países con mayor tasa de crimen del mundo, ser policía es más seguro que ser un granjero. Algunos números, de boca de Simon Roche, líder de Suidlanders:
- Desde el 2007 el gobierno dejó de permitir el acceso a las estadísticas de asesinatos.
- Una niña sudafricana blanca de 3 años corre cerca de la mitad del riesgo de ser asesinada que un soldado durante la Guerra de Vietnam.
- El número de asesinatos de granjeros blancos por negros, desde que se tiene registro, es de cerca de 74000.
- En 2014 se registraron 277 ataques, el número más alto desde 1990.
- El nivel de ensañamiento es increíble: manos cortadas, uñas arrancadas, bebés asesinados, crucificados y niños arrojados en agua hirviendo.

El gobierno insiste en que se trata de “robberies gone wrong".

Vean este fragmento de Farmlands, donde la hija de un hombre asesinado cuenta su historia. Tampoco se pierdan el testimonio de las esposas de los granjeros. Y recuerden: robberies gone wrong. Quien quiera ver imágenes no necesita más que buscarlas. Si algún progresista aún habla de injusticias pasadas, que viva con su conciencia.

Ahora bien, ¿cuál es la reacción de los blancos?
Lo primero a tener en cuenta es que no van a entregar la tierra sin pelear. De hecho, lo toman como una declaración de guerra, y creen que Sudáfrica entrará en Guerra Civil dentro de los próximos cinco años.



Suidlanders es el grupo de defensa no-militar más grande del mundo y no son ningunos improvisados. Su meta no es combatir, sino proteger. Según Simon Roche, esperan poder reunir y proteger a cerca de 800 mil personas. Su clave es ampararse en el Protocolo Adicional I y II de la Convención de Ginebra, y reclamar protección en caso de guerra.
¿Y la prensa mundial?

El Huffington Post dice que las estadísticas son vagas, y que las principales víctimas de violencia son los negros, no los blancos. Un cuento que ya hemos oído demasiadas veces.

La BBC juega al escéptico y culmina al mejor estilo “periodismo responsable”: “we have no clear idea about the murder rate on South African farms. (…) the claim being made (…) about farmers being more likely to be murdered is not supported by reliable data”.

Otro artículo del Huffington Post sale en defensa de Julius Malema (!), quien asegura que los blancos no perderán su tierra.

The Guardian da voz al gobierno sudafricano, que criticó la intención de Australia de ofrecer visas express a los granjeros. Sí, se dedica a ser la plataforma mediática de un gobierno cuya autoridad máxima cantaba “shoot the boer” ante las cámaras, diciendo que todos están exagerando un poquito con este asunto del genocidio.

La comunidad internacional tampoco está del lado de los Boers. El pedido de asilo de una familia fue rechazado por el gobierno de Canadá, quien asegura que los rumores de genocidio son propaganda supremacista blanca. Los ataques a granjeros, según la Immigration and Refugee Board, tienen una causa económica y no racial.

Que la Historia los juzgue.


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