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LA PROPUESTA DE KISSINGER PARA UCRANIA


Kissinger tiene razón: castigar a Putin no va a ayudar a Ucrania


Por Bruce Anderson

Nota original: https://reaction.life/kissingers-right-punishing-putin-wont-help-ukraine/

Nota original en inglés al pie. 

Traducción: Hyspasia

Nota de la traductora: Es un artículo publicado en un medio conservador inglés, Reaction, con una clara posición pro ucraniana y pro norteamericana, contraria a Rusia y acérrima enemiga de su presidente, Vladimir Putin. Lo hemos traducido para mostrar el cambio de postura (al menos en público) de quienes hasta no hace más de dos semanas atrás envalentaban al comprometido régimen ucraniano en una confrontación de resultado reservado. Pareciera que la aparición pública del ex funcionario Kissinger les muestra una salida elegante de este berenjenal.


En Gran Bretaña y en los EEUU, la invasión a Ucrania ha llevado a una disputa sobre geopolítica. Pareciera que está ganando la facción equivocada. Los contendientes son Henry Kissinger y Skibbereen Eagle. En 1898, el editor del diario Skibbereen Eagle, Frederick Potter, advirtió al Zar de todas las Rusias que su Águila (Eagle) tenía sus ojos puestos en él. A Potter le gustaba señalar con el dedo a los emperadores: una empresa inofensiva, en aquellos días en que la libertad de expresión era garantizada por el Imperio Británico y la Marina Real.

Ahora, de todas formas, no se trata de un irlandés declarando sobre temas internacionales. Un montón de gente en Occidente, quienes jamás escucharon hablar del Skibbereen Eagle son sus herederos políticos. Ellos también creen en agitar los dedos índices. En ese espíritu, todos piden que Rusia sea humillada: que se la eche de Crimea y que pierda los territorios del Donbass, los cuales domina desde el 2014. Es fácil entender por qué la gente reacciona de esa manera. Las fuerzas ucranianas han efectuado una magnífica muestra de coraje y galantería. En cuanto al sufrimiento infligido a los civiles - son demasiado horribles para ser contemplados. Rusia merece ser castigada por su brutalidad, mientras que los héroes de Ucrania deberían disfrutar de las delicias del Valhalla.

Así hablan muchos que privilegian sus emociones. Como resultado, sus conclusiones son irrelevantes. Es tiempo de apagar las emociones y prender la realidad y tomar el consejo que da el gran maestro contemporáneo del  realismo, Henry Kissinger.

Sus conclusiones son fáciles de resumir. Es casi imposible para Ucrania vencer a Rusia, lo que está bien. Una Rusia humillada igual seguirá en posesión de armas nucleares, el uso de las cuales es parte de la doctrina militar rusa. Un intercambio nuclear [un conflicto nuclear] es improbable. El resultado más probable es un conflicto demoledor: el punto a focalizar es una Nueva Guerra Fría. La disrupción de suministros alimenticios puede llevar a hambrunas e inestabilidad en las regiones más pobres del planeta. Entre otras cosas, puede significar un renacimiento de la militancia islámica. También provocará inflación en Occidente, fortaleciendo fuerzas políticas maléficas (sic).

En Ucrania, la lista de víctimas crece, si bien eso no reduce la cantidad de voluntarios. Si hay una traducción al ucraniano de dulce et decorum est pro patria mori, los jóvenes ucranianos estarían entonándola mientras caminan al frente de batalla. Pero sería mejor que esa energía juvenil se aplicara a reconstruir el país, mientras sus padres son ahorrados de la necesidad de velarlos mientras ruegan que exista un Valhalla, más allá de los cielos. Se equivocan aquellos en Occidente que desafían la cautela y alientan al ejército ucraniano a luchar hasta el último ucraniano.

Es más, no todos ellos son idealistas. Boris Johnson espera que Ucrania lo ayude a conservar su puesto de Primer Ministro de GB. Liz Truss espera que Ucrania le ayude a convertirse en Primer Ministra. El Dr. Kissinger ha sido acusado a menudo de cinismo, porque sus oponentes no pueden decir la diferencia entre la calidad y la tozudez. 

Los kissinguerianos quieren un cese de fuego tan pronto como sea posible, seguido de intentos de negociar un nuevo sistema colectivo de seguridad para Europa, una tarea que debería haber sido realizada a partir de principios de los '90. No será fácil. Es urgente.

Con un poco de suerte [n. de t.: sostiene Reaction] Putin será expulsado del poder. Nosotros aconsejamos que se evite un exceso de due diligence sobre su sucesor. Tal vez todos los perfumes de Arabia no limpien sus manos. Pero no necesitamos preocuparnos demasiado sobre eso, siempre y cuando el nuevo líder haya aprendido la lección a partir de los hechos recientes. No es sabio invadir un país. Es posible que este mensaje haya sido recibido por Pekín y que Taiwán sea ahora un lugar más seguro que hace tres meses atrás.

Henry Kissinger tiene 99 años. Ha dedicado su vida a buscar el camino más práctico en tiempos peligrosos y a fortalecer los intereses de estado. Como todo Tory sensato, es un pesimista digerible quien cree que se debe disfrutar la vida sin sucumbir a los delirios liberales. Un refugiado de la pre guerra de Europa Central, ha sido testigo del período 1914-1945. Temprano en esos tiempos, emperadores cayeron de sus trono, sin ayuda de Skibbereen Eagle. Al final la vieja Europa casi sigue los pasos de sus emperadores y se convierte en una ruina. También tiene en claro que luego de 1945, estaban sobre la mesa todos los ingredientes para una Tercera Guerra Mundial. Que no se haya materializado no fue gracias a que los hombres tornaran mejores sino gracias a la Bomba. La amenaza de destrucción atómica salvó a Europa de una destrucción convencional.

Si le dan media chance, los zurdos todavía proclamarían perfeccionismo. Como Kant, Kissinger sabe que del torcido tronco de la humanidad no puede obtenerse nada recto. Paciente progreso incremental es lo máximo obtenible. 

Cualquiera que desee asistir a los ucranianos - así como disminuir la tensión actual - debería prestar atención al análisis efectuado por Henry Kissinger.


* * *



Kissinger’s right – punishing Putin won’t help Ukraine

Former US Secretary of State Henry Kissinger pictured in front of his portrait in the town hall in Fuerth, Germany, 04 May 2010.
DANIEL KARMANN via Alamy
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In the UK and the US, the invasion of Ukraine has led to a dispute about geopolitics, and the wrong side might be winning. The contenders are Henry Kissinger and the Skibbereen Eagle. In 1898, the editor of that newspaper, one Frederick Potter, warned the Czar of all the Russias that the Eagle had its eye on him. Potter enjoyed wagging his finger at emperors: a harmless pursuit, in those days when his freedom of speech was guaranteed by the British Empire and the Royal Navy.

Now, however, it is no longer a matter of a stage Irishman pronouncing on international affairs. A lot of people in the West who will never have heard of the Skibbereen Eagle are its political heirs. They too believe in finger-wagging. In that spirit, they are calling for Russia to be humiliated: to be driven out of Crimea and to lose the territories in the Donbass which it has over-run since 2014. It is easy to understand why people react in that way. Ukrainian forces have given a magnificent display of courage and gallantry. As for the sufferings inflicted upon their civilians – those are too horrible to contemplate. Russia deserves to be punished for its brutality, while the heroes of Ukraine ought to enjoy an earthly Valhalla.

Thus speak many who are thinking with their emotions. As a result, their conclusions are irrelevant. It is time to switch from feelings to reality and take counsel from that great contemporary master of realism, Henry Kissinger. 

His conclusions are easy to summarise. It is almost impossible for Ukraine to defeat Russia, which is just as well. A humiliated Russia would still possess tactical nuclear weapons, the use of which is part of Russian military doctrine. A nuclear exchange is unlikely. The probable outcome is a grinding conflict: the focal point of a new Cold War. The disruption of food supplies would lead to starvation and instability in the planet’s poorer regions. Inter alia, that would assist Islamic militants. There would also be inflation in the West, encouraging malign political forces. 

In Ukraine, casualty lists would grow, not that the volunteers would be deterred. If there is a Ukrainian translation of dulce et decorum est pro patria mori, Ukraine’s young men would be intoning it as they moved up to the front. But it would be better if their youthful energies were spared to help with the rebuilding of their country, while their parents were spared the need to grieve while hoping that there is a Valhalla, beyond the skies. Those in the West who are defying caution and cheering on the Ukrainian army ought to realise that they are ready to fight until the last Ukrainian. 

Moreover, not all of them are idealists. Boris Johnson hopes that Ukraine will help him to hang on as Prime Minister. Liz Truss hopes that Ukraine could help her to become PM. Dr Kissinger has often been accused of cynicism, because his opponents cannot tell the difference between that quality and tough-mindedness. No-one has ever accused Boris Johnson of being tough-minded.

Podcast

On the Couch with Lucy Beresford and Robert Hutton

This week On the Couch, Lucy Beresford is joined by journalist and author Robert Hutton to discuss the psychology of political leaders.

The Kissingerians want a cease-fire as soon as possible, followed by attempts to negotiate a new system of collective security in Europe, a task which should have been undertaken from the early 90s onwards. It will not be easy. It is urgent.

With a bit of luck, Putin himself will be overthrown. We would be advised to avoid excessive due diligence on his successor. It may well be that not all the perfumes of Arabia would clean his hands. But we need not worry too much about that, as long as the new leadership will have learned a lesson from recent events. It is not wise to invade neighbouring countries. It may even be that this message has been received in Beijing and that Taiwan is now safer than it was three months ago.

Henry Kissinger is 99. His has been a life devoted to the search for wisdom in perilous times, and to statesmanship. Like all sensible Tories, he is a eupeptic pessimist who believes in enjoying life without succumbing to liberal illusions. A refugee from pre-War Central Europe, he witnessed the culmination of the Second Dark Age from 1914-45. Early on in the period, the emperors did all fall, without any help from the Skibbereen Eagle. By the end, old Europe had almost joined them on the rubbish-heap. He was also aware that after 1945, all the ingredients for a third war just needed a blue touch-paper. That did not materialise, not because men had grown better or wiser, but because of the bomb. Atomic and nuclear destruction saved Europe from conventional destruction.

Given half a chance, Lefties will still proclaim a belief in perfectionism. Like Kant, Henry Kissinger knows that out of the crooked timber of humanity, nothing straight is ever made. Patient incremental progress is the most that can be attained. It may be that history will conclude that Henry Kissinger deserves to be ranked with Aristotle, Thucydides, Machiavelli, Hobbes and Burke: those great intellects who wrestled with the problem of making societies work. 

Anyone who wishes to assist the Ukrainians – as well as diminishing tension – should pay attention to Kissinger’s analysis.

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