LA RAMBLA

 


En tiempos en que solo vale lo que dice el que grita más fuerte, su figura se agiganta.


 Autor: Juan Martín Perkins  



Es muy bueno que los ciudadanos tengamos contacto con el conocimiento histórico.

Por eso valoré y destaqué la figura de nuestro recordado profesor Calvo.


Titulé la columna del sábado pasado “Profesor de lujo”.


Al margen de todas las otras virtudes que el profesor tuvo, trataré de explicar mi intención al homenajearlo.


Un buen profesor, es el que media entre los historiadores que generan el conocimiento y la sociedad en general, empezando por los alumnos.


Los historiadores son quienes producen las investigaciones en contacto con las fuentes. (documentos, estadísticas, escritos, cartas, restos arqueológicos, testimonios, etc).


Calvo no era un historiador, fue un genial profesor. Su arte fue enseñar con honestidad intelectual y verdad.


Fue el transmisor reproductor que nos hizo absorber lo producido por el mundo académico. 


Nos convirtió en destinatarios del conocimiento… y lo hizo tan bien, que todavía recordamos y valoramos su trabajo.


Al margen de lo buena persona que haya sido, el amoroso padre, enamorado marido, excelente amigo, devoto cristiano, titulé “profesor de lujo” porque elegí hablar de lo mejor que hizo por nosotros sus alumnos, enseñarnos historia.


En su clase, se entraba a aprender lo que él enseñaba, HISTORIA. Y por supuesto que se hacían preguntas sobre política, economía, sociedad, cultura, demografía, mentalidades… no éramos tarados, pero no nos distrajo con otra cosa que no fuera la materia.


Es una vileza decir que había buchones, policías del pensamiento que denunciaban a los profesores por los “desvíos académicos”… mentira!!! Que manera de subestimarnos.


No recuerdo al profesor atrapado en la tradición, incompleto o ajeno a la renovación, más bien lo recuerdo como todo lo contrario, pero no era agresivo sino más bien sutil. Sugería, preguntaba e invitaba a pensar.


Era anti héroes, más que en hombres, creía en los procesos históricos, económicos y sociales que se dan en el tiempo…


No proponía juzgar sino comprender… y para eso te ayudaba a ver el contexto histórico de los hechos.


Nunca se sirvió de la historia para justificar determinada posición política de la actualidad como hace hoy la educación MILITANTE, que acomoda el pasado a sus necesidades de relato.


Admiré al profesor y le agradezco por habernos respetado y no haberse aprovechado de nuestra inocencia.


En tiempos en que solo vale lo que dice el que grita más fuerte, su figura se agiganta, porque nos transmitió espíritu crítico sin levantar la voz, nunca.


¿Estoy en contra de las militancias? No, solo digo que pertenecen a otro ámbito. 


En la clase de Calvo del colegio Nacional de Chilin García, la búsqueda del conocimiento nunca se rindió ni se disciplinó a la supervisión de la militancia de un relato político.


Por todo esto dije que Calvo fue un profesor de lujo y, como tal, está en mi memoria.


Sería muy bueno, para la generación que hoy pasa por los colegios, que advirtieran la forma en la que están siendo engañados.


Quien no sabe bien de dónde viene y quién es, menos puede saber hacia dónde va. 


El pasado no es solo una estadística de fechas, batallas y muertos” (Calvo). 


El pasado está lleno de claves que proyectan al futuro y que no debemos cancelar, aunque lo recomienden los dictados cancelatorios de profesores que arreglan la Argentina desde la rambla de Barcelona… a pura incoherencia, militando una fantasía para la gilada.


Juan Martin Perkins


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