REUNIDOS
Autor: Santiago González (@gauchomalo140)
Los 44 están nuevamente con nosotros, y nosotros con ellos. Aunque ya habíamos aceptado su destino, el enigma que lo rodeaba mantenía abierta una herida que ahora comenzará a sanar. La silueta del submarino ARA San Juan, que llevábamos grabada en la memoria, se hizo visible por fin reposando en el lecho oceánico. Quedan por delante la recuperación de la nave, que seguramente no habrá de ser tarea sencilla, la determinación de las causas de su naufragio, y el deslinde de responsabilidades. Pero algo puede decirse sobre lo ocurrido desde que se produjo el accidente hasta hoy.
En pocas palabras, puede decirse que el gobierno argentino reaccionó emocionalmente mal, pero técnicamente bien. No supo contener a los familiares, no supo hablarle al país, no encontró las palabras para describir el amor a la patria ni el espíritu de sacrificio por el bien común, asuntos éstos que le resultan completamente extraños como lo ha demostrado en otras instancias de sus tres años de gestión.
Pero se comprometió con la búsqueda, que parecía una empresa imposible, tomó decisiones acertadas cuando la solidaridad generosa de otras armadas se agotó, y presionó a la empresa contratada para que continuara la pesquisa cuando ésta pareció querer abandonarla con diversos pretextos. El informe que una comisión investigadora ad honorem creada por el Ministerio de Defensa produjo en abril, parece hoy, a la luz del hallazgo, bastante acertado en sus conclusiones.
El sacrificio de los 44 submarinistas, sin embargo, no debería añadir a nuestra historia otra de esas páginas empapadas de lágrimas de cocodrilo a las que los argentinos somos tan afectos. Nosotros, sus compatriotas, estamos obligados a rendirles homenaje prestando atención de una buena vez a la urgente cuestión de la defensa nacional, de los hombres que la sostienen, y de los instrumentos y equipos que necesitan para cumplir su misión. La defensa nacional es la primera condición de la existencia de una nación, anterior a cualquier otra, y organizadora de todo el resto. –
S.G.
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